¿Por qué el aceite de girasol está destronando al aceite de oliva?
Poco a poco el aceite de girasol está ganando la batalla al aceite de oliva en las mesas de los españoles. ¿Qué está pasando con el oro líquido?
El aceite de girasol está ganando la batalla al aceite de oliva en las mesas de los españoles. Así lo refleja el Panel de Consumo que cada mes publica el ministerio de Agricultura y que muestra como el de girasol va ganando adeptos en detrimento del de oliva. Por ejemplo, si en septiembre de 2017 los españoles consumieron 136 millones de litros de aceite de origen vegetal, en octubre fueron 167 millones y en noviembre 168. Sin embargo, los consumidores del zumo de aceituna consumieron 362 millones en septiembre, para pasar a gastar 341 millones de litros en octubre y 340 en noviembre.
De esta forma, aunque el consumo del zumo de aceituna sigue reinando, el extraído del de girasol ha crecido un 21% en el último año frente al de oliva que ha perdido un 9,7% en el mismo período.
Y es que según muestra el Panel de Consumo, ahora se consumen 119 millones de litros menos de zumo de aceituna, es decir, se ha dejado de consumir uno de cada cuatro litros del producto estrella de la agricultura española.
Como consecuencia, el volumen de compra de los hogares españoles de aceite se ha reducido un 7,0%, mientras que su valor cae en menor medida (-6,4%). Esta evolución negativa viene provocada por el aceite de oliva que desciende un 10,3% en volumen y un 6,4% en valor, por el contrario, el aceite de girasol incrementa sus evoluciones tanto en volumen como en valor (+16,5% y +4,7% respectivamente).
¿La razón?
La culpa la tiene la sequía, ya que hay menos aceitunas en el campo y, como consecuencia eso se nota en el precio final. Y es que mientras un litro de aceite de girasol se puede encontrar por en torno a un euro en los supermercados, uno de oliva virgen extra ronda los cinco.
«En nuestra opinión un factor singular de esta campaña ha sido la diferencia de precios entre el aceite de oliva y el aceite de girasol. Estamos ante la cuarta campaña con precios de aceite de oliva muy por encima de los tres euros por kilo. Aunque parece que ya empieza a remitir, todavía nos encontramos en un escenario donde se nota la repercusión de la crisis económica», apunta a The Objective Primitivo Fernández, director de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (ANIERAC). «En este contexto existe un diferencial de precio entre los aceites de olivas y los de semillas muy alto, de hasta cinco veces entre uno y otro en los lineales. Si a esto le añadimos cambios en la sociedad, como menor tamaño de las unidades familiares, mayor consumo fuera del hogar, etc.., el consumo de otros aceites más baratos ha ganado peso», añade.
Así, el aceite de oliva ha sufrido un incremento del 11% en su precio en el último año, algo que ha frenado la recuperación del consumo del oro líquido que durante la crisis sufrió un varapalo y en los últimos años estaba recuperándose. Eso sí, las ventas de girasol en el último año han dejado 182 millones de euros, según el Mapama, por 1.356 millones del de oliva.
Llegados a este punto, cabe preguntarse, ¿se está perdiendo el concepto de fidelidad al aceite de oliva? Para el director de ANIERAC, que representa al 65% de embotelladores de aceite de oliva y al 90% del de girasol, «se trata más de una situación coyuntural, donde se han unido varios factores como la subida de precios y los efectos de la crisis que se siguen notando todavía tanto en los hogares y como en la hostelería» como de una pérdida de fidelidad.
¿Es más sano el aceite de oliva que el de girasol?
Aunque Primitivo Fernández hace hincapié en que los dos aceites son sanos y saludables, apunta que «los aceites de olivas, y especialmente los vírgenes y vírgenes extra, tienen en una mayor proporción unos componentes que los expertos llaman ‘componentes menores’. Estos les aportan unas características que los hacen mucho más atractivos por sus propiedades nutricionales y que los aceites de semillas no tienen».
En este sentido, la nutricionista María Dolores García Villar, apunta a este periódico como un consumo excesivo del aceite de girasol puede «empeorar la salud cardiovascular, aumentaría la posibilidad de tener diabetes, colesterol e incrementaría los niveles de insulina». Por el contrario, el aceite de oliva «regula los niveles de colesterol en sangre, ayuda a reducir la hipertensión y mejora la función digestiva actuando como protector frente al exceso de ácidos del estomago».
De esta forma, en el país del olivo y la aceituna, ¿ponemos precio a nuestra salud?