Esa hamburguesa que desconocían en Hamburgo…
Pese a su nombre, la hamburguesa era ya conocida en gran parte de Estados Unidos en el primer decenio del siglo XX, mientras que en Hamburgo nadie sabía de ella
Cuando un plato es muy popular y muy antiguo, es inútil la búsqueda de su inventor: el cocido, el gazpacho andaluz, la pizza… Cuando es muy popular pero relativamente reciente sí que se suele conocer al autor. Así, la ensaladilla rusa, creación de Lucien Olivier, un cocinero belga que emigró a Rusia en el siglo XIX.
Igual de popular, y a todas luces más moderna, es la hamburguesa que, con la pizza más arriba citada, es probablemente el alimento cocinado más popular del mundo, pero que pese a su nombre era ya conocida en gran parte de Estados Unidos en el primer decenio del siglo XX, mientras que en Hamburgo nadie sabía de ella, y seguían comiendo sus Frikadellen de toda la vida, que no son tan distintas –una albóndiga aplastada con una salsa de sus propios jugos- pero que no se comen dentro de un bollito cortado por la mitad.
Esa paternidad aparentemente americana con un nombre alemán ha desconcertado y azuzado a los investigadores… sin gran éxito. Las salchichas de Fráncfort y de Viena siempre se llamaron Frankfurter y Wiener, pero en Hamburgo no había gran cosa que encontrar.
Las teorías más germánicas se centran en la naviera Hamburg America Line, que transportó a miles y miles de emigrantes hacia Nueva York y a bordo de cuyos buques dicen que se servía un «Hamburg steak» hecho con carne picada. Otros aseguran que no, que fue en Nueva York donde se inventó la hamburguesa para alimentar a unos inmigrantes con algo, la carne de vacuno picada, que les recordaba Europa. Otros afirman que el Hamburg originario es una pequeña ciudad del estado de Nueva York, no la genuina Hamburgo. Pero desde Kansas contestan, furiosos, que tienen certificado que la hamburguesa nació en Wichita…
El caso, ya que la autoría es indescifrable, queda claro en los demás extremos: la clase trabajadora y la clase media de Estados Unidos necesitaban comida rápida y nutritiva, la mecanización hizo fácil picarla, asarla o freírla, y el nuevo concepto empresarial de franquicia permitió su extensión geográfica: así nació la fast food.
En Europa se extendió desigualmente, aunque ya llegó a Moscú antes del fin de la URSS. Londres fue su punto de entrada natural, junto a Dublín, tierra de emigrantes. En Madrid, hace 60 años, solamente se encontraba en la cafetería Galatea –junto a un perrito caliente bastante más logrado-, hasta que a partir de 1971 la invasión de hamburgueserías cuyo origen ha de buscarse en la base aérea norteamericana de Torrejón de Ardoz –Foster’s Hollywood y luego Alfredo’s Barbacoa- inició la tremenda colonización hamburguesera que hoy conocemos en nuestras grandes ciudades.