¿Por qué Vladímir Putin es tan querido en Rusia?
Más de dos tercios de los rusos han decidido reelegir a Vladímir Putin como su nuevo ‘Zar’ durante al menos, seis años más. Hasta 2024, Putin tendrá el tiempo suficiente para perfilar un legado que, a día de hoy, oscila entre el papel de padre de la nación y la mano dura con sus enemigos y la oposición.
Más de dos tercios de los rusos han decidido reelegir a Vladímir Putin como su nuevo ‘zar’ durante al menos, seis años más. Hasta 2024, Putin tendrá tiempo suficiente para perfilar un legado que, a día de hoy, oscila entre el papel de padre de la nación y la mano dura con sus enemigos y la oposición. La tensión entre Rusia y Occidente crece cada día más, sobre todo, a partir de las expulsiones de diplomáticos rusos en más de 20 países y organizaciones internacionales a raíz del caso de envenenamiento en Reino Unido del expespía Sergei Skripal y su hija, considerado por Londres como la primera agresión con un agente nervioso desde la segunda guerra mundial.
Superado tan sólo por Josef Stalin, Putin es el líder ruso que más años ha gobernado el país más grande del mundo. Cuatro guerras en sus 14 años de gobierno -Chechenia, Georgia, Ucrania y Siria-, conforman el historial bélico del mandatario ruso, quien no ha dudado en recurrir a las armas para defender los intereses de su país ganándose así el apodo de ‘el señor de la guerra’. En agosto de 1999, Boris Yeltsin designó en el puesto de primer ministro a Vladímir Putin, un personaje casi desconocido, pero que se había desempeñado como jefe del FSB, sucesor del servicio de espionaje KGB. Casi de forma inmediata, Putin se forjó una imagen de hombre fuerte en un país traumatizado por una ola de atentados atribuidos a los independentistas chechenos, con un saldo de cerca de 300 muertos en octubre de 1999.
Desde que accedió a la presidencia, Putin tan sólo ha dejado de gobernar el país -al menos directamente- entre los años 2008 a 2012. Debido a que la Constitución le impedía optar a un tercer mandato consecutivo, nombró como delfín a su joven vicepresidente Dmitri Medvédev, elegido el 2 de marzo de 2008 sin una verdadera competencia. Fue en ese momento cuando Putin se convirtió en primer ministro y tomó el liderazgo del partido Rusia Unida, que controlaba el parlamento. En 2009, Rusia fue golpeada con fuerza por la crisis económica global, pero logró recuperarse y encontrar la senda del crecimiento.
En diciembre de 2011, se desató un movimiento de protesta sin precedentes desde la llegada al poder del Putin, tras la victoria en las legislativas de Rusia Unida debido a las denuncias de fraude hechas por la oposición. Esta ola de protestas no impidió volver a la presidencia en 2012 por un mandato de seis años, gracias a una reforma constitucional. Durante estos últimos años el discurso del mandatario ruso se ha centrado prácticamente en política exterior y en el rol de Rusia como una potencia mundial.
En este punto, tras las elecciones de marzo de 2018, y cuando el segundo candidato presidencial, el millonario comunista Pável Grudinin, se ha quedado tan lejos (15,9% de los votos), cabe preguntarse: ¿Por qué Putin es tan popular en Rusia? Una de las principales razones que mantienen en el poder al exagente del KGB es que aún no hay una alternativa fuerte. La oposición ha sido eliminada, y los demás candidatos políticos no terminan de convencer con sus propuestas a los ciudadanos rusos.
Restaurador de la ‘Gran Rusia’
Lev Gudkov, el jefe del Centro Levada, una organización independiente, presentó en marzo en un acto con jóvenes liberales rusos los gráficos y cifras que apuntalan el éxito del líder ruso. La popularidad de Putin cayó tras su elección en 2012, pero remontó enormemente, hasta alcanzar cerca de un 80% de apoyo, tras la anexión de Crimea en 2014 y las hostilidades patrocinadas por Rusia en Ucrania. Según el Centro Levada, el 70% de los rusos considera que la operación en Crimea ha sido buena para su país, aunque ha provocado la peor crisis desde el fin de la Guerra Fría entre Rusia y Occidente.
Pese al declive de los ingresos, el aumento de los precios y los vídeos virales mostrando el lujo en el que viven los altos funcionarios rusos, Putin ha conseguido mantener altas cifras de apoyo, algo impensable para un dirigente de una democracia europea. El 72% de los rusos piensa que su país es «un gran poder», según una encuesta del Levada Center publicada en diciembre de 2017. En marzo de 1999, tan solo el 31% de los rusos lo creía.
En el conflicto sirio, Rusia se ha convertido en un actor ineludible desde su intervención en 2015, lo que ha permitido a las tropas y a su aliado, el presidente Bashar al Assad, ganar terreno frente a la oposición. De acuerdo con una encuesta estatal , el 73% cree que su gobierno ha logrado sus objetivos.
La nueva guerra contra Occidente
La anexión de Crimea y las injerencias en Ucrania, le granjearon a Rusia sanciones europeas y estadounidenses, que fueron como un latigazo para su economía. No obstante, estas medidas no han tenido el efecto de rechazo en las calles que se esperaba por los analistas. Algunos funcionarios rusos aseguran que las sanciones benefician a la economía rusa al fomentar la producción de bienes locales, según The New York Times. El mismo diario señala que muchos ciudadanos de a pie dicen que Rusia es ahora tan poderosa que decide quién se sienta en la Despacho Oval, en clara referencia a las acusaciones de injerencia rusa en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016.
Putin, nombrado la «persona más poderosa del mundo» durante varios años por la revista Forbes, también acumula tensiones en sus fronteras con Europa. En la cumbre de Varsovia de julio de 2016, los estados miembro de la OTAN acordaron poner en marcha la misión Presencia Avanzada Reforzada (EFP, por sus siglas en inglés) – en la que participa España – y la Policía Aérea del Báltico. La misión, iniciada en junio de 2017 y sin fecha de conclusión, ha permitido desplegar tropas en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. Su intención es clara: proteger a los países bálticos de una posible intervención militar rusa, una amenaza que se palpa en el ambiente tras la crisis de Ucrania en 2014.
Culto al líder
Siguiendo fielmente la tradición de sus antecesores soviéticos, Putin ha permitido que su rostro aparezca en camisetas, chapas, pins, tazas, y un largo etcétera de souvenirs, así como que se le dediquen bustos o exposiciones de arte. La última de ellas, ‘SúperPutin’, se ha celebrado en Moscú en enero de este año.
Deportista nato y cristiano ortodoxo, al jefe del Kremlin también le encantan los uniformes militares, los animales, la pesca, las artes marciales (es cinturón negro de judo), y los deportes de riesgo. Además canta, pinta y toca el piano. Todo ello le sirve para estar en el centro del candelero.
Mientras fue primer ministro -desde 2008 a 2012-, las encuestas le proclamaron «el segundo hombre más sexy de Rusia». El primero fue el exministro Borís Nemtsov, asesinado frente al Kremlin el 27 de febrero de 2015.
Los desafíos económicos de su nuevo mandato
Tras haber alcanzado el mejor resultado de su historia en los últimos comicios, Vladimir Putin ha de enfrentarse al menos a cinco desafíos:
La falta de mano de obra: Rusia, que tiene 146,9 millones de habitantes, ha perdido cinco millones desde 1991 por la grave crisis demográfica posterior a la caída de la URSS (en el año 1990). La generación nacida en los primeros años postsoviéticos marcados por la baja natalidad, se está incorporando llegando ahora al mercado laboral. No obstante hay el riesgo de que falte mano de obra cualificada y que eso frene el crecimiento. «Tendremos menos jóvenes en los próximos 10 a 15 años. Por eso un joven especializado con nuevas aptitudes (…) será muy valioso», advirtió recientemente el exministro de Finanzas liberal Alexei Kudrin.
La reforma de las jubilaciones: La edad de jubilación en Rusia —55 años para las mujeres y 60 para los hombres– es una de las más bajas del mundo. Y aunque las pensiones son muy pequeñas, el sistema está en peligro por el declive demográfico.
Atraer a los inversores: Chris Weafer, fundador de la consultora Macro Advisory, asegura que «Rusia debe atraer más inversión extranjera, debe crear un entorno de competencia favorable, con un rublo débil, impuestos bajos para la industria e incentivos a la inversión, y reducir la burocracia». Según el analista, «la necesidad de inversión extranjera es la razón por la cual el Kremlin no ha respondido a las últimas sanciones estadounidenses, ya que no quiere que se vuelva más difícil para los inversores extranjeros acudir a Rusia», informa AFP.
Diversificar la economía: Pese a las promesas del gobierno, Rusia, rica en reservas de hidrocarburos, sigue sometida a la fluctuación de los precios, como reveló la crisis de 2015 y 2016. Para romper esta dependencia, Chris Weafer sugiere apostar por la creación de pequeñas empresas otorgándoles créditos «más accesibles».
Aumentar la productividad: «La economía es muy ineficaz. Esto se debe a la herencia del sistema soviético y al crecimiento fácil de la riqueza petrolera entre 2000 y 2013», estima Weafer. «Hay muchas ineficiencias en el sistema que, si fueran corregidas, podrían conducir a un fuerte crecimiento». Para modernizar las grandes empresas, el gobierno lanzó varios planes de privatización pero el papel del Estado en la economía quedó nuevamente reforzado en los últimos años, en los que el gigante petrolero Rosneft creció considerablemente.