Haizam Amirah Fernández: «A Hamás no lo van a destruir»
Hablamos con el investigador principal del Real Instituto Elcano tras la última ronda de ataques y contraataques entre Israel y Hamás
Jueves, 20 de mayo de 2021. Israel y Hamás acuerdan el alto el fuego. Viernes, 21 de mayo de 2021. Las fuerzas israelíes intervienen en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén para mitigar una protesta palestina. Remarquemos el simbolismo de que ocurra en viernes: es el principal día de oración para los musulmanes. Y todo llega después de once días de ataques y contraataques, de bombardeos sobre Gaza –con más de 200 muertos, de los que casi una tercera parte son niños–, de réplicas de Hamás –reconocida por varios países, entre ellos Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea (actualmente), como «organización terrorista»–. Con un Benjamin Netanyahu incapaz de formar gobierno en Israel y un Mahmud Abbas debilitado como presidente palestino.
De modo que, ante la tensión renovada –que no nueva– entre Israel y Hamás, hablamos con Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor asociado del Instituto Empresa, para acercarnos al principal conflicto de Oriente Próximo. Y debemos aclarar algo: la conversación se dio pocas horas antes de la oficialización del enésimo alto el fuego. Eso explica la última respuesta, por ejemplo.
Ha cambiado algo.
Es una repetición de ciclos. Se viene repitiendo durante la última década, desde 2009. Cambia la intensidad. Cambian los medios que se utilizan para atacar y contraatacar. Pero sigue estando ahí el sufrimiento humano. Muy asimétrico, desigual. Y sigue estando ahí la ocupación. Porque ese es el origen.
Pero algo más ha cambiado.
Todos los conflictos entre israelíes y palestinos hasta la fecha se centraban en Gaza y Cisjordania. Ahora hemos visto cómo, en esta ronda de violencia, se han trasladado al interior de las ciudades del Estado de Israel –esas llamadas ciudades mixtas– entre ciudadanos israelíes judíos y ciudadanos israelíes de origen árabe. Realmente, son palestinos que se quedaron en Israel en el 48. Muchos de ellos son ciudadanos de Israel que consideran que están siendo tratados como ciudadanos de segunda frente a los israelíes judíos.
Netanyahu ha insistido en «golpear y disuadir» a Hamás para recobrar la calma. Recuerda a aquello de Golda Meir: la paz se dará cuando los palestinos dejen las armas.
Hay un cálculo oportunista de Netanyahu. Es el rey del oportunismo. Está dispuesto a cualquier cosa con el fin de quedarse en el cargo de primer ministro. Ya es el que más tiempo ha estado en el cargo de la historia del Estado de Israel. Para ello está alimentando y fomentando a los partidos más ultras de la derecha dura israelí. Son colonos israelíes cuya agenda es bien clara: les prometen la anexión de territorios palestinos y la construcción de más asentamientos en territorios ocupados, apoyados en 2018 con la Ley del Estado-Nación judío. Todo eso es alimentar, precisamente, una supremacía etnorreligiosa. Ya no sólo hacia la población palestina ocupada, sino también hacia la población israelí de origen palestino.
«Cuando es frente a un enemigo infinitamente más poderoso, todo lo que no sea una liquidación es una victoria»
Interpretas que le conviene políticamente.
Si estos ataques se llevan a cabo es porque Netanyahu encuentra un beneficio. La existencia de Hamás como amenaza para Israel cuando lanza cohetes –cuando provoca muertes entre civiles israelíes, cuando genera terror– sirve para justificar los castigos contra la población palestina. Indiferentemente de si son o no Hamás. Porque los civiles y los niños que mueren no son Hamás. No hay que olvidar que Hamás está en la lógica de la resistencia. La resistencia ante una ocupación. Israel favoreció el origen de Hamás en los años 80 como contrapeso al liderazgo de Yasser Arafat. Puede parecer muy complejo, pero el tema de fondo es que hay una ocupación.
Hamás, en semana y media, lanzó más de 4.000 proyectiles contra Israel.
Hamás quiere presentarse ante la población palestina como la única resistencia real contra la ocupación. Visto que la autoridad palestina no ha avanzado nada para mejorar las condiciones de la población palestina. O para avanzar hacia una solución política. Se ha hablado mucho de la solución de los dos Estados. Me parece una opción del pasado: es inviable. Y la autoridad palestina tiene sus propios intereses, tiene su agenda personal, tiene un líder anciano sin una visión de futuro para la población palestina. De hecho, está totalmente desconectado de ella. Hamás quiere mostrar que es la resistencia: arriesgando que maten a sus mandos y arriesgando que esto suponga un daño a la población palestina. Y arriesgándose a que, llegado el momento, su población se vuelva contra ellos.
«Las razones de la resistencia no son tan complejas: uno resiste porque otro está sometido a una injusticia, un agravio o una ocupación»
¿Y si Hamás planteara su rendición?
La lógica no es esa. Creo que desde fuera cuesta entenderlo. A Hamás no lo van a destruir. Lo han intentado muchas veces. Han lanzado mil toneladas de bombas. Va más allá. Se puede hacer daño a su infraestructura, a su capacidad de lanzamiento de cohetes, a todo lo que tengan. Esto es como la guerra en el verano de 2006 contra Hezbollah: Israel destruyó mucha infraestructura civil en distintas partes del Líbano para que los libaneses acusaran a Hezbollah de traerles la ruina. No fue así. Es más, la lógica de estos movimientos de resistencia es que su victoria es no ser aniquilado. Cuando es frente a un enemigo infinitamente más poderoso, todo lo que no sea una liquidación es una victoria. Se vio en Líbano que Hezbollah salió victorioso ante la opinión pública. Y las razones de la resistencia no son tan complejas: uno resiste porque otro está sometido a una injusticia, un agravio o una ocupación.
¿Qué más se puede pedir de la comunidad internacional?
El tema de fondo es la ocupación. ¿Se va a presionar a Israel para que avance hacia el fin de la ocupación o no? Es así de simple. No se presiona. La ocupación perdura. Este episodio de destrucción y muerte, en algún momento, llegará a una pausa. Un alto el fuego. Egipto volverá a ser un mediador, también para conseguir que se financie una parte mínima de la reconstrucción para que subsista la población de Gaza. Y será hasta la siguiente ronda.