Iglesias se tensa ante el auge de Vox: ¿dónde ha quedado aquel "sí se puede"?
Desde la sede de Unidas Podemos, donde se ha vivido una noche electoral muy tranquila, siguen firmes en su deseo de unión de las izquierdas
Con el 99.9% de votos escrutados, Unidas Podemos se consolida como cuarta fuerza más votada en las cuartas elecciones generales en cuatro años. 35 escaños. 3.092.647 votos.
A las diez y media, con más del 95% de votos escrutados y después de una noche electoral muy tranquila en la sede, la cúpula del partido ha comparecido ante los periodistas. Declaraciones a cuentagotas y sin ninguna novedad en su discurso desde las pasadas elecciones. En abril avisaron de la amenaza del avance de la ultraderecha si la izquierda no se unía para frenarla. Esta noche, la amenaza se ha cumplido. El fantasma de Vox y sus 52 diputados flotaba entre las palabras de Pablo Iglesias y Alberto Garzón.
Caras muy serias, tensas. Palabras firmes y reiterativas en su mensaje: pactar con el PSOE para frenar el avance de una extrema derecha «claramente enfrentada a los principios democráticos» en palabras de Garzón. Iglesias ha hablado con enfado. Camuflado con su habitual sosiego, sí, pero con una mirada casi agresiva. Ha llamado al líder del PSOE a la acción. «Le he escrito a Pedro Sánchez y le he dicho que los resultados no son buenos», ha declarado, «espero que Sánchez valore su error y lo rectifique». Una vez más, la pelota en su tejado.
¿Qué ha sido del clima del 15 – M?
Una de las preguntas de la noche: ¿qué ambiente se respira en la sede de los partidos políticos? En el Espacio Harley del barrio madrileño de Ventas se respiraba muy bien, había sitio de sobra. En el piso de abajo del edificio, reservado a los miembros del partido, el ambiente era muy tranquilo. Una hora antes de conocer los resultados, las conversaciones se cruzaban pero ninguna subía de tono.
En el piso de arriba, la prensa. Las pantallas divididas entre La Sexta y TVE. Un catering muy variado, a falta de declaraciones, para entretener a los periodistas. La calle, totalmente vacía. Esta vez no ha habido taxistas a las puertas. Ni un solo «sí se puede». La plaza del museo Reina Sofía, que hace unos años se llenaba para apoyar al partido que, para muchos, llegaba como un soplo de aire fresco para la política española, estaba desierta.
Desde el principio de la noche, en el partido han caminado con pies de plomo. No han querido declarar acerca de los resultados de las encuestas. Sobre las nueve de la noche, una hora después del cierre de los colegios electorales, Noelia Vera y Enrique Santiago han comparecido brevemente ante los periodistas acreditados. Ambos han teñido su discurso de optimismo. Apenas dos horas más tarde, las caras habían cambiado. El auge de Vox ha endurecido el gesto de los miembros de Unidas Podemos.
El 28A Unidas Podemos pasó de 71 a 42 escaños, perdió 29, más de un 40% de sus diputados. Esta noche ha perdido siete más. En medio de un clima social agitado por el conflicto en Cataluña y el hartazgo ante el bloqueo político, su discurso ha ido siempre un tono por debajo del del resto. Siempre pausado, apelando con sus propuestas, expresadas de una forma que roza lo didáctico, al sentido común de los ciudadanos. La del 10N ha sido una campaña plagada de guiños a Sánchez. Iglesias se ha mantenido firme hasta el final: quiere la unión de las izquierdas. Su mensaje sigue siendo sumar para gobernar y frenar a la ultraderecha.