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¿Por qué celebra Macedonia un referéndum sobre su nombre?

Es poco frecuente que un país cambie de nombre, menos aún que lo haga para satisfacer la petición de un vecino, en este caso Grecia. ¿Por qué se les pide a los macedonios que acepten designar el Estado como la «República de Macedonia del Norte»?

¿Por qué celebra Macedonia un referéndum sobre su nombre?

Es poco frecuente que un país cambie de nombre, menos aún que lo haga para satisfacer la petición de un vecino, en este caso Grecia. ¿Por qué se les pide a los macedonios que acepten designar el Estado como la «República de Macedonia del Norte»? ¿Qué pasará si gana el no?

¿Cuál es el problema?

En 1991, Macedonia proclamó su independencia de Yugoslavia. Atenas le negó entonces el derecho a utilizar el nombre de «Macedonia» al considerar que este sólo puede designar su provincia septentrional. Grecia cree el país vecino trata de usurpar su patrimonio, especialmente el de Alejandro Magno, y mantiene ambiciones territoriales ocultas.

Los macedonios entraron en la ONU con el nombre de «Antigua República Yugoslava de Macedonia». El veto griego les cerró las puertas de la OTAN y de la Unión Europea, mientras la derecha nacionalista al poder en Skopie mantenía una línea dura.

En 2017, la llegada al poder de los socialdemócratas, apoyados por los partidos albaneses, cambió la situación. El Gobierno cerró un acuerdo con los griegos en julio para convertir el país en la «República de Macedonia del Norte».

¿Bastará el «sí» para cambiar de nombre?

No. El primer ministro, Zoran Zaev, insiste en el carácter consultivo del referéndum, que se celebra el 30 de septiembre. Su resultado deberá ser validado por el Parlamento, con una mayoría de dos tercios de la que no dispone la coalición gobernante. Se necesitará por tanto el visto bueno de una parte de la derecha (VMRO-DPMNE), que está dividida sobre esta cuestión.

Zaev espera una fuerte participación para un «sí» claro y contundente que lleve a los políticos a aprobar el cambio de nombre. Quedaría entonces un último obstáculo: la ratificación griega.

¿Cuál es el interés para la población?

Aunque se muestran reticentes ante la imposición de un cambio de nombre, muchos macedonios quieren aprovechar esta ocasión para acercarse a la Unión Europea y la OTAN. El «sí» es favorito.

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Zoran Zaev, primer ministro de Macedonia | FOTO: Boris Grdanoski | AP

¿Qué pasará si gana el «no»?

El Parlamento puede contradecir el resultado del referéndum consultivo, pero parece poco probable que en ese caso el Gobierno consiga una mayoría parlamentaria de dos tercios. Con un «no», es probable que las puertas de la OTAN y la UE se vuelvan a cerrar.

¿Cambiará el nombre del idioma?

Para muchos macedonios era una línea roja. El acuerdo prevé que su lengua se siga llamando el «macedonio», una victoria para Zoran Zaev.

¿Hay que temer una interferencia rusa?

El secretario estadounidense de Defensa, Jim Mattis, aseguró no tener «ninguna duda» sobre una interferencia rusa en la votación. Zaev dijo, por su parte, que no tenía «ninguna prueba» al respecto.

«No hay duda de que Rusia no tiene ningún interés en que se resuelvan todas esas disputas regionales», opina James Ker-Lindsay, universitario británico especialista en los Balcanes. Pero afirma que no ha visto ninguna señal de interferencia rusa. Y el Kremlin no tiene en Macedonia la misma influencia en la opinión pública que Serbia o Montenegro.

¿Quién hace campaña por el «no»?

Los grandes medios de comunicación públicos han defendido el «sí». Los opositores al acuerdo han lanzado una campaña en las redes sociales –#Bojkotiram (boicot, en castellano)–. El presidente Gjorge Ivanov, vinculado a la derecha y cuyo poder es sobre todo honorífico, ha anunciado que no participará en el referéndum.

¿Qué efecto tendrá en los Balcanes?

Zoran Zaev está convencido de que un «no» abriría «un nuevo capítulo de inseguridad e inestabilidad» en los Balcanes. «No cabe duda de que sería un fracaso muy grave para los Balcanes, y también para la región», abunda James Ker-Lindsay.

Una victoria del «sí» demostraría «que los problemas identitarios pueden resolverse mediante acuerdos de este tipo«, asegura el primer ministro.

Texto: AFP

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