Vizcaya: un retazo de Europa en Miami con el que sueñan novias y quinceañeras
Muchas son las celebraciones que hoy acoge Vizcaya, tal cual en tiempos de su original dueño, como la del cierre de Miami Fashion Week 2016.
Ser aquello que queremos, lucir como siempre deseamos, al menos por un día. Maquillarse, mostrar la mejor cara. Sin sospecharlo siquiera, las muchas quinceañeras que con sus vaporosos vestidos se sienten princesas y las novias que también posan su felicidad en cada rincón de este lugar de ensueño reproducen el anhelo de quien fuera amo y señor de Vizcaya, James Deering: una vida de celebración, una fantasía idealizada.
Algunas logran materializar su ilusión por todo lo alto festejando su boda allí, otras se conforman con fotografiarse frente al embarcadero de inspiración veneciana, en los jardines geométricos que simulan ser italianos o franceses y ante obras procedentes de distintos países y estilos implantadas en una lujosa villa asentada en una joven ciudad como Miami en la que muy pocas construcciones superan el siglo, pero cuyo presuntuoso dueño pretendió hacerla lucir tal cual fuera europea y mucho más antigua de lo que en realidad es.
Convertida en museo tras ser adquirida por el condado de Miami-Dade en 1952 y declarada Monumento Histórico Nacional de Estados Unidos en 1994, Vizcaya festeja durante todo este año su centenario con el arte y la naturaleza casados en armonía en este paraje ubicado en Coconut Grove.
“Aquí comenzó hace 100 años el interés de Miami por el arte, la cultura internacional y la innovación”, ha destacado a la agencia EFE el director ejecutivo de Vizcaya Museum & Gardens, Joel Hoffman.
Su indiscutible y singular belleza la ha llevado a ser locación de películas como Iron Man 3, Ace Ventura: un detective diferente, Dos policías rebeldes 2, Un domingo cualquiera y Aeropuerto 77.
Bien podría haber servido como escenario de El gran Gatsby por esos aires de grandeza, que hicieron, además, que el rapero estadounidense Pitbull rodara parte de su vídeo musical Wild Wild Love allí y la otra en la mansión de Playboy en Los Ángeles.
Pero no todo en esta villa es fantasía. Ha sido sede de importantes acontecimientos como la Primera Cumbre de las Américas realizada en 1994 durante el gobierno de Bill Clinton. También sirvió para darle la bienvenida oficial a los reyes Juan Carlos y Sofía de España y a la reina Isabel II de Inglaterra, entre otros.
Un festín a la vista
Fue con un gran baile de máscaras junto al mar como se inauguró Vizcaya en la Navidad de 1916 con bombos y platillos: dos cañones de bronce del siglo XVII lanzaron su salva, mientras Deering y sus invitados desembarcaban disfrazados de campesinos, eso sí, italianos.
Ese sería el primero de los inviernos que el multimillonario que residía en Chicago, miembro de la familia que modernizó la agricultura en Estados Unidos, pasaría ahí hasta su muerte, en 1925.
La imagen más emblemática e inconfundible: una escultura acuática de 15 metros de largo hecha de piedras locales y que semeja una barcaza, la cual sirve de rompeolas para resguardar la terraza y sus escalinatas, así como la casa ubicada de manera privilegiada frente a la bahía. La obra fue concebida por el director artístico de toda la propiedad, Paul Chalfin. Alexander Calder, padre del afamado escultor cinético homónimo, ayudó a darle forma.
“Al final, mi sentido de la belleza superó a la realidad histórica”, escribió Deering en una carta fechada en 1915 aludiendo al nombre de Vizcaya, que evoca al explorador español Vizcaíno de quien oyó decir había navegado en las costas de Florida. Daba igual que fuera o no verdad, como descubrió; resonaba a España, a los viajeros de antaño y también a la miamense bahía de Biscayne.
¿Cómo adaptar la realidad a la fábula? A cada extremo de la plaza en la entrada de la propiedad, dos antiguas estatuas italianas de mármol se convertirían, según las inscripciones añadidas, en las de Juan Ponce de León, el conquistador español que descubrió Florida en 1513, al cual se le incorporó un globo a sus pies con la península para dar credibilidad a su nueva identidad; y Bel Vizcaya, un imaginario nombre al servicio de la ilusión de Deering.
Las 250.000 personas que visitan al año la villa en realidad ven las réplicas de este par de figuras, pues las originales fueron resguardadas para evitar su erosión.
Excentricidad hecha mansión
El pasado se entrecruza con el presente en la casa, diseñada por el arquitecto Francis Burrall Hoffman.
El mobiliario y los muchos objetos decorativos buscaban impresionar. Neoclásicos, barrocos, rococós, renacentistas, mientras más estilos mejor pues se podía aparentar que la residencia había sido habitada por muchas generaciones, lo que la distinguiría aún más, como los antiguos palacios europeos que Deering deseaba recrear.
A su vez, sin proponérselo, Vizcaya es reflejo de una época en la que los industriales ricos de Estados Unidos levantaron lujosas propiedades con tesoros antiguos comprados en todo el mundo gracias a que entonces no existían leyes que protegieran las obras consideradas como patrimonio nacional.
Los tapices del Comedor Chalfin procedían de la residencia de los poetas ingleses de la era victoriana Robert Browning y Elizabeth Barrett. El arpa del Salón de Música fue adquirida de manos de un comerciante de arte de Nueva York que aseguró había sido fabricada por quien le hacía los instrumentos a la reina María Antonieta de Francia, así como afirmaba que el clavicordio había pertenecido a un Pontífice del siglo XVII.
Sin imaginarlo Deering, muchos años después de su muerte, el Vestíbulo del Renacimiento fue testigo de la conversación que mantuvieron en 1987 el papa Juan Pablo II y el entonces presidente Ronald Reagan.
Uno de los más preciados objetos se encuentra en esa majestuosa sala: la Alfombra del Almirante, de unos 600 años de antigüedad y creada para el abuelo del Rey Fernando de España. Desplegada hacia el techo, con su cerca de 27 pies de largo y 8 pies de ancho, lleva tejidos símbolos que muestran la convivencia para el momento del cristianismo y el islam en la península ibérica. En antiguas columnas romanas descansan lámparas modernas.
Un mundo dentro de otro
El afán por exhibir un pasado no podía dejar de lado innovadoras tecnologías, más tratándose de un dueño cuya fortuna familiar fue amasada gracias a la fabricación de maquinaria industrial. Así, por ejemplo, los visitantes pueden ver el equipo de refrigeración, el reloj maestro, el montaplatos que permitía bajar la comida de la cocina ubicada en el segundo piso a la Sala de Servir de abajo o el sistema de telefonía, uno de los primeros del condado de Miami-Dade. De hecho, se cuenta que el inventor Thomas Edison visitó la mansión, así como el exmandatario Warren G. Harding.
Por supuesto, también hay una biblioteca, esta de estilo neoclásico, tan propia de las residencias de la aristocracia europea.
El dormitorio y el baño de Deering, con opulentos detalles como las llaves en forma de cisne chapadas en oro de la bañera, no podían, quizá, estar decorados con otro estilo que no fuera el imperial, inspirado en la época napoleónica.
Con sus pinturas de jardines románticos, obra de Jean-Antoine Watteau, que evoca la moda de vestir española que impactó la Francia del siglo XVIII, el lujoso Dormitorio Espagnolette estaba destinado a las invitadas femeninas. Desde ahí se podía entrar al balcón personal de Deering por medio de una puerta secreta situada al lado de la chimenea, que como reconoció el magnate soltero en una carta despertaba gran curiosidad.
Las numerosas habitaciones tienen ampulosos nombres, como la Goyesca, llamada así pues según Chalfin sus decoraciones se pensaba provenían de España y “habrían sido del agrado de la mecenas de Goya”. Sin embargo, los paneles de la pared son italianos, por lo que “este ‘error’ indica que para muchos de los patrocinadores y diseñadores de aquella época era más importante crear impresión que presentar los hechos”, como pueden leer hoy en un cartel los turistas que recorren el museo.
Mientras el dormitorio Giudecca recuerda esa isla veneciana, el Cathay rememora el modo en que Marco Polo denominó a China y es de estilo asiático, al igual que la Sala del Desayuno. Un sincretismo total.
Una ventana en el tiempo
En las puertas de vidrio de la Logia Cerrada, que permiten ver los jardines, están dos de los símbolos de Vizcaya que se repiten en toda la casa: la carabela, el preferido por Deering, y el caballo de mar, por el que se decantaba Chalfin.
“Hoffman señala que si bien la carabela representa a los viajeros europeos que volvían del Nuevo Mundo cargados de tesoros, en Vizcaya puede verse como un símbolo de los viajeros que, como Deering, iban a Europa y volvían con arte y joyas en la llamada ‘Época dorada’ de Estados Unidos (desde el fin de la Guerra de Secesión hasta la I Guerra Mundial)”, reseña El Nuevo Herald.
Uno de los últimos bosques vírgenes de manglares del sur de Florida enmarca los 10 acres de jardines, diseñados por Diego Suárez.
Los árboles podados geométricamente, como en los jardines franceses e italianos de siglos pasados, las fuentes, los jarrones, las estatuas y demás esculturas al aire libre integran el concepto europeo al ambiente subtropical donde está enclavado.
Toda una diversidad, como los robles plantados en los Jardines Formales; la higuera estranguladora del Jardín Laberinto, donde alguna vez hubo altos setos en los que perderse que no sobrevivieron a las marejadas producidas por los huracanes; o los pinos australianos elevados sobre macetas de terracota del Jardín de la Fuente, que se había proyectado fuera el Jardín de Rosas pero estas no prosperaron debido a la inclemencia del sol y el aire salado.
Del Jardín de las Orquídeas, hoy conocido como Jardín Secreto, tan sólo quedan las macetas que albergan plantas que sí son capaces de resistir al fuerte calor y viento. Tanto le gustaban a Deering las flores que la casa disponía de un salón dedicado exclusivamente a preparar cada día arreglos florales.
En cuanto al Jardín Teatro, se desconoce si fue utilizado para tales fines pero allí permanecen erigidas las estatuas representativas de Arlequín y Polichinela en esa estancia inspirada en La Pietra, una villa florentina que conocieron Deering y Chalfin.
Muchas son las celebraciones que hoy acoge Vizcaya, tal cual en tiempos de su original dueño, como la del cierre de Miami Fashion Week 2016 donde el actor malagueño Antonio Banderas debutó como diseñador.
Pero también los miamenses la alquilan para matrimonios y fiestas de quince años, edad que marca el tránsito de niña a mujer en la cultura popular latina. Como se escucha al director ejecutivo de Vizcaya Museum & Gardens, Joel Hoffman, en la audioguía del museo: “Estamos muy orgullosos de que muchas jovencitas elijan los jardines de Vizcaya para celebrar ese momento tan especial de sus vidas. Yo estoy encantado de ver que nuestra comunidad se beneficia de este lugar. Aunque lo utilicen de un modo que James Deering no pudiera haber imaginado, este uso tiene una gran relevancia hoy en día y contribuye a hacer de Vizcaya un elemento insustituible del sur de la Florida”.