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Medio Ambiente

El planeta sigue agonizando a pesar del confinamiento

Un estudio de la Universidad de Leeds advierte del pobre impacto que ha tenido el cese de actividad provocado por el confinamiento en el enfriamiento global

El planeta sigue agonizando a pesar del confinamiento

Flavio Lo Scalzo | Reuters

Ciudades fantasma, calles sin coches, fábricas cerradas. Esta ha sido la realidad –y continúa siendo en algunos lugares del planeta– durante los meses de pandemia del coronavirus[contexto id=»460724″]. El confinamiento de la población ha reducido de manera drástica y repentina las emisiones en nuestras ciudades. La caída de la contaminación en lugares como Madrid o Barcelona ha sido récord. En varias ciudades españolas, este encierro masivo provocó una bajada de hasta el 80% en las emisiones, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica.

Pero, ¿y a largo plazo? ¿Cuál será el impacto de la pandemia en la emergencia climática de aquí a unos años? Según un estudio de la Universidad de Leeds, será muy pequeño. Especialmente si no aprendemos la lección. El informe, publicado en la revista Nature Climate Change, afirma que, tras estas reducciones drásticas, en 2030 las temperaturas globales solo serán un 0,01 ºC más bajas de lo esperado. Peccata minuta.

Para realizar el estudio, el equipo de investigadores ha elaborado una estimación de los cambios en las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire debido a las restricciones globales provocadas por la pandemia, concretamente en el periodo de febrero a junio de 2020. Para ello, han recurrido al uso de datos de movilidad global tanto de Google como de Apple.

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Foto: David Gray | Reuters

Gracias a esta información, han desarrollado un nuevo método de análisis de tendencias de emisiones y han logrado calcular cómo cambiaron los diferentes gases de efecto invernadero y contaminantes del aire entre febrero y junio de 2020 en un total de 123 países. Así han podido constatar que la caída de las emisiones registró su punto más alto en abril, con el CO2, los óxidos de nitrógeno y otras emisiones cayendo entre un 10 y un 30% en todo el planeta.

Pero no solo las emisiones provenientes del transporte disminuyeron. También se redujo de manera considerable el dióxido de azufre, que es un gas que se origina sobre todo durante la combustión de carburantes fósiles que contienen azufre, como el petróleo o los combustibles sólidos. El dióxido de azufre es un agente contaminante, sí, pero por otro lado ayuda a formar aerosoles que reflejan la luz solar de regreso al espacio y que enfrían el planeta.

La larga vida del CO2 en la atmósfera

¿Puede un periodo relativamente corto de confinamiento tener un efecto directo sobre el CO2 que hay en la atmósfera? Respuesta corta: no. La respuesta larga la da el estudio: «Detectar una señal relacionada con la COVID-19 en las concentraciones de CO2 es un desafío debido a la larga vida útil atmosférica del CO2 que hace que cualquier perturbación sea pequeña», explica el estudio.

«El CO2 tiene una larga vida en la atmósfera, por lo que es necesario reducir las emisiones a cero durante mucho tiempo antes de comenzar a cancelar los efectos de décadas de emisiones pasadas», explica en este sentido Piers M. Forster, responsable principal del estudio y director del Priestley International Centre for Climate de la Universidad de Leeds. Por ello, «aunque los cambios temporales pueden ayudar», apunta, hay que «reducir el CO2 de forma permanente para hacer mella en el calentamiento global».

Nueva normalidad: ¿cómo hacer una reducción constante y permanente de las emisiones?

La nueva normalidad pasa, como ya hemos dicho en numerosas ocasiones en estas páginas, por un modelo más sostenible de nuestra vida y nuestra economía. Que el impacto de la pandemia sea grande en este sentido, aunque solo sea en este.

Demostrado queda que el confinamiento ha provocado una bajada de las emisiones, sí, pero esta ha sido poco notable. Resurgir con nuevas políticas y costumbres puede ser clave: «Con una recuperación económica inclinada hacia el estímulo verde y las reducciones en las inversiones en combustibles fósiles, es posible evitar un calentamiento futuro de 0,3 °C para 2050», asegura el informe.

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Foto: David Gray | Reuters

Este es ahora el foco de las principales organizaciones ecologistas. Es el caso, en España, de Ecologistas en Acción, quienes reconocen que «el confinamiento ha supuesto una mejora de algunos indicadores ambientales» pero reclaman que «las políticas de reactivación económica no sirvan para volver al modelo económico anterior sino que fomenten la transición ecológica justa». Abogan, por tanto, por el impulso de las economías sostenibles, como son las energías renovables.

Esta crisis ha puesto de manifiesto que «somos capaces de tomar medidas drásticas globales y muy rápidas, al unísono, para afrontar conjuntamente un problema global y a la vez crear redes vecinales autogestionadas de cercanía para apoyar que nadie se quede sin recursos», recuerdan, por lo que este impulso puede reflejarse en un combate más comprometido en el contexto de la emergencia climática.

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