Comerse Nueva York, sin arruinarse
Encontrar sitios donde comer bien y barato en Nueva York no es sencillo, pero tampoco imposible. Estas son las recomendaciones de Víctor de la Serna.
Desde Ginebra hasta Shanghai, los restaurantes del mundo se han puesto por las nubes para los viajeros españoles, que en casa aún disfrutan de un nivel de precios relativamente moderado, incluso en mesas con estrellas Michelin. Nueva York, uno de nuestros destinos favoritos, es también hoy -no fue siempre así- uno de los más prohibitivos. Pero, sabiendo escoger, se puede disfrutar sin demasiada ruina: en los restaurantes étnicos y con las versiones más cuidadas, y por tanto menos ‘fast’, de la ‘fast food’ norteamericana.
Por si pueden ser útiles, van aquí algunos ejemplos de mesas asequibles y apetecibles en la Gran Manzana.
Nada más seguro y barato que una buena dirección en Chinatown, como Congee Village (100 Allen Street, tel. 212 941 18 18). Su cocina es cantonesa y su especialidad, el ‘congee’, es ese arroz muy viscoso, casi hecho puré (se hierve varias veces) que nos recuerda la consistencia de nuestras viejas gachas. Lo sirven de muchas maneras, por ejemplo con trocitos de piel crujiente de pato. O, en plan más sólido, unas costillas de cerdo con cebolletas en salsa de pimienta negra. Por cierto: justo detrás, en el 103 de Orchard Street, está el Tenement Museum, curioso museo que nos muestra cómo eran hace un siglo las viviendas de los inmigrantes que entonces invadían Nueva York.
No muy lejos, en lo que fue Little Italy pero hoy ha sido casi totalmente engullida por Chinatown, Rubirosa (235 Mulberry Street, tel. 212 965 05 00) nos proporciona una versión nostálgica de aquella cocina italoamericana que nació aquí, en el sur de Manhattan. El padre del propietario tenía hace medio siglo una pizzería en Staten Island, y es su vieja receta de pizza al estilo de Nueva York la que triunfa hoy en Rubirosa. Y, naturalmente, los ‘spaghetti with meatballs’, esos espaguetis servidos con grandes albóndigas que representan el summum de aquella cocina de inmigrantes.
Otra meca de la pizza neoyorquina es el local de Patsy Grimaldi (un apellido de la aristocracia pizzera neoyorquina, por cierto) en Brooklyn: Juliana (19 Old Fulton Street, tel. 718 596 67 00), donde -avisamos- suele haber una larga cola en la puerta. Horno de carbón, no de leña, y pizzas desde las más italianas (muy popular la de mozzarella de búfala, tomatitos cherry, ajo y sal marina) hasta una fusión Tex-Mex: pollo a la parrilla, mozzarella, quesos Monterey jack y cheddar, guacamole y cilantro.
Otra vez en Downtown Manhattan, la meca insoslayable (y más desde que lamentablemente cerró el Carnegie Deli, inmortalizado por Woody Allen) de los gigantescos sándwiches judíos de ‘corned beef’ y de ‘pastrami’ es, desde 1888, Katz’s (205 East Houston Street, tel. 212 254 22 46), bar bullicioso e incomparablemente neoyorquino. Y con un modélico ‘cheesecake’ de postre.
Un exotismo mucho más reciente es el de ese barrio coreano, Koreatown, surgido en las calles 30 al Oeste de Quinta Avenida. Para sumergirse en él, nada mejor que Cho Dang Gol (55 West 35th Street, tel. 212 695 82 22). No es, como son tantos otros, un local dedicado a la habitual barbacoa coreana, sino más bien a guisos bien sabrosos, a menudo acompañados de tofu y de kimchi, esas verduras fermentadas que también proliferan últimamente en España. Junto a tallarines de batata, ambos acompañan una panceta con salsa de guindillas, por ejemplo.
Y, claro está, hay que terminar el recorrido con alguna buena hamburguesa.
Danny Meyer, el mesonero que revolucionó el panorama neoyorquino apostando por cocinas de sabor y producto en sus Union Square Café, Gramercy Tavern y demás, desempeña un papel importante en esto de la buena comida asequible con su cadena de hamburgueserías callejeras Shake Shack, ahora en bastantes lugares de Estados Unidos, pero de las que encontrarán 19 dentro de los límites de la ciudad de Nueva York. Por menos de 7 dólares una buena hamburguesa con queso y bacon, una ganga.
Si prefieren una hamburguesa cómodamente degustada en una mesa, dos direcciones son imprescindibles: Una es la de P.J. Clarke’s, histórica taberna irlandesa de Tercera Avenida (915 Third Avenue, tel. 212 317 16 16) fundada en 1884 y hoy monumento oficial de la ciudad, que por el edificio y el local ya merece la visita, y que mantiene un gran nivel en la cocina sencilla a base de, además de las excelentes hamburguesas, almejas ‘little neck’, ensalada César y tarta de fresas. (Hay ya dos sucursales en Nueva York… pero no es igual). El otro, unas cuantas manzanas más arriba en la misma avenida, es J.G. Melon (1291 Third Avenue, tel. 212 744 05 85), un clásico más reciente (1972), pero también con hamburguesas irreprochables. Ojo: aquí sólo se puede pagar en efectivo.