Asma Al Assad: de banquera londinense a señora de la guerra, la historia de la 'Madre de Siria'
Asma Al Assad, a la que Vogue describió como «rosa del desierto» en febrero de 2011, unas semanas antes del inicio del levantamiento contra el Gobierno de su marido, Bashar Al Assad, ha ido sacando sus espinas en los últimos años hasta convertirse en la dama de hierro de Siria. Nacida y educada en Reino Unido, Asma Al Assad, ‘La Madre de Siria’, ha superado un cáncer, una guerra y todo pinta a que acabará superando también la acusación británica sobre crímenes de guerra que pesa sobre ella.
Siria lleva 10 años en crisis. Más de cinco millones de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares desde 2011, cuando estalló la guerra, y ahora, el 80% de los sirios vive bajo el umbral de la pobreza en un país que ha perdido más del 40% de su Producto Interior Bruto en esta última década.
Emma, la estudiante brillante
Lejos de los palacios de Damasco, esta hija de un renombrado cardiólogo sirio, Fawaz Akhras, y de la diplomática Sahar Otri al-Akhras, nació y se crió en Londres, en el popular barrio de Acton. Los padres de Asma llegaron a Londres en la década de 1970 en busca de mejores oportunidades. Asma asistió a una de las escuelas privadas para niñas más antiguas de Gran Bretaña, Queen’s College, donde sus compañeros la llaman Emma, al estilo occidental. Brillante, la joven estudió literatura francesa e informática en el King’s College.
Como la mayoría de los sirios, los padres de Asma son musulmanes sunitas, el grupo dominante en Siria hasta la década de 1960, cuando una pequeña secta llamada alauí se hizo con el poder en Siria. El padre de Bashar, Hafez Al Assad, se hizo con el poder en 1970.
Cuando todavía llevaba el apellido de su familia, Asma Akhras trabajaba en el sector de la banca de inversiones (primero en el Grupo Deutsche Bank y después en J. P. Morgan) y disfrutaba de sus vacaciones en Siria.
Su madre, Sahar, tenía planes ambiciosos para Asma. Su propio tío abuelo había ayudado a Hafez Al Assad, el padre de Bashar, a tomar el poder. Sahar utilizó esta conexión para conseguir un trabajo en la embajada de Siria en Londres. También estaba dispuesta a promover una unión entre Asma y Bashar, el segundo hijo de Hafez, según Sam Dagher, autor de Assad Or We Burn the Country . Los dos se conocieron varias veces cuando Bashar estudiaba medicina en Londres en la década de 1990. Su desagrado por la sangre lo llevó a especializarse en oftalmología.
Bashar creció a la sombra de su padre al mando, y fue el único de seis hermanos que estudió en el extranjero. El hermano mayor de Bashar, Bassel, sirvió en el ejército sirio y era el elegido para ser el futuro presidente de Siria, pero un fatal accidente de coche acabó con su vida en 1994. Desde ese momento, la vida de Bashar cambió para siempre: el destino de la dinastía Assad recayó repentinamente sobre sus hombros.
Bashar aún no estaba casado cuando su padre murió en junio de 2000. Se convirtió en presidente dos meses después. En este punto, Asma ya llevaba trabajando en JPMorgan durante dos años. De repente, desapareció durante tres semanas sin previo aviso, según recoge The Economist. A su regreso, le dijo a su empleador que se había dejado llevar por un apuesto sirio, que la llevó rápidamente a Libia, donde selló el trato en una tienda de campaña en el Sahara. Asma renunció de inmediato, y también renunció a un lugar que acababa de ganar en la Escuela de Negocios de Harvard. Más tarde, un entrevistador le preguntó si esta elección la dejaba arrepentida. Su respuesta: «¿Quién elegiría Harvard sobre el amor?».
Unos comienzos políticos duros
Asma parecía una consorte prometedora para el nuevo líder sirio. La reina Rania de Jordania, la jeque Moza de Qatar, incluso la princesa Diana en Gran Bretaña, sirvieron como modelos de cómo una glamurosa primera dama podría convertirse en una fuerza para la reforma.
Además, la unión entre un alauita y una suní constituía el mejor ejemplo de un país que apostaba por la convivencia pacífica entre las diferentes comunidades, pero que Asma fuera musulmana suní no sentó muy bien en la familia Assad, que es musulmana alauita. La relación entre Asma y la madre de Bashar, Anisa, nunca fue buena. Es más, al no haber podido frustrar la boda, sus suegra decidió ocultarla. No hubo boletines de noticias sobre el evento discreto y nunca se han publicado fotos oficiales. A Asma le dijeron repetidamente que su trabajo era producir herederos y mantenerse al margen de las noticias. La madre de Bashar insistió en conservar el título de ‘Primera Dama’; Los medios estatales se refirieron a Asma como akilatu al-rais , la esposa del presidente.
Mientras Bashar consolidó su poder, Asma se mantuvo a la sombra. Tuvo tres hijos, dos de ellos varones, y la única vez que apareció en los titulares en esa época fue en viajes al extranjero.
El cambio llegó en 2005. Asma estuvo al lado de su esposo en el funeral del Papa Juan Pablo II. Pocos estaban dispuestos a estrechar la mano de Bashar, pero Asma, discretamente glamurosa con un velo de encaje negro, tenía más atractivo. Las fotos la muestran codeándose con líderes mundiales. Este fue un momento crucial para la pareja. Hasta ahora, Asma, la esposa extranjera, había sido relegada a un segundo plano. Ahora llegó a desempeñar un papel central en la rehabilitación internacional de Bashar, muy dañado y criticado tras el asesinato, dos meses antes, del primer ministro de Líbano, Rafik Hariri, del que se acusó a Siria.
Pero no sería hasta después de la muerte de Anisa, en 2016, cuando los medios estatales comenzaron a usar el término ‘Primera Dama’ para referirse a ella. Asma finalmente había ganado un asiento en la mesa.
La cara amable del Gobierno sirio
«Al comienzo de su reinado, Asma tenía 25 años, era ingenua y pensó que podía modernizar Siria con sus buenos modales ingleses», señala al diario L’Express el experto en Siria Joshua Landis. «Rápidamente se dio cuenta de que este régimen aterrorizaba a la gente, que nadie quería acercarse a ella, e integró todos los engranajes del régimen».
El siguiente proyecto de Asma fue la propia Siria. Después de décadas de planificación centralizada y restricciones a la importación, quería rejuvenecer Siria. Asma presionó para que el sector bancario se abriera a empresas privadas y extranjeras. Desafortunadamente, la reforma económica amenazó los intereses de algunas de las personas más poderosas de Siria. Para conseguir su objetivo, Asma debía enfrentarse a Rami Makhlouf, primo de Bashar, que según las estimaciones de los expertos, controlaba la mitad de la economía de Siria con sus empresas. Asma trató de desafiar su supremacía en 2007 creando su propia sociedad de cartera, pero no pudo atraer a suficientes pesos pesados comerciales de Siria para que se unieran a ella. Sus planes para la economía siria tendrían que esperar.
No obstante Asma pronto encontró una nueva forma de extender su influencia: a través de la caridad y la beneficencia con la ONG Fundación Siria para el Desarrollo, fundada en 2007, que coordinó la distribución de ayuda a las personas con discapacidad, las mujeres o las zonas rurales. La fundación actuó como escaparate civil de un Gobierno con una fuerte connotación militar.
Además, Asma apostó por fomentar el turismo en Siria y reclutó a curadores del Louvre y del Museo Británico para rediseñar el centro de Damasco. Con esta postura, Asma se gano el favor de los diplomáticos occidentales en Damasco, de la Unión Europea, las Naciones Unidas y el Banco Mundial.
«Es la más magnética de las Primeras Damas, glamurosa, joven y muy elegante». Es febrero de 2011 y la revista Vogue acaba de ganar una exclusiva: la primera entrevista de Asma Al Assad, la primera dama de Siria. Una largo retrato de «la rosa del desierto», como la llama la revista, y de quien dice que ayudó a su marido a hacer de Siria «el país más seguro de Oriente Medio, un lugar sin terroristas».
La rosa del desierto se marchita
Después de décadas de estancamiento y represión, desde finales de 2010 estallaron manifestaciones desde Túnez a Libia, Argelia a Bahrein, Jordania a Yemen. Las protestas masivas en El Cairo derrocaron a Hosni Mubarak. La por entonces llamada Primavera Árabe se convirtió en una pesadilla también para Siria y para Asma. Lo que al principio fue una revolución contra la continuidad de un Gobierno Assad que sumaba tres décadas, acabó convirtiéndose en una guerra civil y, posteriormente, en una conflicto más internacionalizado.
Asma fue muy criticada por no intervenir mientras la ciudad natal de su progenitor, Homs, estallaba en enfrentamientos. Según los correos desvelados por el diario The Guardian, mientras Homs, en guerra, comenzaba a convertirse en la ciudad ardiente que sería después, Asma al-Assad gastaba ingentes cantidades de dinero en compras por Internet de productos de diseño.
Asma apenas había aparecido en público desde que comenzaron las protestas, lo que provocó especulaciones sobre su posible huída de Siria. Y al fin, apareció. Fue el 11 de enero de 2012, en Damasco. Acallando los rumores de su supuesta huida, de su espaldarazo a Bashar al-Assad. Lo hizo rodeada de sus hijos. Asistía a un discurso de su marido, entre el fervor del público. Despejaba con este gesto cualquier especulación sobre su posible distanciamiento con su marido como consecuencia de la guerra siria. Desde entonces, sus apariciones públicas se han producido en momentos clave para respaldar a su marido ante el mundo.
Pero la imagen de la familia Assad se vio ensuciada otra vez cuando en 2013 aparecieron imágenes de personas en los suburbios de Damasco, controlados por los rebeldes en esa época, con mascarillas y tras haber sufrido un supuesto ataque químico que se atribuyó al Gobierno. Es difícil calcular la escala de destrucción en Siria durante los años siguientes, sobre todo a raíz de la entrada en escena del grupo terrorista Estado islámico.
El regreso triunfal tras el cáncer
En 2018, a Asma le diagnosticaron cáncer de mama. La enfermedad no le impidió gestionar con cuidado su imagen pública ni asegurarse de que todos supieran que se había quedado en Siria para recibir tratamiento. Su lucha fue documentada en detalle por los medios estatales y en las redes sociales de la presidencia. Incluso fue filmada siendo llevada al quirófano. Ella luchaba contra el cáncer mientras las tropas de su marido aplastaban a los insurgentes.
Tras superar el cáncer, ignoró las solicitudes de entrevistas de los medios occidentales y solo aceptó ofertas de medios rusos y locales. Aunque Asma le había dado la espalda a Occidente, su relación con los donantes internacionales continuó. Los ingresos de su organización benéfica, Syria Trust, se agotaron después de que la UE impusiera sanciones a Siria en 2012. Pero como directora del Syria Trust, Asma ganó algo más que riqueza. Canalizando la ayuda de la ONU, desarrolló una vasta red de patrocinio que incluía a los señores de la guerra sirios, según recoge The Economist.
Asma también se benefició más directamente de la economía de guerra. Una empresa a la que ha estado vinculada ganó un contrato con el gobierno para administrar los pagos con tarjeta inteligente. También lanzó un distribuidor de teléfonos móviles llamado Emmatel, en honor al nombre de su infancia (Emma), y consiguió desplazar en el poder económico a Rami Makhlouf, primo de Bashar y dueño de Syriatel, el principal operador de telefonía móvil.
Crímenes de guerra y aspiración al trono
Ahora, Asma, cuyo poder en Siria ha ido aumentando a lo largo de los años, se enfrenta a una investigación por crímenes de guerra elaborada por el bufete de abogados londinense Guernica 37, que ha descifrado todos los hechos y acciones de Asma Al Assad durante los últimos diez años. «Sus reuniones, las personas con las que estuvo en contacto, los soldados que conoció y alentó, especialmente los responsables de los ataques químicos contra la población siria. Pasamos por todo», explica Toby Cadman, director de Guernica 37, en un comunicado. «Se debe respetar la presunción de inocencia, pero la evidencia de su complicidad en los crímenes del régimen es variada y muy creíble».
El bufete presentó un archivo confidencial con las pruebas a la Unidad de Crímenes de Guerra del Comando Antiterrorista del servicio de la Policía Metropolitana de Londres, ya que Asma tiene doble nacionalidad sirio-británica. «Es importante responsabilizar no solo a quienes llevan a cabo estos horribles crímenes, sino también a quienes promueven, incitan, alientan y glorifican tales actos. Buscamos asegurarnos de que el proceso de verdad y justicia se aplique por igual a todas las personas, independientemente de su estatus y posición».
Ahora, se rumorea que Asma Al Assad, la que ya es sin duda «la madre de Siria», podría acabar sucediendo a su esposo como presidente. No está claro si esto acabará sucediendo, pero una cosa está clara: en la Siria de la posguerra, Asma manda.