El traductor y otras claves de la búsqueda del grupo de Pampliega
Una cámara, una libreta, un lápiz y los ojos. Con estas armas han viajado los tres periodistas españoles que han sido declarados como desaparecidos en Siria. Antonio Pampliega, José Manuel López y Ángel Sastre fueron contactados por última vez el 11 de julio desde Alepo. Testigos aseguran que fueron secuestrados el lunes 13. En este Investigations te contamos los últimos avances de la desaparición, y la figura que puede resultar clave en el hallazgo, el traductor Usama Ajjan.
Antonio Pampliega entra en Siria de forma clandestina. Con ayuda de un contacto intenta lograr su objetivo. Va desde Suruç (en Turquía) hasta Kobane (al norte de Siria). El periodista busca acceder a un país en guerra para continuar con la búsqueda de los españoles que están luchando contra la yihad o la “Guerra Santa”. Va casi solo. Le acompañan, aparentemente, el cámara que graba el vídeo y sus “contactos” que le han explicado como burlar a las autoridades turcas.
“Mientras sigamos las instrucciones (de los contactos) no va a pasar nada, otra cosa sería si intentáramos cruzar solos”, asegura Pampliega, quien añade que es más sencillo atravesar la frontera con esos locales que conocen la hora correcta y la manera de hacerlo.
En la última parada que realizan en Turquía, previa al cruce, reciben las últimas instrucciones: cruzar una valla, correr, “sobre todo nos advierten que no tenemos que parar”. La Policía estuvo a punto de localizar al equipo, pero gracias a la oscuridad de la noche y la agilidad de la juventud, consiguen entrar a Siria y escapar de los agentes.
El vídeo donde se ven estas imágenes fue publicado el 20 de mayo de este año en Cuatro.com que emite el programa Infiltrados, del que el periodista forma parte y cuyo estreno fue sobre la yihad islámica.
Es el último que se tiene de este joven madrileño de 33 años de edad que ha sido declarado, junto a los otros reporteros también españoles, José Manuel López y Ángel Sastre, como desaparecidos. El último contacto que se tuvo con ellos fue desde Alepo el 11 de julio (hace 10 días), según el Ministerio de Exteriores. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos coincide y dice que fueron vistos por última vez en el casco antiguo de la ciudad en su furgoneta blanca. Otros testigos aseguran que fueron secuestrados el lunes 13. Los tres entraron juntos a esa ciudad con un permiso de la brigada Ahrar al-Sham, el grupo más fuerte dentro del Frente islámico sirio, ha declarado un amigo de un traductor (Usama Ajjan)que viajaba con los españoles.
Medios locales añaden que los testigos notaron que en el grupo en el que viajaban los tres periodistas españoles, Aijan y otro joven sirio, se dirigió hacia el conflictivo barrio de Al Madi donde fueron presuntamente asaltados por “hombres armados con uniforme paquistaní”.
Según redes de activistas en Alepo, el joven sirio y otro nativo que iban junto al grupo habrían sido liberados cerca de Idlib. Desde Alepo, amigos de Ajjan, piden su liberación. Se trata de alguien muy apreciado en la ciudad.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha asegurado que está «al corriente de la situación», aunque el departamento se ha limitado a añadir que están «trabajando en ello». La identidad de los secuestradores no ha sido confirmada y testigos hablan de un “grupo desconocido”. En las redes activistas de Alepo dan por supuesto que son militantes del Frente Al Nusra, la filial siria de Al Qaeda, debido a que la descripción por parte de testigos de los uniformes de los asaltantes coincide con los habituales de este grupo.
Algunos periodistas, como E. Martín de Pozuelo, jefe de Investigación de @LaVanguardia, consideran que la noticia del secuestro de los tres periodistas estaba silenciada por seguridad, hasta que finalmente el diario ABC la publicó.
Twitter/ @martindepozuelo
Pampliega, ha trabajado como reportero freelance por mucho, tiempo debido a que, como lo afirmó en una entrevista de 2013, “…los medios no se quieren comprometer con los periodistas que trabajamos en zonas de guerra, porque si nos pasa algo se les podría reclamar por ‘encargarnos’ temas y correrían con los gastos y no están por la labor.”
Desde 2008 ha cubierto las crisis en Irak, Líbano, Pakistán, Egipto, Afganistán, Haití, Honduras y actualmente se encontraba trabajando en Siria. El joven pareciera estar al tanto de los peligros que corre en los lugares donde se mete, pues en otra entrevista había contado de qué manera seleccionaba los lugares a los que va a trabajar: “Cuanto más peligroso sea el conflicto, menos competencia”. No se acomoda en el miedo. Ha dicho que todo periodista que determine viajar a un lugar de conflicto para ganarse la vida debe saber que puede morir. “Que lo tenga claro y que lo asuma; si es así, que vaya. Si no, pues que se dedique a otra cosa. No se puede ser profesional saliendo a la calle con miedo, porque tu miedo no te dejará trabajar bien”, ha dicho.
Lleva reseñando la situación de Siria desde hace 4 años, cuando inició la Guerra Civil, pero las cosas se han tornado cada vez más color de hormiga. El Estado Islámico desde que proclamó su califato en junio del año pasado, además de otros grupos insurgentes, han sumado víctimas a la tragedia que ya supone una lucha armada. Pero Pampliega ama lo que hace. Argumenta que “le duele Siria” y que su “trabajo es mostrar el horror (de la guerra) para que no caiga en el olvido”.
En varios de sus artículos ha advertido del peligro que significa El Estado Islámico pero critica cómo los medios han olvidado la revolución siria de 2011, los bombardeos de Al-Assad contra los civiles y los 200.000 muertos que ha dejado la guerra. Señala que el ISIL ha vuelto a poner a Siria sobre la palestra aunque le duele que Al-Assad esté quedando como “el bueno de la película”.
“Ahora nadie recuerda que en Siria hubo una revolución, sólo mencionamos a los yihadistas del Estado Islámico. Nadie presta atención a los civiles que siguen muriendo en los bombardeos diarios de la aviación de Al Assad”, anota y añade: “Hoy…(el Estado Islámico) por fin es un problema. Pero no olvidemos que esta gente nació hace un año en un país- Siria- al que dejamos abandonado a su suerte. Al que dimos la espalda. Y al que no prestamos atención porque no tienen ni petróleo, ni gas, ni oro, ni nada que desde occidente podemos fagocitar. Así somos… sanguijuelas preocupadas de chupar la sangre a los demás. El Estado Islámico mamó de la desesperanza de los sirios, se nutrió de su hartazgo y se basó, gran parte de su discurso, en focalizar todos esos lamentos para prometer el fin de Occidente”. Este artículo llamado Me duele Siria fue publicado el 24 de septiembre de 2014. Pampliega actualmente, además de trabajar para Infiltrados, es colaborador de la productora Cuerdos de Atar.
Ángel Sastre, otro de los periodistas secuestrados, es de Extremadura y trabaja de freelance para varios medios como La Razón, Onda Cero y Cuatro. El 3 de julio había publicado en Twitter una fotografía de lo que parece ser el aeropuerto de Buenos Aires, acompañada de la frase (en inglés): “En el aeropuerto… una vez más… de nuevo en el camino…#BuenosAires”. Comenzaba a emprender un nuevo rumbo. El 10 de julio, día previo al último contacto que se tuvo con el equipo, escribió un tweet en el que ponía la palabra “coraje”, en español, inglés y árabe. En su perfil, se describe a sí mismo como una persona con el corazón partido entre América Latina y Oriente Medio.
EFE/EFE
Por su parte, José Manuel López, el tercer reportero capturado, es un fotoperiodista leonés que varias veces ha sido galardonado por su trabajo. Uno de sus últimos premios fue la medalla de oro, en la categoría de prensa, del premio Px3 Prix de Fotografía de París por un reportaje de las unidades de defensa civil de Alepo, según El ABC.
EFE/ARCHIVO/J.Casares
España está a la espera de conocer el paradero de estos tres periodistas. Mientras tanto vale la pena recordar las palabras que alguna dijo Santiago Trancho, también arriesgado en su profesión, meses antes de fallecer en un accidente de moto: “Los periodistas no buscamos la guerra, ella nos busca a nosotros”. Estos apasionados por su trabajo harían lo que sea por contar al resto del mundo lo que logran capturar con su vista, palabras y cámara: las armas con las que contamos los periodistas.
Anna Carolina Maier