La yihad amenaza a Europa
Un informe de la ONU revela que más de 25.000 extranjeros se han unido a las filas del Estado Islámico y de Al Qaeda. Se estima que unos 6.000 proceden de estados miembros de la Unión Europea. Su retorno a sus países de origen es un motivo de creciente preocupación para las autoridades
A comienzos de abril de 2015, unos 11 yihadistas fueron detenidos en Cataluña listos para atentar. Cinco de ellos son españoles conversos al Islam sin lazos de sangre con el mundo árabe. Los militantes pasaron de captar combatientes para enviar a Siria a preparar ataques en territorio español.
En total, unos 6.000 europeos se han hecho yihadistas en Siria, según la comisaria europea de Justicia, Vera Jourova, quien ha añadido que muchos se fueron de sus países con el objetivo de luchar contra el régimen de Bashar al Assad y terminaron uniéndose al Estado Islámico.
Un informe de Naciones Unidas, divulgado por la agencia de noticias Reuters, señala que el flujo de combatientes extranjeros hacia grupos como Al Qaeda o el Estado Islámico es más alto que nunca y supone una amenaza para la seguridad global tanto en el corto como en el largo plazo.
Más de 25. 000 extranjeros de 100 nacionalidades distintas se han sumado a las filas de Al Qaeda y del Estado Islámico, según el documento presentado al Consejo de Seguridad de la ONU.
Frente a esta cifra el Centro Internacional de Estudios de la Radicalización (ICSR, según sus siglas en inglés) vinculado al King´s College de Londres, ha estimado en otro estudio un número muy similar pues estima que 20.000 extranjeros se han unido a las organizaciones militantes suníes en Siria e Irak. Casi una quinta parte de estos eran residentes o nacionales de países de Europa occidental.
Según el ICSR, los combatientes procedentes de países de Europa occidental son 4.000, casi el doble de la cifra que el organismo presentó en 2013.
Los países europeos más grandes -Francia, Reino Unido y Alemania- son los estados de origen del mayor número de combatientes. Sin embargo, en relación con el tamaño de la población, el más afectado es Bélgica, país de un poco más de 11 millones de habitantes, del cual han salido 440 yihadistas (40 por cada millón de habitantes). Le siguen Dinamarca y Suecia.
Aun así, Oriente Medio continúa siendo la fuente principal de reclutas para nutrir las filas del Estado Islámico en Siria e Irak con 11.000 militantes que se han unido a la yihad.
Las causas de la radicalización
Las motivaciones de los extranjeros que se unen a estos grupos radicales son diversas, aunque existe un patrón en común: generalmente son jóvenes entre 18 y 35 años de edad, pertenecientes a la segunda o tercera generación de inmigrantes residentes en un país occidental y de origen musulmán. Un informe del ICSR, fechado en agosto de 2014, añade que a pesar de que se pueden encontrar similitudes entre los reclutados, las motivaciones varían y es difícil analizar a los militantes extranjeros como un grupo homogéneo.
Milena Uhlmann, investigadora de la Universidad Humboldt de Berlín, experta en conversión y radicalización, explicó a la BBC que es común encontrar que «los padres de los que se radicalizaron generalmente no eran muy religiosos».
La analista señala que muchas de las familias de yihadistas trataron de integrarse, de suavizar su contexto para no tener problemas en la sociedad donde se insertaron pero “especialmente después de los ataques a las Torres Gemelas (2001), las sociedades occidentales no terminaron de aceptar como propias a las comunidades musulmanas”. Además, agrega, que estos jóvenes están decepcionados de Occidente. “Utilizan el Islam como un medio para posicionarse contra su estatus de ‘occidentales’. No obtuvieron lo que querían, no se sintieron en casa ni tuvieron un sentido de pertenencia», concluyó Uhlmann.
Otra investigación, realizada por la Policía de Nueva York y considerada por varios expertos como una de las más completas para entender el fenómeno de la radicalización de jóvenes occidentales, insiste en lo que expresó Uhlmann: “La mayoría de los que se unen a la yihad se habían convertido –o comenzado a practicar el Islam- recientemente y no se habían iniciado como fanáticos”. Además, solían tener trabajos comunes y no tener historial criminal.
Si bien este estudio se centró en al Qaeda, pues fue hecho a partir del atentado a las Torres Gemelas en Nueva York, varios de los militantes de este grupo,así como de su vertiente siria, Al Nusra, han abandonado sus filas para apoyar la causa de Estado Islámico.
Otros de los factores que la Policía de Nueva York establece como motivos para que los jóvenes extranjeros se unan a la yihad son: económicos (que la persona haya perdido su trabajo o no sienta posibilidad de crecimiento en la empresa en la que trabaja), sociales (discriminación o racismo tanto real como percibido), motivos políticos (determinadas posturas por los conflictos que involucran a los musulmanes) y otros más personales como la muerte de algún familiar cercano.
Efecto rebote
Un estudio del ICSR señala que solo 1 de cada 9 yihadistas al volver a sus países de origen después de ser entrenados por ISIL en Irak y Siria se involucró en actividades terroristas. En muchos casos porque “muchos resultaron desilusionados, perturbados psicológicamente o se cansaron de los entrenamientos”, confiesa un militante que logró escapar del Estado Islámico y volver al Reino Unido.
Abu Mohammed, seudónimo que usó para dar su versión a la ICSR, asegura que la mayoría de sus compañeros que habían llegado a Siria desde Reino Unido se sintieron engañados. La propaganda y la realidad eran muy distintas. Cuando fue reclutado cuenta que “todo estaba enfocado en derribar a Al Assad, pero luego el conflicto se convirtió en una lucha de musulmanes contra musulmanes”.
Mohammed agrega que las políticas que están tomando los países occidentales (prisión perpetua para los militantes que retornan), que afecta incluso a quienes luego decidieron dejar la yihad, obliga a muchos a quedarse a luchar junto a los grupos terroristas. De modo que, una vez que se toma el camino de la yihad, no hay vuelta atrás.
Los que no se arrepienten
Aunque algunos cambian de opinión una vez convertidos en yihadistas, muchos hallan en grupos como el Estado Islámico un sentido de pertenencia que más bien los hace más fieles a la causa extremista. Por ello, los gobiernos consideran que los militantes extranjeros que regresan a sus países de origen, tras haber estado junto al Estado Islámico, son una amenaza a la seguridad nacional.
«Una nueva generación de militantes y terrorista emergerá del gran número de combatientes extranjeros involucrados en el conflicto en Siria e Irak«, vaticinó el viceprimer ministro de Singapur y titular del Interior y de Seguridad Nacional, Teo Chee Hean, quien afirmó que estas personas «representarán una amenaza a la seguridad internacional durante las décadas venideras».
El ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz, ha afirmado que España «no baja la guardia y no puede bajarla» ante la «amenaza» yihadista y que el modelo de seguridad del país funciona, aunque reconoce que “la seguridad absoluta no existe”.
Fernández ha destacado que «han sido numerosísimas las operaciones, las desarticulaciones de redes, que se han producido”. Asegura que son bastante más de 500 los yihadistas los que han sido detenidos y puestos a disposición judicial.
Una de las pocas cifras ofrecidas por los gobiernos de occidente acerca de cuántos son los yihadistas que residen dentro de los países de Europa la ofreció Fernández Díaz. “De los 3.000 o 4.000 europeos desplazados el 80% se integran en el Estado Islámico y calculamos en torno a un 20% la cifra de retornados”. Según esta estimación, podría haber 800 yihadistas europeos con experiencia residiendo en países del continente. ¿Listos para atentar?
Anna Carolina Maier