¿A qué sabe un grillo? ¿Y un gusano de harina? «El primero a nueces o almendras, el segundo a patata”, nos cuenta Laetitia Giroud, CEO y cofundadora de Insagri, la única granja en España y de las primeras en Europa dedicada a la cría de insectos para consumo humano.
Dos mil millones de personas en todo el mundo, principalmente en el sudeste de Asia y África, se alimentan de insectos. Un menú básicamente compuesto de langostas, saltamontes, arañas, hormigas o avispas no apto para estómagos sensibles. Y es que no todos los paladares llevan bien el crujido de los exoesqueletos de los insectos.
Se prevé que para 2030 el mundo tendrá que alimentar a más de 9.000 millones de personas cuando la agricultura y la ganadería ya no son una opción sostenible. Po ello es que se está forzando a normalizar el concepto de la entomofagia, o lo que es lo mismo, la ingesta de insectos y arácnidos, o artrópodos en general, como alimento para los humanos y los animales. Para Giroud no es entendible por qué no nos da asco comernos un caracol, que no deja de ser una babosa, o un langostino, al cual le chupamos hasta la cabeza, y sí, por ejemplo, un saltamontes. «No saben lo que se pierden», nos comenta risueña la francesa, que desde 2012, junto con su socio y pareja sentimental Julian Foucher, decidieron apostar por la producción de grillos y gusanos de harina para consumo humano en la localidad malagueña de Coín, Málaga. «Teníamos claro que el destino para instalar nuestra granja sería España ya que la mayoría de los productos ecológicos que utilizamos para alimentar a los insectos se producen aquí», informa Girour, quien añade que al final se decantaron por esta localidad malagueña ya que tiene uno de los mejores climas de toda Europa, «algo fundamental para el bienestar de estos animales de sangre fría».
¿Cuál es el bicho más deseado?
Para gustos, los sabores. Y eso lo sabemos muy bien en España. Si desde tiempos remotos en nuestro país hay dos bandos claramente enfrentados: los acérrimos defensores de la tortilla de patata con cebolla versus los tenaces alabadores de la tortilla de patata sin cebolla, en otros países encontramos la misma lucha pero, en esta ocasión, el debate se centra en: ¿escarabajos o mariposas?, ¿hormigas o saltamontes? En México parece que lo tienen claro. Con más de 300 especies de insectos comestibles, siendo el país del mundo más aficionado al consumo de este manjar, los saltamontes, con sus patitas, antenitas y cuerpecito, imagino, crujiente, se llevan la palma. China es el segundo lugar del mundo donde más se saborean los insectos, con alrededor de 200 bichos distintos.
De esta forma, según muestra el gráfico, no son los saltamontes o chapulines los insectos más consumidos, sino el escarabajo, con un 31% de la cuota, seguido de mariposas y polillas, con un 18%, y en un tercer lugar abejas, avispas y hormigas. Las chinches, los pulgones o cigarras también entran en el menú de los más atrevidos. Sin embargo, el paladar de los españoles más ambiciosos, y de los europeos en general, apuesta más por los gusanos de harina o los grillos, según nos cuenta Laeticia Giroud, cuya granja produce 500 kilos al mes de estos bichos.
Marco legal sobre el consumo de insectos en Europa
El marco legal sobre el consumo de insectos en Europa es una cuestión complicada y que a día de hoy no está nada clara. Además, dependiendo del país en el que nos encontremos la situación puede ser aún más confusa. Por norma general, la legislación comunitaria prevé que los nuevos alimentos que se ponen en el mercado estén sujetos a una evaluación de los Estados miembros y de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria hasta recibir el visto bueno de la Comisión Europea. Sin embargo, en cuanto al consumo de insectos no hay una ley clara ni definida, dándose tres planteamientos diferentes dependiendo del país de Europa:
🐜 Queda totalmente prohibida la venta y producción de insectos para consumo humano. Esta situación se da en España, Luxemburgo 0 Francia.
🐜🐜 Limbo legal. No hay ninguna ley que prohíba o permita su comercialización. Tesitura que tiene lugar en Alemania y Suiza.
🐜🐜🐜 Totalmente legal la venta, distribución y comercialización de insectos: Bélgica, Países Bajos o Inglaterra, principales clientes de Insagri.
Sin embargo, Laetitia se muestra optimista y asegura que para 2018 posiblemente tengamos la oportunidad de comprar en cualquier supermercado de, al menos España, productos con base de proteína de insectos. «El principal problema en Europa es que hay que demostrar que el consumo de estos animales no produce ningún riesgo para la salud, un proceso largo de testar debido a que dependemos de las Instituciones Europeas», cuenta la cofundadora de Insagri, quien añade: «Aunque deberían darse cuenta que no suponen ningún peligro ya que 2.000 millones de personas en el mundo los consumen y se comen desde hace más de 2.000 años».
A la FAO le ‘chiflan’ los insectos
En 2012, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO – publicaba un extenso y documentado informe titulado: Los insectos comestibles: Perspectivas de futuro de la seguridad alimentaria y la alimentación. Con él pretendía remover conciencias y, sobre todo, estómagos. Con más de 1.900 especies comestibles, alentaba a comer estos bichos para combatir el hambre y reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Además, asegura que son nutritivos y saludables, sin olvidar que albergan un importante nicho de negocio. «Es una buena alternativa para implementar en África, crear pequeñas granjas en cada pueblo y conseguir, de esta forma, que sean autónomos en cuanto a la producción de comida. Los insectos no necesitan ni mucho alimento ni agua, algo de lo que allí carecen», detalla Laetitia.
🐜Ventajas ambientales
Para la propietaria de Insagri, la principal ventaja de la ingesta de estos animales es el consumo responsable. «Si para obtener un kilo de vacuno necesitas 13 kilos de alimento, para un kilo de pollo seis kilos, y para un kilo de cerdo ocho; para los insectos sólo se necesitan dos kilos de alimento para obtener uno». Lo mismo ocurre con el agua. Este tipo de animales utiliza mucha menos agua que el ganado tradicional. Los gusanos de harina, por ejemplo, son más resistentes a las sequías que el ganado. Además, los gases de efecto invernadero producidos por la mayoría de los insectos son probablemente inferiores a los del ganado convencional. Los cerdos producen entre 10 y 100 veces más gases de efecto invernadero por kilogramo de peso, asegura la FAO en su informe: La contribución de los insectos a la seguridad alimentaria, los medios de vida y el medio ambiente.
🐜Ventajas para la salud
En este sentido, ¿llegará el día en el que escarabajos, saltamontes o chinches compartan mesa con nuestra querida y tradicional tortilla de patata -con o sin cebolla- formando parte de nuestra dieta diaria? Puede ser… Yo aún recuerdo la primera vez que le preparé a una compañera de clase norteamericana un plato de arroz con conejo…