#MeToo: un año destapando abusos sexuales
El movimiento #MeToo cumple un año, el movimiento explotó tras salir a la luz los abusos del productor de Hollywood, el 5 de octubre de 2017.
«Harvey Weinstein Paid Off Sexual Harassment Accusers for Decades». –»Harvey Weinstein ha pagado a quienes le acusaban de acoso sexual durante décadas», en su traducción al castellano–. Con este titular, justo hace hoy un año, The New York Times daba lugar, aún sin saberlo, a uno de los movimientos más importantes y reivindicativos del siglo XXI. El 5 de octubre de 2017 se encendía la llama del movimiento #MeToo (Yo también).
«Hace dos décadas, el productor de Hollywood Harvey Weinstein invitó a Ashley Judd al hotel Peninsula Beverly Hills para lo que la joven actriz esperaba que fuera un desayuno de negocios. En cambio, la hizo subir a su habitación, donde [el productor] apareció en bata de baño y le preguntó si podía darle un masaje o mirarlo mientras se bañaba», comenzaba el artículo.
Era jueves. El domingo, el productor de cine estadounidense fue despedido de su propia empresa. Lo que vendría después, aunque en Hollywood era un secreto a voces, nadie se lo imaginaba. Decenas de mujeres denunciaban públicamente al reputado y galardonado productor de acoso sexual, agresión sexual o violación.
Sólo pasaron cinco días, el 10 de octubre de 2017, para que 13 mujeres se armaran de valor y denunciaran a Weinstein de agresión o acoso sexual, tres aseguraban haber sido violadas. Estas informaciones eran publicadas por el corresponsal de NBC News, Ronan Farrow, en el The New Yorker. Entre los nombres de las chicas, actrices conocidas como Asia Argento, Mira Sorvino y Rosanna Arquette. Al día siguiente, se sumaron Gwyneth Paltrow y Angelina Jolie.
En total, hasta la fecha, 85 mujeres aseguran haber sido hostigadas o agredidas sexualmente por Weinstein y 13 lo acusan de violación. Hoy, despedido de su propia empresa y expulsado de la Academia del Cine de Hollywood, está en libertad bajo fianza a la espera de un proceso que podría enviarle durante años a la cárcel.
Y así empezaba un enorme cambio cultural, un gran paso para romper tabúes que tomaba forma poco a poco alentado en sus inicios por la actriz Alyssa Milano que, el 15 de octubre a las 13:21 de Los Ángeles, escribía un tuit en el que pedía que todas las mujeres que hubieran sufrido algún tipo de acoso sexual respondieran diciendo me too: «Si has sido acosado o asaltado sexualmente, escribe ‘yo también’ como respuesta a este tweet». Tiene más de 66.000 respuestas.
If you’ve been sexually harassed or assaulted write ‘me too’ as a reply to this tweet. pic.twitter.com/k2oeCiUf9n
— Alyssa Milano (@Alyssa_Milano) 15 de octubre de 2017
El efecto Weinstein
Las acusaciones de octubre de 2017 contra Weinstein precipitaron un «cálculo de cuentas nacional» inmediato contra el acoso y la agresión sexual en Estados Unidos, conocido como el efecto Weinstein y apoyado por la campaña #MeToo. La onda expansiva ha llegado a lugares que nada tienen que ver con el mundo de Hollywood y ha calado en otros países dando lugar a la rápida expulsión de muchos hombres en posiciones de poder.
En la industria del entretenimiento, las acusaciones llevaron a la salida de actores y directores por igual. Uno de los casos mas prominentes ha sido el del actor Kevin Spacey. El 30 de octubre de 2017, el también actor Anthony Rapp declaraba que en 1986, siendo aún menor de edad, había sido acosado sexualmente por Spacey en el transcurso de una fiesta celebrada en la residencia de éste.
A partir de las declaraciones de Rapp surgieron nuevas acusaciones similares, incluso de varios empleados y exempleados de la serie de Netflix House of Cards, de la que formaba parte. El 3 de noviembre de 2017, Netflix anunciaba que cancelaba todos sus compromisos y proyectos con Spacey y días después este ingresaba en una clínica para someterse a tratamiento por su adicción al sexo.
El comediante Louis C.K. y el cineasta Brett Ratner también tuvieron proyectos cancelados después de al menos seis acusaciones cada uno. Más de 200 mujeres acusaron al cineasta James Toback de acoso sexual. En el periodismo, las acusaciones llegaron a exitosos editores, publicistas e incluso presentadores, como Bill O’Reilly, Charlie Rose y Matt Lauer. En otras industrias, el chef John Besh y otros ejecutivos de finanzas y relaciones públicas también han sido acusados.
Esta onda expansiva ha salpicado hasta al mismísimo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Hasta 22 mujeres han acusado al líder estadounidense de conducta sexual inapropiada entre los años 1970 y 2013. Una de las denunciantes, Samantha Holvey, quien recientemente ha hablado nuevamente sobre su experiencia con Trump cuando fue concursante de Miss USA, ha afirmado que aunque su elección fue dolorosa, vio el movimiento #MeToo como una oportunidad para «intentar la segunda ronda».
La modelo Kathryn Mayorga ha sido la última a la que el movimiento #MeToo ha dado valor para denunciar una presunta violación, esta vez contra el futbolista Cristiano Ronaldo. Mayorga asegura que el jugador del Juventus de Turín la violó en 2009 en una habitación de un hotel de Las Vegas.
Un año, una condena
No hay duda que el #MeToo ha servido para dar visibilidad y también fuerza a todas esas mujeres que durante años se han sentido avergonzadas y con un sentimiento de culpabilidad infundado.
Sin embargo, un año después de su creación y cientos de denuncias contra decenas de actores, presentadores, empresarios o publicistas sólo una sola persona ha sido condenada. Hablamos del fotógrafo francés Jean-Claude Arnault, condenado este lunes en Suecia a dos años de prisión por violación. Este caso ha obligado a aplazar un año el Premio Nobel de Literatura por sus vínculos con la Academia.
El impacto del #MeToo sigue hoy más vivo que nunca con el tumultuoso proceso de confirmación del candidato a la vacante del Tribunal Supremo, Brett Kavanaugh, acusado de abusos sexuales por varias mujeres. Este jueves, miles de personas marchaban en Washington contra la nominación del juez, en unas protestas que acabaron con 302 detenidos frente al Congreso.
Y es que está claro que, aunque la humillación y la culpa creada todavía pesa, el #MeToo sigue rasgando ese velo de silencio y vergüenza y gritando bien fuerte que «no estamos solas».