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Clítoris que pinchan: La tecnología es un arma de autodefensa feminista

Clítoris que pinchan: La tecnología es un arma de autodefensa feminista

Hablamos con la investigadora Belén Soto sobre la relación que hay entre los usos de la tecnología y la violencia machista, los retos del tecnofeminismo y las posibilidades de la fabricación digital para defendernos de las desigualdades que nos atraviesan desde que nacemos.

Imagina un glande en 3D con forma de silbato que pueda expulsar líquidos que marquen al agresor, como si fuese orina, o le haga parecer herido, o necesitado de socorro. Sin duda, más de uno se lo pensaría dos veces antes de cometer una agresión machista. La tecnología no es neutral, tanto puede ser una herramienta de explotación en manos de unos pocos como un arma de resistencia radical, e incluso de ‘autocoñocimiento’. Cuando en 2014 la socióloga francesa Odille Fillod creó un modelo en impresión 3D del clítoris con su aspecto anatómico real, muchos profesores pudieron utilizarlo para enseñar en sus clases que el llamado ‘enigma’ del deseo femenino no lo era de ningún modo y que el clítoris no es un ‘pene pequeño’, como lo describieron en el colegio.

Para la investigadora Belén Soto, responsable del biolab de Hangar (Barcelona) y miembro del colectivo TMTMTM, “modificando los objetos, modificando nuestros cuerpos e hibridándolos entre sí” podemos cambiar también la identidad de género socialmente construida. Y, poco a poco, dinamitar el elitismo de clase y de conocimiento –“el más poderoso”- reapropiándonos la tecnología.

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La investigadora Belén Soto, miembro del colectivo TMTMTM. | Foto vía TMTMTM

Según teóricas como Judy Wajcman, que acuñó el concepto de ‘tecnofeminismo’, la tecnología estaba al principio unida a la mujer. ¿Tiene sexo la tecnología?

Para responder esta pregunta tengo que hacer un par de apuntes previos. ¿Qué es la tecnología, o cómo la voy a entender durante esta conversación? Herramientas que facilitan la acción (¿sólo humana?): pueden ser una calculadora, la rueda, el lenguaje… Habría que diferenciar este concepto más amplio del de nuevas tecnologías: con el que podemos hablar de los desarrollos tecnológicos basados en la comunicación y la presencia de microprocesadores que vienen sucediéndose en los últimos 70 años. Por otro lado, creo que con sexo te refieres a lo que Judith Butler define como género: ella habla del sexo como la primera categoría de la cadena simbólica y que se atribuye de manera binaria en función de las características anatómicas (macho/hembra), y de género como el siguiente paso de esta cadena (hombre/mujer) que conlleva un rol femenino o masculino. Me parece importante diferenciarlo porque no hacerlo daría lugar a un criterio esencialista.

Teniendo esto en cuenta, me interesa la relación que se hace entre ciertos aspectos de la tecnología con propuestas feministas (el pensamiento reticular como metodología, las narrativas tentaculares, la descentralización y desterritorialización del poder…). También es cierto que muchas de las personas que hicieron los descubrimientos que posibilitaron lo que hoy entendemos como nuevas tecnologías fueron mujeres (cada vez es más conocido el nombre de Ada Lovelace y su papel en el desarrollo de los lenguajes de programación, por ejemplo), y también lo son gran parte de quienes han trabajado históricamente en las tecnologías de comunicación e información (como las telefonistas).

Me interesa cómo Wajcman estudia la relación mujer-máquina, pero claro, la pregunta me recuerda también al manifiesto cyborg de Haraway, y yo que suelo tender a la utopía me pregunto: ¿por qué atribuir una esencia o género binario a algo tan complejo, extenso, cambiante, plural?

¿De qué hablamos cuando hablamos de tecnofeminismo? ¿Es un movimiento diferente al ciberfeminismo o parte de lo mismo? Me refiero, por ejemplo, al Internet de las cosas y la tecnología ‘conectada’ a la red y ‘controlada’.

Bueno, precisamente es fácil encontrar multitud de textos que identifican el tecnofeminismo con una corriente feminista más distópica, que entiende los espacios tecnológicos como lugares en los que se han replicado las estructuras de poder que veníamos montándonos fuera de lo virtual o de las tecnologías de la información; y el ciberfeminismo como la corriente más optimista que encuentra en internet y las tecnologías vinculadas una caja de herramientas para desmontar las representaciones culturales de la sexualidad tradicionales y subvertir la identidad masculina patriarcal. Las dos corrientes describen lo que está pasando: las nuevas tecnologías, como herramientas que facilitan nuestras acciones, han sido explotadas por las élites capitalistas, que son heteropatriarcales, para facilitar sus fines extractivistas. Y a la vez, nos ofrecen herramientas que potencian las resistencias más radicales.

Cuando pienso en tecnología feminista me viene a la cabeza la píldora anticonceptiva. Pero incluso así, está en manos de las farmacéuticas. ¿Podemos reapropiarnos de la tecnología creada dentro del sistema?

Justo éste se puede entender como un ejemplo de lo que decía, y también de cómo las tecnologías dominadas por las élites capitalistas bloquean desarrollos posibles que los feminismos exigen desde hace mucho tiempo. Pienso que podemos reapropiarnos de la tecnología para crear otros sistemas y que podemos inventar otras tecnologías dentro y fuera del sistema hegemónico. Y también que de todas esas tecnologías posibles, el sistema hegemónico terminará apropiándose de unas y siendo incapaz de comprender, y por tanto absorber, otras. Se me ocurre compararlo con lo que ocurre con la música, por ejemplo, que también podemos entender como otra tecnología.

Si el género es una construcción social, ¿modificando los objetos o su uso podemos modificar también esa identidad construida?

Sí. Modificando los objetos, modificando nuestros cuerpos, hibridándolos entre sí y no sólo desplazándonos en el continuo persona-máquina que entenderíamos como cyborg, sino también experimentando el devenir en el continuo naturaleza-cultura-tecnología (Braidotti habla de esto), de límites tan difusos y que saca a la persona del centro de la manera en que entendemos e imaginamos el mundo (antropocentrismo) y la deja como un elemento más de toda una simbiosis de lo que existe. Esto puede ser complicado de entender, y sobre todo de poner en práctica, pero parte de la idea de analizar las estructuras de poder y la correspondiente distribución de privilegios más allá de lo humano.

El taller ‘clítoris que pinchan’ se basa en el modelado 3D de armas de autodefensa feminista. ¿Realmente la impresión 3D puede ayudarnos a socavar ciertas ‘verdades’ machistas sobre lo que es normal o no en términos biológicos?

El origen de este proyecto es #powerprototyping, otro trabajo anterior que realizamos Madlab Makers en Madrid el año pasado partiendo del modelo 3D de clítoris de Odille Fillod para hablar de autocoñocimiento, de sexualidad y de las potencias de la fabricación digital. Esto se sumó a ideas que compañeras del hacklab de La Ingobernable compartieron en algunas de las pocas sesiones a las que pude ir, a la inspiración ciberfeminista, a la conciencia de la profunda brecha digital y a la necesidad de acción autogestionada frente a las resoluciones judiciales de los casos más polémicos de violencia machista del último año. Todo esto me remueve y me resulta inevitable imaginar vías de acción. Algunas no sé cómo ponerlas en práctica y las convierto en ficciones para fanzines, otras las puedo canalizar a través de actividades como ésta gracias al colectivo de producción tecnológica que creamos hace apenas seis meses Ali Yerdel, Patricio Rivera y yo: TMTMTM (the machine that makes the machine).

Es importante tener en cuenta que la impresión 3D no es la panacea. Como todo, hay que abordarla desde un sentido crítico y tenemos que ser conscientes de que es una herramienta muy fácilmente apropiable por el mercado capitalista. Ya utiliza estrategias de marketing como el discurso de la personalización caprichosa e imagina futuros poco sostenibles: tener una impresora 3D en casa e imprimirnos hasta los platos no es viable ecológica y socialmente. Existen muchas otras técnicas tradicionales como la cerámica que tiene mucho más sentido utilizar en una lógica de cuidados. Lo que sí es cierto es que la impresión 3D y los modelos de código libre asociados son herramientas de producción que democratizan procesos antes inaccesibles y que posibilitan estrategias de resistencia a las armas de la economía capitalista (obsolescencia, centralización de los medios de producción, patentes…). Esto es útil tanto para profesionales autónomos o de proyectos de pequeño alcance económico, como para la ciudadanía general si se organizara un sistema de fablabs públicos asociados a centros cívicos o similar, a proyectos pedagógicos, y en este caso, a un proyecto artístico colectivo que plantea revisar qué conocemos y damos a conocer sobre nuestros cuerpos, qué conocemos y damos a conocer de nuestros usos de la tecnología, y qué relación tiene todo esto con las violencias machistas.

El clítoris es el gran ausente de los libros de ciencia escolares. ¿Es la educación sexual el centro del problema? ¿Y la solución?

La educación, en general, es uno de los grandes problemas. Entendiendo que todo educa y que todo es político porque toda acción contribuye a la construcción de futuro, me gusta subrayar que la neutralidad no existe, es posicionarse con la postura dominante. Por tanto, si la postura dominante es capitalista y heteropatriarcal, una educación pretendidamente neutral, que es la que impera, también lo será. Pero la educación es una pieza más del engranaje, al igual que lo son cualquier tipo de políticas públicas. En este sentido sí soy más pesimista y me cuesta confiar en que algún gobierno va a venir a proponer soluciones radicales. Es como tener fe en que va a venir un salvador. Por eso, me interesa trabajar e imaginar las políticas que individual y colectivamente ponemos en práctica en lo personal y en lo social, y pensar que es desde las bases y las micropolíticas donde podemos construir otras maneras de habitar y convivir.

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Modelo de clítoris 3D

¿En qué medida el activismo feminista en ciencia y tecnología tiene repercusión social y política? ¿Ocurre también en España?

Por un lado, en la medida en que las estructuras políticas de gobierno y las institucionales sean capaces de salir de sus jerarquías patriarcales y de dejar hueco a otras diversidades. Al final, la repercusión social y política más mediática viene dada por las decisiones que toman quienes dirigen gobiernos e instituciones; a veces son propuestas que hacen y a veces propuestas a las que dejan espacio. Si estas personas pertenecen siempre a unas mismas clases/géneros/geografías/etc, y además se rodean de personas muy parecidas, tendrán una perspectiva muy limitada de cualquier problema. Entonces: cuando entran feministas a estos cargos, empieza a haber repercusión. Y cuando entren activistas y afectadxs por cada conflicto, empezará a haber repercusión. Después hay que tener cuidado de muchas otras cosas, por ejemplo de la instrumentalización de los activismos.

Por otro lado, la coordinación subversiva de los afectos y cuidados fuera de las estructuras institucionalizadas es para mí fundamental para viralizar otras maneras de relacionarnos que partan de conocimientos situados, supervivencias colaborativas, atención a los cuerpos… Y esto también termina filtrándose en la institución desde la base.

En España hay mucho camino por recorrer, pero también, sin caer en la autocomplacencia, hay que visibilizar los pasitos que van dándose. El tema de incluir la sexualidad desde esta perspectiva en la educación me recuerda al trabajo que están haciendo personas tan maravillosas como Isabel Duque, la Psicowoman, en colegios andaluces.

Dicen que la mejor defensa es un buen ataque y Un clítoris que pincha es un arma de autodefensa contra la violencia del sistema, ¿no deberíamos, además de defendernos, pasar al ataque?

Este es un tema muy interesante que salió durante la primera sesión del taller. Me parece positivo que cada unx haga examen de sus energías, autocuidado y que encuentre una estrategia de acción con la que se sienta bien. Una de las participantes nos contó que llevaba tiempo trabajando el ataque desde la no-agresión con actividades de ocupación del espacio público como el sexo lésbico en la calle. A mí esto me parece super potente. Yo soy más de machacar con advertencias continuas a los machos dominantes de mis entornos a los que puedo desafiar, pero también a veces me interesa el uso de la orina o la regla como arma de ataque a espacios que explicitan posiciones machistas. Esto es complicado, porque también tienes que cuestionarte a quién repercute en lo material un ataque simbólico: ¿después quién será quien limpie las manchas?

Háblanos de otras tecnologías feministas posibles o existentes y cómo pueden crear relaciones más igualitarias. ¿También pueden abarcar cambios a un nivel global?

Se me ocurren infinitas, sobre todo porque cualquier tecnología podría ser utilizada desde el feminismo/ecologismo/etc a favor de sus fines. Creo que lxs feministas estamos aprovechando bastante las tecnologías de comunicación y siendo capaces de conectar con otros movimientos feministas de todo el mundo. Dentro de los propios feminismos se producen también exclusiones y opresiones que no podemos obviar y que debemos trabajar profundamente, pero estas organizaciones en red que estamos creando están siendo muy útiles, por ejemplo, para recibir feedback de realidades que las feministas blancas europeas no hemos sido capaces de evitar o de comprender por nosotras mismas.

Y en este sentido, me parece fundamental orientar esfuerzos a tecnologías de diálogo y de coordinación, que permitan gestionar protocolos o acciones colectivas de protección, de cuidado, de defensa, de celebración, de ataque… Se me ocurren dos ejemplos que no son muy difíciles de poner en práctica cotidiana: las cooperativas de consumo y los macro-grupos de aviso ante agresiones en apps móviles o Telegram.

Desde el ecofeminismo se hace una asociación ‘natural’ entre las mujeres y la naturaleza como víctimas ambas de dominación y explotación. ¿Crees que afianzan este tipo de ideas más esencialistas los roles de género?

Es cierto que naturaleza y mujer han sido sometidas a una explotación reproductiva histórica, y esto es lo que podríamos decir que une a todas las corrientes del ecofeminismo. A partir de aquí, se pueden encontrar posturas más esencialistas como la de Mary Daly pero también otras, que a mí me interesan más, como la del ecofeminismo constructivista, que entiende esta explotación histórica como un proceso cultural que puede subvertirse, y el ecofeminismo espiritual, que encuentra vital la alianza entre mujeres y naturaleza para alcanzar el buen vivir. El caso es que estas últimas corrientes son muy compatibles con el tecnofeminismo o ciberfeminismo y, aún más, su convivencia y sinergias son interesantísimas.

¿En qué armas de autodefensa estáis trabajando en el taller de Hangar?

Hemos diseñado un arma que recogía las diversas inquietudes o intereses que expusimos: partiendo del modelo 3D de Odille Fillod, hemos transformado el glande en un silbato que lo agranda y lo convierte en un órgano más ambiguo. Hemos alargado y afilado los cuerpos cavernosos y hemos transformado los bulbos vestibulares en válvulas que pueden expulsar diversos líquidos: agua con limón, líquidos pigmentados que marquen al agresor o le hagan parecer herido y necesitado de socorro (lo que puede hacer que otras personas lo alejen de ti)… Configuramos así tres estrategias en un mismo objeto.

Durante las dos próximas sesiones trabajaremos juntas en desarrollar su modelo 3D y en imprimirla. La propuesta final que haré será liberar el diseño en Grid Espinoza (página de investigación de Hangar), la web de TMTMTM y los repositorios o redes que nos parezcan adecuadas.

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«Somos el virus de un nuevo desorden mundial. El clítoris es una línea directa a Matrix». Fragmento del ‘Manifiesto ciberfeminista’ de VNS Matrix.

¿Y si tuvieras que crear el arma definitiva contra la violencia machista?

Pienso que no existe un arma, sino múltiples para cada persona que decida entrar en esta lucha. Lo que sí me interesa resaltar es un objetivo: dinamitar el elitismo de clase. De ello habla Bell Hooks y lo aplico a cualquier tipo de jerarquía opresora que esté en funcionamiento. El elitismo del conocimiento es uno de los más poderosos y más importantes por derrocar. No sólo tiene que ver con el acceso al conocimiento y las jerarquías a las que la propiedad de ciertos saberes dan lugar, sino también a las herramientas que utilizamos para que el conocimiento accesible sea útil y legible (esto me recuerda al proyecto Mundanizar el mundo que el CA2M de Móstoles ha programado para el mes que viene, que me encantó y es una de las muchas maneras de trabajarlo) y, también, con los mecanismos que establecen o excluyen el conocimiento legitimado.

Una de las armas más mundanas es cuidar a nuestras compañeras cada día. Y otra, aunque esto no sé si es un arma, es ser conscientes de que las desigualdades de las que hablamos nos vienen atravesando desde que nacemos, y no debemos dar por hecho nunca que ya nos las hemos trabajado lo suficiente. Ni nosotrxs mismas ni nadie ha terminado con esto. Estar en guardia no estará nunca de más.

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