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Medio Ambiente

Los habitantes de las ciudades, más alérgicos que nunca

Se calcula que para 2050 estas alteraciones afectarán a casi entre el 40-50% de la población.

Los habitantes de las ciudades, más alérgicos que nunca

Reuters

Estornudos, picor de nariz, lagrimeo, congestión nasal… Todos conocemos a alguien de nuestro entorno que padece algún tipo de alergia. Si hace décadas era una enfermedad poco frecuente, hoy son varios los estudios epidemiológicos que confirman que cada vez hay más alergias, que éstas aparecen más temprano y, además, afectan más a las personas que viven en ciudades que en zonas rurales. Algo impensable hace unos años cuando los habitantes de lugares rústicos huían en primavera a las urbes escapando de los campos de olivas, trigo, avena, cebada, maíz, etc. totalmente prohibidos en entretiempo para un alérgico.  Además, se calcula que para 2050 estas alteraciones afectarán a casi entre el 40 y 50% de la población, ahora un 25% la padecen, según apunta un reciente estudio realizado por el Centro Médico AXA.

Llegados a este punto, cabe preguntarse, ¿a qué se debe este aumento?  La respuesta parece estar en la contaminación ambiental y en la plantación de algunos tipos de árboles. Así nos lo confirman desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).  «Curiosamente, pese a que hay más pólenes en el ámbito rural, los que se hacen alérgicos son los habitantes de las ciudades, donde se mezclan pólenes y contaminación”, comenta la doctora Pilar Mur, jefa de Alergología del Hospital de Santa Bárbara de Puertollano, quien indica que la combustión incompleta del diésel y del aceite para motores produce «numerosas sustancias nocivas» que pueden atravesar alveolos y capilares sanguíneos aumentando la sensibilización frente a un alérgeno.

En este sentido, la Comisión Europea, ante los niveles alarmantes de contaminación ambiental que superaban los permitidos por la ley, 40 μg/m3 de media anual, decidió tomar cartas en el asunto y envió una “última advertencia” a España por no haber “remediado las infracciones repetidas a los límites en materia de contaminación atmosférica fijadas por el dióxido de nitrógeno (NO2)”.  Fue entonces cuando los ayuntamientos de Barcelona y Madrid se pusieron manos a la obra y activaron durante varios días diversos protocolos como, en el caso de la capital de España, la prohibición de aparcar en el centro, la limitación de velocidad a 70 km/h en la M-30 y en los accesos a la ciudad y la prohibición de entrar a la almendra central a los coches con matrícula par. Además, en marzo, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, presentó un ambicioso programa de 30 medidas en el que, entre otras propuestas, el consistorio prevé prohibir la circulación de vehículos “más contaminantes” a partir de 2025.

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En diciembre de 2016, Madrid activó por primera vez el protocolo 3 de contaminación. | Foto: Susana Vera / Reuters

 

Sin embargo, la contaminación no solo afecta a los humanos. El dióxido de carbono de los coches está alterando la evolución vegetal que está sufriendo sus efectos y reaccionando de manera defensiva fabricando proteínas, denominadas proteínas de estrés, «que tienen un efecto directo sobre la alergenicidad de los granos de polen”, añade la experta. «Las partículas de emisión diésel producidas por los vehículos y las calefacciones crean un ambiente hostil y las plantas presentan proteínas diferentes a los pólenes de zonas no contaminadas, más agresivas”.

En este sentido, el doctor Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la SEAIC, llevó a cabo un estudio en Toledo en el que analizó el polen de cipreses recogido, por un lado, de una carretera con tráfico en una zona industrial y, por otro, de cipreses plantados en una zona residencial no polucionada. Descubrieron cantidades elevadas de un nuevo alérgeno del ciprés (Cup a 3) que solo aparecía en los pólenes de la zona contaminada y que además era cinco veces más alergénico. “Este nuevo alérgeno pertenece a un grupo de proteínas llamadas de defensa o PR, que se expresan en las plantas ante situaciones de estrés, como sequías, bajas temperaturas, infecciones de bacterias, virus u hongos y la contaminación. Podríamos pensar que esta nueva proteína permite al ciprés adaptarse a vivir en zonas contaminadas y el detectar este alérgeno en la atmósfera podría indicar una degradación de la calidad del aire”, apunta la doctora Mur.

 

¿Qué se planta en las ciudades?

El plátano de sombra se utiliza como árbol de alineación en las grandes ciudades, censándose en Barcelona hasta 57.471 plátanos (33 % del arbolado) y en Madrid 73.000 (25 % del arbolado). La polinización de este tipo de este árbol es explosiva y se produce en la segunda quincena de marzo y primera quincena de abril, no sobrepasando habitualmente el mes de polinización. Tal y como explica el doctor Moral, “este año el plátano de sombra, al igual que ha ocurrido con los cipreses, ha retrasado su polinización, debido a las bajas temperaturas de enero y febrero», sin embargo, fue en los meses de abril y marzo cuando en ciudades como Madrid, Barcelona y Zaragoza se detectaron niveles altos de polen.

 

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El plátano de sombra es un árbol de imponente porte que alcanza los 35 metros de alto. | Foto: Wikipedia

 

“El uso indiscriminado de árboles como el plátano de sombra en parques y jardines de grandes ciudades, donde la contaminación ambiental es más elevada, es una de las razones para explicar el aumento de las alergias por pólenes en las ciudades. El porcentaje de pacientes polínicos alérgicos a este tipo de árbol en Madrid en los años 80, era de un 2%, mientras que en el momento actual supone un 40% de los polínicos”, revela el doctor Moral. La mayor concentración de pólenes de este arbusto recogido en España se produjo en el año 2000 en Barcelona con 35.483 granos/m3, seguido de Zaragoza con 28.221 granos/m3 en el año 2012 y Madrid con 17.468 granos/m3 en 1997.

Los cipreses, olivos, abedules y palmeras también son especies que tienden a provocar algún tipo de reacción alérgica, por lo que los expertos proponen plantar especies poco alergénicas como el almez o el falso pimentero (Schinus), al tiempo que recomiendan realizar podas controladas en el invierno, previa a la floración sobre aquellos árboles que ya estén plantados.

 

 

 

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