Kurdos, los luchadores contra el Estado Islámico que EEUU abandona y Turquía quiere eliminar
Los kurdos son la minoría étnica sin Estado más grande del mundo. Distribuidos entre Turquía, Iraq, Siria, Irán y Armenia, persiguen un mismo objetivo: crear su propia nación, el Kurdistán
Con más de 30 millones de personas, los kurdos son la minoría étnica sin Estado más grande del mundo. Distribuidos entre Turquía, Iraq, Siria, Irán y Armenia, persiguen un mismo objetivo: crear su propia nación, el Kurdistán. Los kurdos son un pueblo que ha sido clave en la lucha contra el Estado Islámico, pero al que Turquía nunca ha visto con buenos ojos.
Ahora, su sacrificio y esfuerzo en la lucha contra el terrorismo yihadista han sido pagados con el abandono de Estados Unidos, dejando vía libre a los turcos para adentrarse en el país gobernado por Bashar Al Assad y bombardear y atacar a los kurdos, a los que Recep Tayyip Erdoğan considera terroristas.
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La mayoría de los kurdos son musulmanes sunitas y hablan una lengua propia. Desde hace décadas, no hay día que no luchen por conseguir la autonomía con la que sueñan desde la disolución del Imperio Otomano, cuando les prometieron libertades que no se cumplieron a través del Tratado de Sèvres, un acuerdo firmado en Francia en agosto de 1920 que nunca entró en vigor.
Fueron traicionados entonces y lo han sido nuevamente ahora, con el abandono de Estados Unidos, que ha dejado vía libre a los turcos para adentrarse en el país gobernado por Bashar Al Assad y acabar con ellos.
La única zona donde el territorio kurdo ha conseguido cierta autonomía real es el Kurdistán iraquí, que posee la autonomía política como región federal de Iraq, tras la caída del régimen de Saddam Hussein en 2003.
¿Por qué ese odio de Turquía hacia los kurdos?
Turquía nunca ha visto con buenos ojos a los kurdos, una etnia de 18 millones de personas en el país y en constante conflicto con el poder central. Un enfrentamiento que se recrudeció en los años 70, cuando los kurdos fundaron el Partido de los Trabajadores de Kurdistán, el PKK, y tomaron las armas para conseguir su objetivo de autonomía.
Ahora el Gobierno de Erdogan ha lanzado la Operación Primavera de Paz con la que busca eliminar a los kurdos, a los que considera terroristas, y liberar un territorio en el norte de Siria al que devolver a los cerca de dos millones de refugiados sirios que acoge.
Uno de los motivos para la persecución de los kurdos es la riqueza existente en los territorios que habitan. Esas tierras acumulan una gran reserva de agua que, gracias a torrenteras, riachuelos, arroyos y afluentes alimentan los grandes ríos de Oriente Próximo. El agua en esta zona del mundo es un material tan valioso como el petróleo, y genera realidades políticas y alianzas internacionales como la del Gobierno turco y Arabia Saudí.
Asimismo, el subsuelo del Kurdistán contiene también una de las mayores reservas petrolíferas de Oriente Próximo. Por si fuera poco, las montañas de Zâgros y Tauros son ricas en minerales como cobre, cromo y hierro. Como hecho culminante, en la región de Arbil se ha localizado el depósito de sulfuro más grande del planeta.
Sin embargo, a pesar de su enorme riqueza, el Kurdistán es un territorio expoliado, y la agricultura (algodón, tabaco, azúcar, remolacha, aceitunas, trigo, cebada y árboles frutales) y la ganadería siguen siendo sus principales fuentes de ingresos.
Los grandes luchadores contra el Estado Islámico
Los Kurdos han sido claves en la lucha contra el Estado Islámico en Siria e Iraq. Icónicas son las imágenes de las mujeres peshmerga empuñando un kalashnikov. En 2011, cuando se pensaba que la guerra contra el grupo yihadista ya estaba perdida en Siria, los kurdos, aliados de potencias occidentales como Estados Unidos, cambiaron el rumbo del conflicto y comenzaron una reconquista histórica.
Los kurdos en Siria nunca han sido tratados con los derechos que les corresponden. No fue hasta abril de 2011, apenas unos meses después de estallar la guerra, cuando Bashar Al Assad promulgó un decreto que concedía la ciudadanía siria a los habitantes de origen kurdo del país, derecho al que estaban vetados desde 1962.
¿Por qué la comunidad internacional no responde ante la ofensiva turca?
Desde su entrada en la OTAN, en 1952, no son pocas las ocasiones en las que Turquía ha sido calificado como un aliado incómodo, principalmente, por sus últimos coqueteos con Rusia. A finales de 2016 Turquía adquirió el sistema de defensa antiaéreo ruso S-400 Triumf. No ha faltado quien señaló la compra de éste como una forma de Erdoğan de airear su descontento por el apoyo que Estados Unidos ha venido prestando todos estos años a las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas en el norte de Siria y el rumoreado papel de Washington en el fallido golpe de Estado de julio de 2016.
No obstante, las discrepancias dentro de la Alianza Atlántica ya han empezado a surgir. Noruega ha anunciado que dejará de suministrar armas a Turquía, y España ha amenazado con retirar la batería de misiles Patriot de la base aérea de İncirlik, en el sur de Turquía, donde cerca de 150 militares españoles permanecen desde 2015, si el conflicto se recrudece.
¿Qué opciones les quedan a los kurdos?
Tal y como está el escenario de operaciones, más allá de luchar contra los turcos, a los kurdos parece quedarles una única buena opción: negociar con el Gobierno de Bashar Al Assad..
Uno de los grandes problemas de esta ofensiva es que en el norte de Siria, concretamente en Hasaka, se encuentra el campamento de Al Hawl, que alberga a los retornados y familiares del Estado Islámico y que hasta ahora está controlado por los kurdos.
¿Qué pasará los kurdos abandonad este campo? ¿Volveremos a ver un crecimiento del Estado Islámico en la región?