Puede alcanzar los 300 kilómetros por hora. Pasa de 0 a 100 en 3.2 segundos. Tiene 610 caballos con un propulsor V10. Tracción en sus cuatro ruedas Pirelli P Zero. Chasis híbrido de aluminio y fibra de carbono. No, el Lamborghini Huracan no es para quien más se acerque sin pasarse a su precio justo. Es para la Policía italiana, y se lo ha entregado de gorra la propia casa automovilística para que patrulle las autopistas de Bolonia.
Además de las tareas normales de cualquier coche policía, el nuevo vehículo también tendrá la función de proporcionar asistencia sanitaria. A tal efecto, Lamborghini ha hecho pasar a su Batmóvil por chapa y pintura para convertirlo en un Huracan Polizia: el maletero delantero del superdeportivo tiene un sistema de refrigeración propio que permite el transporte de urgente de órganos para transplantar y de sangre para transfundir. Además, también cuenta con un desfibrilador incorporado para proporcionar primeros auxilios a los heridos. Pero esperen, hay más: el mostrenco cuenta con cámaras de vídeo, aparatos de grabación y fundas para que los agentes guarden las pistolas.
Este es el segundo Huracan que Lamborghini dona a la Policía. Ya en 2009 la empresa le regaló un primer coche fantástico al cuerpo de seguridad. «Hizo 150.000 km para nosotros, lo que muestra que era un vehículo realmente bien construido que salvó vidas con sus viajes de traslado de órganos», celebró el ministro del Interior, Marco Minniti, citado por AFP, en el acto de recepción del nuevo coche.
Pero el Lamborghini Huracan de la Policía italiana es pelusilla comparado con la equipación que gastan en Dubái. Mientras en en España la policía sigue yendo a caballo, en el pudiente Oriente Medio las probabilidades de que alguien tropiece con heces equinas policiales es remota. Entre los coches con los que la policía dubaití lucha contra el mal están un Bugatti Veyron, un Lamborghini Aventador, un Ferrari FF, un Mercedes SLS, un Bentley Continental, un Mercedes CL 63 AMG, un Mustang, un McLaren MP4-12C y la joya de la corona: una Aston Martin One-77 (una edición limitada de una serie de la que solo se fabricaron 77 ejemplares) valorado en cerca de 1.4 millones de euros.