Regresar a la Luna cincuenta años después
El extraño e imprevisible Donald Trump tiene la ambición de borrar todas las huellas del querido expresidente Barack Obama, que entre otras cuestiones centró los esfuerzos de la NASA en explorar Marte y aplazar el regreso a la Luna por costoso y por transitado.
El extraño e imprevisible Donald Trump tiene la ambición de borrar todas las huellas del querido expresidente Barack Obama, que entre otras cuestiones centró los esfuerzos de la NASA en explorar Marte y aplazar el regreso a la Luna por costoso y por transitado -pese a las teorías de la conspiración, el hombre aterrizó en la Luna y luego regresó a casa en 1969-. Ahora el presidente rubicundo quiere dar un giro estratégico a estos planes y propone que la agencia espacial más importante colabore con compañías privadas para volver al satélite terrestre antes de 2020, un síntoma que deja a las claras que Trump tiene dudas serias sobre sus posibilidades como presidente reelegido en cuatro años y que por ello pretende crear un recuerdo de sí mismo para los siglos por venir.
Trump, que es dado a compartir sus opiniones todo el tiempo, se ha mostrado reservado en este sentido y han sido sus colaboradores quienes han hablado por él, que apuesta por indagar en la investigación de la órbita terrestre por delante de otras órbitas. Para ello piensa apoyarse en empresarios de buen nombre, como Elon Musk -fundador de Tesla y Space X- o Jeff Bezos -fundador de Amazon y Blue Origin-, e intensificar la colaboración público-privada.
«Sé que el sector comercial está determinado, en voluntad y visión, a ir a la Luna y más allá», dijo Eric Stallmer, presidente de la Commercial Spaceflight Federation -un lobby de la industria aeroespacial-, a una pregunta de France-Prèsse. Las colaboraciones entre empresas y la agencia nacional son cada vez más frecuentes y Elon Musk es uno de los beneficiados. Space X ya tiene un convenio con la NASA para transportar astronautas hasta la Estación Espacial Internacional a partir de 2018 y ahora negocia llevar a dos turistas a la Luna. Musk ha presentado también un proyecto para enviar un cohete sin tripulación a Marte el año que viene como ensayo previo a lo que será algo habitual: la visita por ocio y curiosidad a otros planetas.
Jeff Bezos, como Musk, vive con la idea de conocer otros territorios más allá de la Tierra. Con su equipo de Blue Origin trabaja para instalar colonias humanas en la Luna, no tanto visitar el satélite como habitarlo. En este sentido, Bezos trasladó en enero de este año una propuesta para construir, junto a la NASA, una nave y un aterrizador lunar capaces de transportar carga y módulos habitables.
«El principal cometido de viajar a la Luna es encontrar agua y convertir el satélite en un lugar de paso para futuras misiones»
Estas alianzas son el comienzo de algo nuevo. La agencia aeroespacial más importante se ve sobrepasada por tantos proyectos con un presupuesto que siempre es insuficiente y Trump se siente cómodo con la idea de introducir a grandes corporaciones en la gestión diaria de administraciones públicas. Un hombre de confianza del presidente como Jim Brindestine, representante republicano por Oklahoma y candidato a presidir la NASA, dio hace poco su visto bueno a propiciar esta clase de alianzas con el objetivo común de encontrar agua en la Luna. Porque los cráteres de los polos lunares contienen millones de toneladas de agua y con este agua -más oxígeno e hidrógeno líquido- se podría crear el combustible necesario para viajar a Marte, convirtiendo el único satélite de la Tierra en algo así como una base industrial o una parada de repostaje. Además, la cantidad incalculable de helio 3 que hay en su superficie, cuando en nuestro planeta es un recurso escaso, serviría como carburante para nuestras centrales nucleares de fusión controlada.