El Toni2 y la nueva normalidad: reabre el piano bar más famoso de Madrid
Tras cuatro meses, el mítico Toni2 vuelve con estrictas medidas de seguridad, aforo reducido y el mismo entusiasmo de su fiel clientela
Tras cuatro meses de cerrojazo, el mítico local abre sus puertas con estrictas medidas de seguridad, aforo reducido y el mismo entusiasmo de siempre por parte de su fiel clientela. Pasamos una noche al calor del piano de cola más sonado de la capital.
23:30 de un sábado, pero no cualquiera. Ni siquiera despunta aún la medianoche, y un nutrido grupo de clientes ya guarda cola a las puertas del piano bar. Las risas y las ganas combaten la espera para entrar: el local ha vestido cadenas durante toda la cuarentena, casi cuatro meses de cierre para un lugar que, sin pandemias de por medio, mantiene sus puertas abiertas todos los días del año, a excepción únicamente de la Nochebuena y la Nochevieja.
Los porteros toman la temperatura con un termómetro digital y, si el disparo térmico devuelve buenas noticias, los parroquianos limpian sus manos con gel hidroalcohólico, franquean la entrada y la noche comienza. ¿Cómo se enfrenta el Toni2 a la nueva normalidad? Para empezar, una mampara acoraza a los maestros pianistas, que se sientan de nuevo a los mandos del enorme piano de cola que domina la estancia central del local. De sus teclas vuelven a surgir los himnos que corean con garra gentes de toda edad, pues esa es otra de sus particularidades: aquí las fronteras -nacionales, ideológicas y de años- se diluyen en el fragor de las canciones. Y hablando de canciones, ¿cuál dirían que ha sido la primera? Tratándose, como en el Toni2 se trata, de declararle la guerra al tiempo y de reivindicar el amor, solo podía ser As Time Goes By, la letra de Casablanca que afirma que “el mundo siempre dará la bienvenida a los amantes, a medida que pasa el tiempo”.
Es un día especial y la familia que dirige el local está presente. Hablamos con ellos, que se expresan a través de varias bocas -cubiertas con mascarillas- pero con una única voz: “Nos enfrentamos con mucha ilusión y muchas ganas, aunque se trata de una situación muy difícil, ya que la limitación de aforo al 40 por ciento supone una merma económica muy importante, pese a lo cual no tuvimos dudas en abrir, porque los clientes se lo merecen. La pregunta que nos hicimos fue ‘¿nuestro padre qué hubiese hecho?’, y todos coincidimos en que él habría abierto el primer día, y por tanto así lo hicimos”, cuentan con orgullo.
Su decisión la aplauden todos aquellos que durante el tiempo de encierro no dejaron de decirles cuánto añoraban las desaforadas noches de arte del bar. “Lo he echado mucho, mucho, mucho de menos. Quedarme en casa viendo series no me importa, pero no poder venir aquí un par de noches a cantar ha sido lo que peor he llevado”, cuenta Pepe, que lleva 30 años frecuentando el piano bar y colocándose tras el micrófono para desgranar, sobre todo, temas de Sabina y Serrat. Hoy lo hace también, con sus cuerdas vocales en forma, y revistiendo el aparato con un protector de plástico que se renueva con cada cantante. Lo enfunda, cruza una mirada con José Luis, el pianista que lo acompaña, y le canta a todos los presentes los rojos atardeceres a los que se acostumbraron los ojos del poeta Joan Manuel Serrat. El Mediterráneo nunca ha estado tan cerca de Madrid como en las noches del Toni2.
Pepe termina y aprovechamos que hay cambio de turno para hablar con José Luis, uno de los pianistas responsables del éxito del local. De los más de 40 años de historia del Toni2, él lleva once siendo parte de la familia bien avenida que forman todos los miembros de la plantilla: “Volver a vernos a diario es súper bonito y reconfortante, porque es verdad que somos una familia”, cuenta. A él podemos verlo varias noches por semana al frente de unas teclas que maneja, al igual que sus compañeros, con suma maestría. Ellos interpretan la canción que les piden, ajustándose además a cada quien: “Adaptamos la canción al tono del cliente para que pueda cantar a gusto, y eso a la gente le llega. No es el clásico karaoke, desde luego”, dice José Luis quien, por cierto, también canta y hace las delicias de una corte extensa de fans de Sabina a quienes sorprende con una voz muy parecida -aunque menos rota- a la del flaco de Úbeda.
Sobre las medidas de seguridad con las que reabren, dice sentirse tranquilo porque están “bien protegidos, con una mampara detrás y otra delante”, y añade que ellos están cumpliendo y que espera que también la gente cumpla su parte. Y preguntado por la llave del éxito del local, por toda respuesta, lanza un guante: “Este sitio engancha de una manera que es increíble… Para darse cuenta no hay más que vivirlo, venir un día y comprobarlo”.
También los camareros vuelven esta noche a demostrar que tienen un pulso imperturbable: su habilidad para servir copas en mitad de la tormenta es otra de las señas de identidad innegables del Toni2. Alfonso, que lleva trabajando aquí cinco años, ríe cuando se lo comentamos: “Es cuestión de práctica, seis horas todos los días y al final te haces”, dice con humildad. Al piano bar, en circunstancias normales, llega gente de todas las orillas y condición y ellos tratan a todos por igual, con una elegancia que va más allá de la pajarita que visten y que es también marca de la casa: “Yo creo que la gente viene aquí y se siente como en el bar del barrio. Es el bar del barrio, pero de todos”, comenta. Y mientras él vuelve a deslizarse con su bandeja para atender a los clientes, nosotros salimos a la puerta para ver cómo enfrentan los tres porteros el control de acceso con las nuevas medidas. Nada más salir, oímos cómo recuerdan a unos y otros que deben llevar la mascarilla mientras hacen la cola. Son amables pero firmes, y cumplen a rajatabla con el aforo permitido: “Es más complicado ahora todo porque con un 40 por ciento de aforo nada más todo el mundo quiere entrar y no puedes hacer nada…”, dice Paco que, además de portero, en sus días libres también se acerca al piano para cantar boleros o canciones de Nino Bravo o Sergio Dalma: “Son canciones antiguas, pero la gente de 20 años las canta, esto es algo muy distinto a lo que encuentras en cualquier otro sitio… El Toni2 es mágico”, dice con alegría.
Son más de las 5 de la madrugada y las canciones siguen sucediéndose, desde la Flaca de Calamaro hasta el chotis que loa las verbenas madrileñas. Y es verdad que un poco de tremolina se arma, pero resulta ser ordenada y cauta, porque nadie quiere que el piano vuelva a callar. “Esto se parece mucho al Toni2 de siempre, quizá a lo que es el Toni2 un martes, por ejemplo, cuando se descubre su verdadera esencia”, dice Pablo, un doctor en Historia que mantiene un idilio de años con el bar. Nosotros miramos alrededor y compartimos su afirmación. Está por ver qué sucederá en los próximos meses y si habrá pasos atrás, pero por el momento el Toni2 nos lleva una ventaja a todos: desde que abriera sus puertas en el año 1979 ha inventado una normalidad siempre nueva, tan disparatada como bella.