Potencia de fuego y puño de hierro: así se prepara el Batallón Mecanizado de Infantería de Marina
El convoy de tres Piranha avanza lentamente por un camino de tierra, cargado hasta arriba de militares españoles. Regresan de una misión de rescate. Un piloto había caído en zona enemiga y han conseguido sacarlo de allí. De repente, el jefe del primer blindado grita: «Alto, objeto no identificado a 100 metros», y todos los vehículos paran inmediatamente. Un objeto extraño y un palo clavado en el lateral del camino llaman la atención a los militares. Podría tratarse de un elemento para marcar la presencia de un explosivo improvisado, los temidos IED.
Los militares de la Décima compañía del Tercer Batallón de Desembarco Mecanizado (BDMZ-III) activan el llamado protocolo 0-5-25, que consiste en que dos militares salen del carro Piranha y, en primer lugar, revisan alrededor del vehículo (0 metros de distancia) que no haya ningún explosivo. Después amplían el perímetro a cinco metros de distancia y, finalmente, con el apoyo de otros compañeros de la unidad, peinan una distancia de 25 metros alrededor del carro para asegurar la zona.
Entre las capacidades de esta compañía cabe destacar su rapidez, potencia de fuego, movilidad por terrenos no transitables para otros vehículos de ruedas y la protección que ofrece a los infantes de Marina fusileros.
Estamos en Cádiz, pero podría ser Mali, o Irak, escenarios donde nuestras tropas participan activamente, donde el terrorismo yihadista no da tregua y los explosivos improvisados están a la orden del día. «Este ejercicio es vital de cara al despliegue en operaciones en el extranjero, como la que actualmente se desarrolla en EUTM Mali», nos asegura el teniente Ignacio Álvarez Santos, de la Décima compañía del Tercer Batallón de Desembarco Mecanizado.
El Tercer Batallón Mecanizado es el más joven de todos, creado en 2001, pero forma parte de una familia más grande, la Infantería de Marina de España, que es la más antigua del mundo y fue creada el 27 de febrero de 1537 por el rey Carlos I. Los principales medios mecanizados y antimecanizados de la Fuerza de Infantería de Marina le permiten ejecutar acciones que requieren fuerza y velocidad, características del caballo español y razón por la cual en su Escudo de Armas está la figura alegórica del unicornio.
Pese a su juventud, el batallón ha participado en operaciones en Irak, Líbano, Kósovo, Afganistán o Haití, y actualmente se encuentra desplegado en la misión EUTM Mali, la misión de mayor interés actual y proyección para nuestras Fuerzas Armadas.
EUTM-Mali es una de las misiones más importantes de la UE en la actualidad y su objetivo es ayudar al Ejército maliense a mejorar sus capacidades militares para que pueda recuperar la integridad territorial del país. El 1 de abril de 2013 se desplegaron las primeras fuerzas españolas para esta operación y, desde entonces, no ha dejado de haber rotaciones de nuestras tropas en el país africano y hemos liderado la misión en diferentes ocasiones. Ahora, más de medio millar de militares españoles están desplegados en Mali.
«Dentro de la Infantería de Marina, nuestro batallón aporta una gran capacidad de movilidad y proyección, unida a la gran capacidad de fuego que nos proporciona el vehículo Piranha, junto a la potencia de combate propia de la infantería», remarca el teniente Álvarez Santos rodeado de soldados bregados en operaciones y muchos otros de nueva incorporación, recién salidos de la Escuela de Infantería de Marina General Albacete y Fuster (EIMGAF) en Cartagena, donde también se encuentra la Fuerza de Guerra Naval Especial, la unidad de operaciones especiales de la Armada –ya os hablamos de ella en este artículo-.
La labor de observación y el instinto -previamente entrenado- de los militares juegan un papel fundamental a la hora de detectar un posible explosivo improvisado. Objetos fuera de lugar, un coche abandonado, un montón de basura que ayer no estaba ahí o un palo al lado del camino son indicios de que podría haber un artefacto explosivo.
La unidad baja del blindado, salvo el conductor y el tirador, para dar apoyo. El grupo de militares avanza lentamente delante del vehículo y en forma de flecha, peinando la zona, hasta que, efectivamente, localiza un explosivo improvisado en una zanja lateral. De haber pasado con el vehículo por ahí, no lo habrían contado. Aquí es donde entran en juego los artificieros, desactivadores de explosivos u operadores EOD, denominaciones de los especialistas del Ejército que se encargan de neutralizar los explosivos. Soldados tranquilos que actúan como cirujanos y que no se pueden permitir un error.
Comunes en los conflictos asimétricos de lucha contra el terrorismo, los artefactos explosivos improvisados pueden tener componentes militares, pero su fabricación final es improvisada, casera, lo que no permite establecer un procedimiento rígido para desactivarlos. El operador EOD tiene que evaluar qué artefacto hay, en qué situación y crear diseñar un procedimiento in situ de neutralización.
Es hora de dar un rodeo para sortear la amenaza. Los militares regresan al Piranha, pero una bala silba el aire. «Fuego enemigo a las tres», grita el jefe del pelotón. Les disparan desde la loma que desciende hasta el camino. Los árboles les dan cobertura y apenas se les ve.
El resto de la unidad se despliega rápidamente y avanza en grupos reducidos hacia la montaña para flanquear al enemigo desde distintos puntos. Tras un intercambio de disparos logran neutralizar la amenaza. Regresamos a los vehículos y continuamos hacia la playa.
Estas maniobras forman parte de un Ejercicio FTX (Field Trainning Exercise), de una semana de duración, cuyo objetivo es incrementar el nivel de adiestramiento y la cohesión de la unidad. Para ello, llevan a cabo ejercicios seriados de reacción ante artefactos explosivos improvisados (IED), patrullas de reconocimiento y combate, conducción diurna y nocturna, así como de tiro con fusil y ametralladora ligera. Todo ello en el Campo De Adiestramiento Sierra Del Retín, entre Barbate y Zahara de los Atunes, que es el principal medio con que cuenta el Tercio de Armada (TEAR) para la instrucción en tierra y anfibia de sus unidades.
Piranha III: el puño de hierro de la Infantería de Marina
Los infantes de marina realizan operaciones tanto por mar como por tierra. Tropas anfibias cuya función principal es la proyección del poder naval sobre una costa hostil o potencialmente hostil. Para ello, uno de los vehículos con los que cuentan, y que ninguna otra unidad de nuestras Fuerzas Armadas posee, es el Piranha III, un vehículo blindado anfibio empleado como transporte de tropas, reconocimiento y apoyo.
Puede albergar a hasta 11 personas (incluidos un conductor, un tirador y un jefe de vehículo), y es un buen vehículo para vadear. Esto quiere decir que con las dos hélices que lleva en la parte trasera es capaz de cruzar un pequeño río siempre y cuando el agua no sobrepase la altura del Piranha. Puede alcanzar los 105 Km/hora en tierra y tiene una autonomía aproximada de 500 Km, por lo que da «mucha movilidad, maniobra, velocidad y una gran potencia de fuego», según nos explica la sargento Rebeca Íñiguez Rodríguez.
No en vano, este blindado todoterreno 8×8 es capaz de llevar un pelotón de fusiles «allá donde la misión lo requiera». Además, su potencia de fuego viene determinada por un lanzagranadas automático, como arma principal, y una ametralladora pesada de 12,70 mm como arma secundaria. Además puede estar configurado en diferentes versiones: de línea, de reconocimiento, médico, de zapadores o de recuperación, entre otros, que aportan diferentes habilidades al batallón.
Mitad pez, mitad lagarto: la Infantería de Marina más antigua del mundo
Los españoles tenemos la Infantería de Marina más antigua del mundo (1537). El Tercio de Armada, a pesar de ser una unidad moderna, es la continuadora de las gloriosas tradiciones de los Tercios de la Mar Océano.
Los tercios fueron famosos por su resistencia en el campo de batalla y fueron la pieza esencial de la hegemonía terrestre, y en ocasiones también marítima del Imperio español. El tercio es considerado el renacimiento de la infantería en el campo de batalla, comparable a las legiones romanas o las falanges macedonias.
Los Tercios españoles se enfrentaron al poderoso imperio otomano, vencieron en Lepanto, lucharon en las Azores y sangraron en la batalla de Trafalgar. Cuenta, incluso, una antigua leyenda japonesa que, a pesar de la fama de invencibles de los antiguos samuráis, en 1582 una especie de demonios, mitad peces y mitad lagartos, surgieron del mar en sus naves negras y destrozaron a los hasta entonces imbatibles guerreros nipones. Aquellas embarcaciones no eran otras que las de nuestro rey Felipe II y aquellos peces-lagarto no eran sino los soldados de los Tercios españoles.
Históricas batallas para la memoria que han dado paso a un Cuerpo de Infantería de Marina que se ha ganado el derecho a gritar «Valientes por tierra y por mar», y hacerlo a lo largo de las misiones que desempeñan en la actualidad.