Antonio G. Maldonado: «Para ser escritor de discursos debes tener la mirada del autor con el personaje literario»
El ensayista y asesor de la ministra de Exteriores es el profesor de nuestro curso ‘Escribir discursos en la era de las pantallas’
Antonio García Maldonado, asesor político y escritor de discursos de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, da el pistoletazo de salida a los Cursos ethos con ‘Escribir discursos en la era de las pantallas’ (del 8 al 10 de abril), una oportunidad única para descubrir la magia de la oratoria y la retórica, el poder de las palabras sobre blanco, la aventura de la política desde dentro. García Maldonado sabe de lo que habla: escribió los discursos del presidente Pedro Sánchez, del presidente del Senado Manuel Cruz, asesoró a empresarios como Antonio Garrigues Walker. Y su trayectoria como traductor –Fukuyama, Mailer, Haidt, Thoreau…–, ensayista –recomendadísimo El final de la aventura– y columnista –en The Objective, como puedes comprobar– habla por sí sola.
¿Cómo nació este curso?
Básicamente, de una realidad que yo he vivido en los últimos años: muchas personas me han preguntado cómo se llega a ser escritor de discursos. De alguna manera, todas esas dudas las resumo en este curso de tres días. Incluso cuento algunas cosas que a mí me habría gustado saber antes de ser escritor de discursos.
Danos unas pinceladas.
La idea es aprovechar todo el bagaje que he ido adquiriendo durante estos años en la escritura de discursos políticos, y hablar de la figura retórica, la historia de la oratoria. Enfocarlo de una manera práctica en la escritura de discursos en el siglo XX y siglo XXI. Qué debemos saber. Qué es importante que sepamos hacer. Qué se le pide a un escritor de discursos.
Pudiste combinar tu pasión por la política con tu pasión por la literatura.
Tuve la suerte de que mis dos vocaciones convergieron de una manera natural. Tenía una vocación política temprana, y una literaria todavía más fuerte. Y también cierto interés en la escritura periodística, en la no ficción. Todo convergió de manera natural. Yo llegué de manera casual. No lo planifiqué. Pero, cuando echo la vista atrás, me doy cuenta de que iba poniendo muchas pistas que me llevaban por este camino.
Y has podido conocer la trastienda de la política.
Es muy interesante. Escribir discursos tiene una exigencia de observación y una relación estrecha con el político. Y, como no tienes que saber mucho de algo sino un poco de todo, acabas haciéndote con una big picture de un ministerio, de un gobierno, de la dirigencia de un país. A los escritores nos gusta observar, es nuestra principal herramienta de trabajo. Estar ahí es un privilegio.
Aprendes a tratar con el político.
Esa es la parte que, en teoría, no es tan intelectual como humana, y es tan exigente una como la otra. Para ser escritor de discursos debes tener la mirada del autor con el personaje literario. Tienes que saber interpretarlo, tienes que saber cuándo es factible hacer un giro, cuándo es creíble cierto cambio dentro de la historia. Y la relación afectiva es importante.
¿Hay respeto hacia el escritor?
¡Sí, sí! Una de las cosas que más llama la atención cuando llegas a altos niveles de asesoría política e institucional es que el escritor mantiene cierto perfume, cierto aire de respetabilidad. Eso nos dice algo muy importante de los discursos: la palabra, tanto hablada como escrita, sigue teniendo una solidez y un prestigio que no tienen otras formas de comunicación más habituales en nuestros días.
En resumen: ¿a quién le puede interesar?
A toda persona interesada en la política, en la oratoria, en la escritura política, en la Historia de los siglos XX y XXI, en el periodismo. Voy a dar claves importantes y habitualmente ocultas de cómo funcionan los gabinetes, contado desde mi perspectiva como escritor de discursos. Y lo voy a hacer de una manera pedagógica y un enfoque práctico.
(A través de este enlace podrás encontrar todos los detalles del curso ‘Escribir discursos en la era de las pantallas’ y en los botones podrás pedir información o preinscribirte).