El Arctic Sunrise, el emblemático barco de Greenpeace que no puede llevar ayuda a Puerto Rico
Era un pesquero usado para la caza de focas que paradójicamente Greenpeace compró para la defensa de la naturaleza, enfrentó a balleneros japoneses, fue capturado y su tripulación detenida por el gobierno ruso, surcó las aguas del Congo y del Amazonas y fue el primer barco en la historia en circunnavegar la isla James Ross, en la Antártida, demostrando así los efectos del cambio climático. Tras una gira de un mes por la costa este de Estados Unidos, el Arctic Sunrise se ha enrumbado de Miami a Puerto Rico con una misión que no podrá cumplir del todo: llevar ayuda a la isla devastada por el huracán María.
Era un pesquero usado para la caza de focas que paradójicamente Greenpeace compró para la defensa de la naturaleza, enfrentó a balleneros japoneses, fue capturado y su tripulación detenida por el gobierno ruso, surcó las aguas del Congo y del Amazonas y fue el primer barco en la historia en circunnavegar la isla James Ross, en la Antártida, demostrando así los efectos del cambio climático. Tras una gira de un mes por la costa este de Estados Unidos, el Arctic Sunrise se ha enrumbado de Miami a Puerto Rico con una misión que no podrá cumplir del todo: llevar ayuda a la isla devastada por el huracán María.
El grupo ambientalista Greenpeace se ha sumado a la campaña Our Power Puerto Rico (#OurPowerPR), una iniciativa liderada por organizaciones que abogan por una “recuperación justa” de la isla que ha sufrido los embates de la tormenta más fuerte que ha tocado tierra allí en 85 años, tanto que desde hace casi dos meses 60% de los boricuas permanece sin electricidad y en condiciones precarias, eso sin contar con que más de 100 mil personas se han marchado a territorio continental de Estados Unidos.
Paneles solares, purificadores de agua, productos agrícolas sostenibles, bicicletas y herramientas son parte de los suministros recolectados para aliviar la crítica situación por la que atraviesa Puerto Rico. Pero el Arctic Sunrise no podrá llevarlos directamente, según ha indicado Rodrigo Estrada, portavoz de Greenpeace en Estados Unidos, ya que es un barco con bandera de Holanda y la Ley Jones requiere que solo embarcaciones estadounidenses puedan hacerlo.
Y es que la Ley de la Marina Mercante de 1920, conocida popularmente como la Ley Jones o “Jones Act” en inglés, impone restricciones que impiden a naves comerciales extranjeras trasladar bienes a la isla.
Esta regulación, promulgada después de la Primera Guerra Mundial como un medio de fortalecer la industria naval de EEUU tras el conflicto bélico durante el cual unos 5.000 buques fueron hundidos por submarinos alemanes, limita el transporte de mercancía de un puerto a otro del país a una embarcación que sea de fabricación y de propiedad estadounidense, y que esté tripulada por ciudadanos de esa nación. En caso contrario, habría que pagar aranceles, tasas e impuestos proteccionistas.
Aunque tras el paso del huracán María el gobierno de Donald Trump dejó de aplicar temporalmente esta polémica legislación que afecta a Puerto Rico, la suspensión ya ha quedado sin efecto pese a que la isla aún está lejos de haberse recuperado.
“Una delegación de organizaciones de base y otros expertos se han unido a la tripulación del Arctic Sunrise para ir a Puerto Rico con el objetivo de vincularse con las comunidades rurales locales. Esta es la primera de las tres brigadas que se trasladarán a la isla en los próximos seis meses. La delegación iniciará la distribución de los suministros que llegarán a Puerto Rico a fines de este mes en otro barco”, ha explicado Estrada a The Objective.
Una lavadora en alta mar
Con capacidad para unos 36 tripulantes, el Arctic Sunrise ha surcado todos los mares. Junto al Rainbow Warrior III y al Esperanza, es uno de los tres barcos de Greenpeace.
Este pesquero llamado originalmente Oso Polar, que había sido usado para la caza de focas y cuyas acciones fueron combatidas por la propia Greenpeace, fue adquirido por el grupo ecologista en 1995 tras crear una compañía fachada, la Arctic Sunrise Ventures Ltd., que le permitió ocultar su identidad para burlar la negativa de sus dueños noruegos a vendérselo a la ONG.
Desde entonces, no ha cesado en su tarea de difundir su mensaje en pro del cuido del medio ambiente de creativas maneras, como cuando el año pasado transportó al Círculo Polar Ártico un piano de cola que el músico Ludovico Einaudi tocó sobre una plataforma flotante frente a un glaciar como parte de una campaña para salvar el Ártico.
Esta nave de 49,62 metros de eslora y que puede alcanzar una velocidad máxima de 13 nudos logró en 1997 circunnavegar la isla James Ross, en “el continente helado”, constatando con su expedición los efectos del cambio climático pues antes era imposible porque estaba unida a la península antártica por un puente de hielo de unos 200 metros de espesor.
En 2009, pudo llegar más al norte que cualquier otra embarcación para documentar el impacto del calentamiento global en la fauna ártica debido al derretimiento de los glaciares.
Le ha plantado cara a la caza de ballenas que la flota pesquera de Japón ha justificado como parte de un proyecto científico y que Greenpeace ha denunciado insistentemente encubre meros fines comerciales, interponiéndose incluso entre los arponeros y los cetáceos.
Su tripulación lo ha apodado “la lavadora”, por lo mucho que se mueve mientras está navegando. La razón: por ser un rompehielos no tiene quilla, que es generalmente la que ayuda a mantener el equilibrio de la nave. Sacudido por las olas, el Arctic Sunrise puede moverse hasta 60 grados de un lado a otro.
Pero también ha sido blanco de ataques. En 2013 fue capturado por las autoridades rusas y sus 30 tripulantes detenidos bajo la acusación de piratería tras realizar una acción en la plataforma petrolera de Gazprom, que intentó perforar el primer pozo en el Ártico.
El resonado caso fue conocido mundialmente como los “30 del Arctic” y concluyó con la liberación de la tripulación gracias a una amnistía propuesta por el presidente ruso Vladimir Putin, la misma que benefició a las integrantes encarceladas del grupo punk Pussy Riot.
En julio de este año, el Tribunal Permanente de Arbitraje de La Haya ordenó a Rusia el pago de una indemnización a Holanda por más de 5 millones de euros, sumado a los intereses por daños y perjuicios sufridos por la embarcación que permaneció nueve meses en el puerto de Murmansk.
También el Arctic Sunrise ha debido enfrentar al gobierno español. En 2014 fue retenido en el puerto de Arrecife, en Lanzarote, como medida cautelar hasta que pagó una fianza de 50 mil euros al ser acusado de infringir el tráfico marítimo, después de que la Armada impidiera las protestas contra las perforaciones petroleras de Repsol en una operación en la que resultó lesionada una activista.
Santuario natural
Este otoño, tras recorrer Nueva York, Norfolk (Virginia) y Wilmington (Carolina del Norte), el rompehielos atracó en Miami, donde aprovechó para emprender una campaña de concienciación en torno a la amenaza que representan los plásticos botados en las aguas, la cual contó con el respaldo de la actriz y directora británica Bonnie Wright, reconocida por su interpretación de Ginny Weasley en la saga de Harry Potter.
“Me entristeció mucho descubrir cuánto plástico encontramos en tan solo unas horas”, dijo Wright a la cadena CBS.
Greenpeace examinó el río Miami para determinar la cantidad de microplásticos que penetran en el océano en el marco de una investigación sobre la presencia de estos contaminantes y su efecto en los mamíferos. También se encargó, con la Fundación Surfrider, de la limpieza de una zona de la playa de Miami Beach para, además, identificar la procedencia (marcas y empresas) de los desechos de plástico hallados.
Cada minuto, según calcula la ONU, se arroja en los océanos el equivalente a un camión repleto de plástico, lo que supone 1.440 furgonetas cada día y 525.600 al año.
La organización ecologista con base en Holanda y oficinas en 40 países se ha propuesto servir de caja de resonancia de la advertencia realizada por científicos que estiman que para el 2050 podría haber en los océanos más plásticos que peces. De allí su llamamiento a compañías como Coca-Cola, PepsiCo, Nestlé, Starbucks, Procter & Gamble y McDonald’s para que limiten el uso de envases de plástico desechables e inviertan en alternativas que permitan frenar la contaminación de ríos, mares y océanos del mundo.
Consultado sobre los planes para los venideros meses, Estrada ha revelado: “Después de llevar a la primera delegación a San Juan, el Arctic Sunrise continuará un largo viaje programado hacia la Antártida para realizar investigaciones y documentar las condiciones de un área donde proponemos crear un santuario marino para proteger el océano Antártico y la vida silvestre”.