Vladimir Padrino López, el pilar que sostiene a Maduro
Su afinidad ideológica con el chavismo le otorgó poder, pero al mismo tiempo lo desdora ante sus pares
Orden y disciplina. El Ministro de Defensa del Gobierno de Nicolás Maduro es un fiel representante de los valores de la institución castrense hasta que abre la boca. Su afinidad ideológica con el chavismo le otorgó poder, pero al mismo tiempo lo desdora ante sus pares. Alguna vez dijo que Bolívar fundó las milicias 67 años después de su muerte. Con la misma precisión dice que Nicolás Maduro es legítimo en Miraflores y le jura lealtad en nombre de todos los cuarteles. Este 30 de abril garantiza nuevamente su fidelidad al hijo político de Hugo Chávez tras el movimiento cívico-militar encabezado por Juan Guaidó en la base aérea La Carlota. En sus manos pudiera estar la vigencia de la Constitución venezolana.
Calla y actúa normal. Aplaude. No queda más que hacer eso cuando el presidente de una nación subordina a todo su gabinete y a todas las instituciones del Estado bajo los designios de un solo hombre. Un militar. El primero de su curso. Quien más tiempo ha logrado asirse al cargo de Ministro de la Defensa. “No era el más avezado desde el punto de vista académico”, afirma el general retirado Antonio Rivero, su compañero en la promoción “General de Brigada Juan Gómez Mireles”, egresada de la Academia Militar el 5 de julio de 1984, y en la que ocupó el puesto número 18. En ese entonces Vladimir Padrino López era un simple joven nacido en Santa Rosalía, criado en La Candelaria –al oeste de la capital– y una ficha fija para acompañar a cumpleañeras y reinas de belleza cuando había que realizar un Cruce de Sables. “Siempre lo escogían por su porte, por su estatura. Era muy educado”, asegura quien durante años se sintió como su amigo, al punto de pasar más de una Navidad juntos.
En tiempos de la llamada Cuarta República –antes del chavismo–, a Padrino se le conocía por ser afable y carismático, por entonar música criolla en fiestas y reuniones, y por su destreza con el cuatro. Ser de chiste fácil y buen humor. El mismo Rivero comenta que fue después cuando comenzó a destacar dentro de las Fuerzas Armadas, al punto de que fue seleccionado para hacer un curso de operaciones psicológicas en la Escuela de las Américas —SOA, por sus siglas en inglés— en 1995, en Fort Benning —una instalación militar de los Estados Unidos.
En el país del norte, desde donde se desata, según Padrino, la “guerra no convencional” sobre Venezuela, nació su primer hijo, Mitchell. La madre es la hija del coronel Ángel Vicente Betancourt Infante; para no abandonar la costumbre de que hija de militar se casa con militar.
El 25 de octubre de 2014 asume como Ministro de la Defensa, un cargo donde se ha eternizado por cinco años. Por primera vez un ministro dura tanto frente a esa cartera, que denota la rotación de promociones al frente de los cuarteles del país. Pero él es inamovible. Es más, su poder ha ido más allá. Hasta 2017 se constituyeron 14 compañías militares en áreas clave, con lo cual el poderío económico de la FAN asciende a un total de 20 industrias, afirma Crónica.uno.
El 11 de julio de 2016, Nicolás Maduro lo puso a cargo de la Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro. Lo convirtió en la mano que le daba de comer al país, y subordinó al resto de su Gabinete a los designios del uniformado.
“Es un asunto de disciplina. No es un asunto de militarizar. Yo soy un hombre formado en las ciencias y el arte militar, pero no me gusta el militarismo. No me gusta la intervención militar en los asuntos que no son de naturaleza militar, pero esto es un asunto de seguridad y defensa de la patria”. Así se defendió de las críticas que llovieron por su designación.
Entre 2014 y 2017 también encabezó el Comando Estratégico Operacional, y a su salida del cargo fue sancionado por países como Estados Unidos, Canadá y otras naciones por violación a derechos humanos.
En los vaivenes del chavismo
Un ministro de Defensa debe estar preparado para dirigir, coordinar y gerenciar, al tiempo que debe tener una alta capacidad operacional para tomar decisiones en caso de conflicto.
El mayor general retirado y excomandante de la Red de Defensa Integral (Redi) Guayana Clíver Alcalá afirma que Padrino —general con cuatro soles— tiene un check list en cada punto, sazonado con algo de malicia: “Se le reconoce en los círculos militares como el hombre más brillante que hay. Incluso internacionalmente es así, pero es un genio incontrolado que destruye todo lo que toca. A lo mejor por eso mismo le dieron el cargo”.
Alcalá asegura que son amigos. Que se conocen desde la Academia Militar —de la que egresó un año antes—, pero es fiel a estos tiempos de contradicciones militares: “Es una serpiente. Un alacrán, que pica, que muerde. Que si no te cuidas te destruye”.
¿Y qué diría su amigo si le escucha decir estas cosas?
—Nada. Él sabe que eso es lo que pienso, y yo siempre se lo digo.
Raúl Salazar, el primer ministro de la Defensa del chavismo, no conoce personalmente a Padrino, quien llegó tarde a las filas de la revolución. El propio Hugo Chávez fue su instructor cuando eran cadetes en tercer o cuarto año, pero en esos tiempos la intentona golpista de 1992 todavía estaba lejos. “La afinidad entre Chávez y Padrino se da por el gusto compartido hacia la música llanera. Padrino tiene una personalidad maleable y con un buen trato lo llevas a donde quieras. Yo creo que a la larga, Chávez lo utilizó. Lo manipuló. Y en eso también influyó Miguel Rodríguez Torres”, señala Rivero. El mundo militar es un pañuelo y el exministro de Interior y Justicia, ahora preso en los calabozos de la policía política Sebin, también se graduó con Padrino y con Rivero.
El vicealmirante Rafael Huizi Clavier, presidente del Frente Institucional Militar, estaba en funciones durante el golpe de 1992, y luego participó en la investigación para determinar las responsabilidades. “Padrino tuvo una actuación menor. No tomó las armas. Ni estuvo comprometido”, asegura. Su actuación se limitó a saber lo que se estaba gestando en el seno del Ejército. Era joven y se le permitió continuar con su carrera, porque la tiene. Entre sus títulos se cuentan dos maestrías, una en Ciencias y Artes Militares, y otra en Ciencias Gerenciales.
En 2002, cuando el victimario se convirtió en víctima, los azares volvieron a ligar a Padrino con el intergaláctico. Era teniente coronel y estaba a cargo del Batallón Bolívar, acantonado en Fuerte Tiuna. “Él junto a un grupo de alrededor de 20 comandantes exigió que Chávez apareciera porque no había renuncia. Entonces tampoco había una cercanía ideológica. Lo hizo para cumplir con la institucionalidad”, explica Rivero. Sin embargo, de ahí en adelante no hubo vuelta atrás. Padrino fue condecorado dos semanas después por Hugo Chávez y todos sus ascensos se cumplieron puntualmente.
En 2010 lo elevan a general de división y en 2012 a mayor general, segundo comandante del Ejército y jefe del Estado Mayor. A partir de entonces no quedó duda de la afinidad con el fallecido. El propio Padrino se encargó que se así fuera. “Se hacen presentes en la avenida Monumental de Los Próceres 10.890 patriotas, bolivarianos, socialistas, antiimperialistas, revolucionarios, adiestrados y equipados para asumir el sagrado deber de la defensa de la nación”, exclamó en el desfile del 5 de julio de 2012. “Su ascenso ya se ventilaba. No podía negarse a utilizar la palabra socialista para poder ascender”, dice Rivero.
“Después de la muerte de Chávez, creo que Padrino se sintió demasiado comprometido con su memoria. Él había ascendido por sus méritos. Nunca había hablado de izquierda o de ideología. Inicialmente estaba en contra de la presencia cubana dentro de las FANB”. Pero a los Castro ahora también les está agradecido. En 2015, un mes después de haber sido ratificado como Ministro de Defensa —cargo que ocupa desde el 24 de octubre de 2014—, Maduro anunció que el general se iba de reposo. No dijo más. Ahora se sabe que tenía una afección en el hígado, que le fue tratada en la isla.
Orden en el desorden
Tenía tres meses como ministro cuando volvió a entrar al ojo del huracán. Aprobó, mediante la Resolución 008610, el uso de armas mortales para frenar las manifestaciones y evitar desórdenes. Rivero, cuya amistad es más fiel que la de Alcalá, aunque no se hablen desde 2012, lo exime de culpas: “Él preparó un borrador, un papel de trabajo. El documento cae en manos de Maduro y este de una vez lo manda a habilitar. Después ya no podía retroceder, ni negarse”.
Por esto, por desconocer la Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional, y por asumir en forma reiterada posición político partidista en el seno de la institución castrense, la ONG Control Ciudadano solicitó el 7 de abril su destitución. Nada pasó. “Padrino encarna la simbología del poder. Es un general de cuatro soles. Eso lo convierte en una figura de orden, de jerarquía. Así el gobierno genera una autoridad dentro de su anarquía. En el gabinete hay ministros militares y ninguno tiene ese rango, por eso se le respeta”, explica Rocío San Miguel, presidenta de la organización. “Una cualidad evidente es su capacidad incansable de trabajo. Su mayor defecto es que ha profundizado la partidización de las FANB”.
Sin embargo, esto no se contradice con los intereses de la revolución bolivariana. Para el doctor en Historia Luis Alberto Buttó, Padrino únicamente está en ese cargo por su afinidad ideológica. Ni siquiera por su jerarquía: “El generalato está sobredimensionado. La disciplina y la responsabilidad deben ser características comunes entre todos los miembros de las FANB. Insistir en una salida militar al problema es insistir en sus causas. Tenemos 20 años viviendo en un régimen militar y los resultados están a la vista”.
San Miguel tiene otra visión. Nadie después de Chávez ha logrado amalgamar tantos grupos de poder dentro de la fuerza armada. Dentro de los cuarteles todavía no existe un Padrinismo, pero la activista no lo descarta: “Él no representa a ninguna facción, pero eso no quita que en el futuro no pueda suceder. En 2002 nadie pensaba que Diosdado Cabello acumularía tanto poder y míralo ahora”.
¿El país está en sus manos?
Unas elecciones sin condiciones se llevaron a cabo el 20 de mayo de 2018, y el Consejo Nacional Electoral declaró a Nicolás Maduro como ganador para ejercer un segundo periodo presidencial, hasta 2025. Pero la oposición, el Poder Legislativo, la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea, el Grupo de Lima, Estados Unidos y otros actores internacionales no reconocen la legalidad de aquellos comicios. Califican como ilegítima e ilegal, por tanto, el mandato de Nicolás Maduro.
El presidente del Poder Legislativo y presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, en nombre de toda la Asamblea Nacional, ha insistido en que la cadena de mando castrense está rota, en que no hay Comandante en Jefe sino un usurpador al frente del Estado. De allí su insistencia a que los militares, como el pueblo todo y la comunidad internacional, se incorporen a la restauración del estado de derecho. Pero el 10 de enero de 2019, el Alto Mando Militar aplaudió la juramentación de Maduro y posteriormente le rindieron honores en la Academia Militar; y en compañía de 4.900 oficiales, soldados y cadetes. Allí juraron “lealtad y subordinación absoluta” al gobernante. Guaidó insiste en que “la Constitución me da la legitimidad para ejercer la encargaduría de la Presidencia de la República para convocar elecciones”, pero ello solo se hará efectivo con apoyo de la Fuerza Armada.
El apoyo de los militares que la oposición esperaba se materializó durante la madrugada del 30 de abril: funcionarios aparecieron con fusiles en mano y con bandas azules como distintivo en el Distribuidor Altamira para apoyar el llamado del presidente encargado Juan Guaidó, quien además estuvo acompañado del líder opositor y preso político Leopoldo López, de rebelarse contra el régimen de Maduro y llenar las calles del país. “Hacemos un gran llamado a los empleados públicos y a un componente fundamental, no solamente para la transición, para la reconstrucción, para recuperar la soberanía, nuestra Fuerza Armada. Hoy valientes soldados, valientes patriotas, valientes hombres apegados a la Constitución han acudido a nuestro llamado (…) Hoy la Fuerza Armada está claramente del lado del pueblo, leales a la Constitución”.
Más de seis horas después, Padrino López hizo su aparición para dejarlo claro una vez más: su lealtad es roja rojita. “Es un intento de golpe de Estado, sin duda alguna. De una magnitud mediocre porque entre otras cosas, el 80% de todos los efectivos que acudieron a ese distribuidor fueron engañados”, aseguró el militar. Afirma que los soldados venezolanos están más cohesionados que nunca. “Nosotros nos volveremos a poner de pie, a pararnos firmes frente al horizonte, reafirmar nuestro compromiso de defensa de la Constitución, de defensa a las instituciones, lealtad a la patria, a las autoridades legítimas, lealtad al pueblo de Venezuela. Nos volvemos a poner firmas acá a decirle al pueblo de Venezuela y al mundo entero que este hecho de violencia que atenta contra la paz y el sosiego de la ciudadanía, ha sido derrotado”. Y agregó: “Si quieren ganarse el respeto de la Fuerza Armada, dejen la guachafita”. Responsabiliza a la oposición de “cualquier derramamiento de sangre que pueda haber en la calles en las próximas horas. A Miraflores no se llega con violencia, porque serán sacados con violencia”.
¿Podrá Padrino López atender en algún momento a las disposiciones de la Constitución nacional que blande Guaidó y desconocer a Nicolás Maduro? ¿Será el dique que controle a otros dentro de los cuarteles que sí pretendan hacerlo?