España es el país europeo donde más succionadores de clítoris se han vendido durante 2019. La estrella del Black Friday ofrece intensos orgasmos en solo dos minutos y su fervorosa acogida demuestra sus magníficos resultados. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿este producto es una muestra más del del consumismo capitalista? ¿La satisfacción inmediata puede llevar a un progresivo deterioro de las relaciones personales? ¿Estos fuegos artificiales pueden desensibilizarte o lograr que pierdas el interés en otras prácticas que exijan un mayor esfuerzo? A continuación, el debate.
La revolución del autoplacer femenino ha adquirido un nombre: estimulador de clítoris. Aunque es posible que les suenen más las dos marcas que han copado el mercado español: Satisfyer y Lelo. Esta primavera comenzó a gestarse un fenómeno boca oreja que ha transformado el mencionado aparato sexual en la conversación más recurrente del verano, especialmente en redes sociales y valoraciones de Amazon. El culmen de su éxito llegó en el Black Friday, cuando muchos de los dispositivos se agotaron coincidiendo con las ofertas tecnológicas del llamado Cyber Monday. De cara a Navidad, probablemente sea el regalo estrella para muchas mujeres. ¿Pero a qué se debe esta obsesión? ¿Deben los hombres estar preocupados por estos precisos robots? Y ellas, ¿corren el riesgo de volverse adictas a estos orgasmos, tan intensos como rápidos?
Comenzando por este despunte en las ventas, que ha convertido a España en el país europeo donde más succionadores de clítoris se han vendido durante 2019, Alberto Gooding, Marketing and Communications Manager de Lelo en nuestro país, afirma: “Es el segundo acontecimiento más importante que ha pasado en la industria después de 50 sombras de Grey porque vemos que no solo ha favorecido al sector adulto, sino que ha generado conversaciones en torno a la sexualidad”. Y pasa a explicar: “Nosotros empezamos a notar un incremento en las ventas cuando lanzamos Sona en 2016. Con diferencia, este succionador es nuestro top ventas y lo más vendido en la historia de la marca en los 16 años que lleva. Pues ese pico de ventas se ha cuadruplicado o quintuplicado con todo este fenómeno”.
Noemí Casquet, periodista especializada en sexualidad, considera que la fiebre por los estimuladores de clítoris responde a una mezcla de interés genuino y publicidad orquestada. Y recuerda que hace una década ya ocurrió algo parecido con las reuniones de tupper sex. “Por un lado, ha sido algo natural porque hablar de la masturbación llama mucho la atención. Crea un poco de morbo y sensacionalismo porque el sexo sigue siendo tabú en la sociedad, cada vez menos, pero no se habla con normalidad como de gastronomía. Mucha gente a través de redes sociales ha empezado a hablar de su placer y todas las influencers están recomendando los estimuladores de clítoris. De manera que se ha armado mucho revuelo”, cuenta. “Por otro, ha habido una campaña de marketing, no sé si de las marcas o de las tiendas eróticas, que han podido regalar estos productos. Entonces, si, de repente, todas tus amigas hablan de eso y a nivel de presupuesto no se te va la olla, vas a probarlo porque quieres estar en la moda y saber qué está pasando”.
Desde los 20 euros del Satisfyer más económico a los 100 y pico de muchos productos de Lelo de última generación, la gama de precios, en ambas marcas, se adapta a las necesidades de todas las usuarias. El secreto común a todos: las ondas. “El fundador de Lelo, el diseñador Filip Sedic, pensó en utilizar una tecnología que estimule no solo la parte externa del clítoris, sino la totalidad. Tendemos a pensar que el clítoris es solo la parte externa que vemos, pero es una estructura compleja llena de terminaciones nerviosas. Al utilizar las ondas sónicas, que no son más que ondas que se producen a través de la vibración del producto, se estimula la totalidad del clítoris. Y ahí es donde radica realmente su éxito: son 8.500 terminaciones nerviosas que estás estimulando a la vez”, cuenta Gooding. En cifras: si el clítoris mide entre 9 y 11 centímetros de media, el glande, que es la parte exterior situada en la zona superior de la vulva, mide solo un centímetro. Dicho de otro modo: aproximadamente el 90% del órgano del placer femenino se encuentra en la parte interna y no está expuesto. Y estos aparatitos lo abarcan todo.
¿Aliado o enemigo de los hombres?
Los succionadores han puesto el clítoris en el centro de todas las conversaciones en torno al placer femenino. Recordando que hay mucha vida sexual más allá de la penetración vaginal. Ante este universo de ventajas, muchos hombres se han sentido amenazados por los eficientes estimuladores de clítoris, un error en opinión de Gooding. “Ninguna tecnología va a sustituir al ser humano en el aspecto sexual. El sexo es contacto, piel, olores, sentir un latido, una corriente sanguínea, eso nunca te lo va a dar ningún robot. Por eso nosotros nos hemos empecinado en decir que nuestros juguetes son herramientas que puedes incluir en tu menú sexual y hacerlo así más divertido y con más posibilidades. Por eso trabajamos con sexólogos, tratamos de generar contenido para informar a las personas y formamos a los vendedores en las tiendas, que te informan según tus necesidades, si estás sola o si tienes pareja”, afirma el portavoz de Lelo. Y añade: “Los hombres tiene que ser más inteligentes y pensar más en su pareja, sus amigas y las mujeres de su familia. Eso tiene que ver con el discurso de la normalización. Tanto los hombres como las mujeres se están dando cuenta de que hay aspectos de la sexualidad que faltan por explorar y esto tiene que ver con el conocimiento que cada uno tenga de sí mismo”.
Casquet, por su parte, lanza un guante abogando, también, por la educación sexual. “Ahora muchos hombres se pueden sentir más inseguros porque ninguno tiene la garantía de hacerlo bien. Nadie les ha enseñado y lo que saben lo han aprendido en el cine convencional, en conversaciones con los amigos y en la pornografía. E igual cuando se acuestan con alguien no les dicen, me gusta que me toques aquí o que me hagas esto. Esa inseguridad extra va un poco por ahí: no sé cómo puedo dar placer porque nadie me ha enseñado y sale este fenómeno con el que están todas locas. Y quizá también hay un poco de presión y masculinidad tóxica con las que tenemos que acabar”, afirma la periodista.
El mejor amigo del consumismo
Las posibles contraindicaciones del producto, no obstante, apuntan, una vez más, a los excesos del capitalismo neoliberal: el consumismo exacerbado, la satisfacción inmediata carente de significado y el posible deterioro de las relaciones personales. “Lo que a mí me asusta es el individualismo puro y duro, que no el autoplacer. Satisfacerse y conocerse a uno mismo, probar nuevas sensaciones es bueno porque aceptamos nuestra soledad, sabemos que podemos encontrar placer en nuestra propia compañía y que no necesitamos a nadie para tener orgasmos ni para hacerle responsable de ellos. Pero también se nos está hegemonizando: únicamente se enfoca al clítoris, los orgasmos y estos complementos. Y esto nos está llevando a un consumo de cuerpos”, advierte Casquet.
“En una cultura del hookup”, también conocida en español como cultura del polvo, “donde se lleva el aquí te pillo aquí te mato a través de las aplicaciones de ligar, ya no nos masturbamos únicamente con los juguetes o con las manos, sino que nos masturbamos con los cuerpos. Lo único que queremos es una polla, un coño, una boca o una lengua para pasarlo bien. No estamos con la persona, solo con sus genitales”, asegura la periodista. “Reducir el sexo a si tienes o no orgasmos es como reducir la comida a si le falta ajo o no. Hay muchísimas combinaciones, muchos sabores y no quiero reducir el sexo a una descarga eléctrica cuando es mucho más. Tenemos la mente centrada en el final y todo lo demás nos sobra porque nadie nos ha dicho que lo importante no es solo esa descarga, sino el viaje”, añade.
Depender de un estimulador también puede limitar la capacidad de reacción del cuerpo o programarlo, como dice Casquet. “Si siempre utilizamos un succionador cuando te tienen que comer el coño o te quieres masturbar con la alcachofa de la ducha, tus dedos o el otro vibrador, te parecerá poco. Estás dando caviar al cuerpo todos los días y al final acaba empachando y todo lo demás pierde el sabor. Estamos programando nuestro cuerpo en base a un aparato y no debería ser así porque nos perdemos muchas sensaciones”, asegura.
Siguiendo esta lógica perversa, ¿para qué invertir en una falible persona cuando un aparato de tu mesilla de noche puede hacerlo todo por ti? Además, en solo dos minutos. Pero esta celeridad, ¿no será un síntoma de que ni siquiera nos dedicamos tiempo a nosotros mismos? “Yo los llamo orgasmos fast food: son rápidos y puedo seguir con mi vida, pero no te está alimentando el alma”, apunta Casquet. “Todos los aparatos que vayan a venderte, todo lo que tengas que comprar y que necesites, es una estrategia más del sistema capitalista para seguir consumiendo porque, en realidad, no necesitas nada. La naturaleza te ha dado un cuerpo que si empiezas a indagar y entrenar te va a dar unas sensaciones que pueden ser místicas. Pero no estamos dispuestos a entrenar nuestros genitales, a pensar que a lo mejor no te sale de forma natural y tienes que practicar, que los orgasmos expansivos o el tantra requieren de mucho esfuerzo y conexión contigo mismo”, señala.
Un complemento para tus prácticas sexuales
Pero si, ciertamente, son una maravilla, ¡tampoco vamos a demonizarlos! “Yo recomiendo los succionadores de clítoris, como recomiendo los masturbadores, las plumas, los látigos o los lubricantes: todos esos complementos que, al fin y al cabo, nos ofrecen nuevas sensaciones. ¿Cómo desaconsejo utilizarlo? No dependas de él ni de ningún aparato. Intenta regularlo porque después no vas a disfrutar o saber profundizar tanto de otras cosas”, sentencia Casquet.
En la misma línea se expresa Gooding, que señala: “Yo recomendaría a las mujeres iniciándose ir siempre de menos a más. Experimenta primero el producto suavemente y después vas incorporando más potencia y presión”. De hecho, adaptaron su succionador más popular siguiendo las recomendaciones que les hicieron las usuarias en este sentido. “Una de las observaciones que nos hicieron con Sona es que el producto podía resultar muy intenso: decían que podían llegar al orgasmo muy rápido o que tenía demasiada potencia. Basándonos en eso diseñamos un producto con cuatro modos de vibración que son más suaves. Esa es la principal diferencia entre la primera y la segunda generación”, señala el Marketing and Communications Manager de Lelo sobre Sona 2 que, por cierto, también es sumergible.
En conclusión, Gooding afirma: “Pienso que debemos tomar todo lo que está pasando como un impulso para seguir hablando del sexo de una manera más abierta, con una base científica y de una manera responsable. El futuro del sexo está en que todo el mundo pueda hablar del sexo sin miedo, sin demonizarlo, politizarlo ni darle otra connotación que lo que es: una forma de relacionarnos y ser más felices”. Y Casquet remata: “El tabú del autoplacer se está empezando a romper, pero tenemos que seguir con otro tipo de sexualidades, como el BDSM, el tantra, las relaciones abiertas, las orgías y los tríos o las relaciones con personas de tu mismo sexo. Aceptar que hay otras realidades y una enorme diversidad en cuanto al sexo”.