Cerrar el paso a la contaminación: así son las restricciones de movilidad en las ciudades europeas
Además de Madrid Central o la Zona de Bajas Emisiones de Bacelona, más de 250 urbes europeas han aplicado diferentes medidas restrictivas para frenar la contaminación
Madrid Central sentó un precedente en España, uno no exento de polémica y que buscaba luchar contra la contaminación. Ahora, la que fue la medida estrella del consistorio de Manuela Carmena ha quedado anulada por la justicia y a la espera de que se concrete la nueva zona de bajas emisiones por parte del equipo de José Luis Martínez-Almeida, que ha prometido que entrará en vigor en 2021.
La otra ciudad española que ha apostado recientemente por la restricción de los vehículos contaminantes es Barcelona, con la puesta en marcha la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) en el área metropolitana de la ciudad condal. Esta medida del ayuntamiento comandado por Ada Colau tampoco está exenta de polémica y, como en el caso de Madrid, se ha enfrentado al rechazo frontal por parte de algunos colectivos, como transportistas o comerciantes.
Aunque estas medidas no son suficientes en la lucha contra la emergencia climática[contexto id=»381816″] –los ecologistas abogan por reglas más restrictivas aun–, son clave para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. En las ciudades españolas parece complicada su aplicación por las reticencias de algunos sectores políticos y por las trabas judiciales, pero en Europa es otra historia. Más de 250 urbes europeas han aplicado medidas en este sentido y no tienen ese complejo por ser verdes que vemos, a veces, en nuestro país. Veamos cómo son las restricciones de movilidad en las principales ciudades del Viejo Continente:
Londres, toda una pionera
La capital británica fue toda una pionera en esto de restringir la movilidad. Londres fue, en el año 2003, la primera ciudad europea en implantar el cobro de una tarifa por acceder a su almendra central. Esta tarifa, denominada «Congestion Charge», se cobra a cada vehículo que accede a la zona delimitada, de lunes a viernes desde las siete de la mañana a las seis de la tarde. Cada vehículo debe abonar 11,5 libras por cada día, y si no lo hace se enfrenta a una multa de 160 libras. Para los vehículos de gasolina anteriores a 2006 o de diésel anteriores a 2015 tienen que pagar más: 24 libras. El pago de esta tarifa puede realizarse de forma anticipada por internet.
Más allá de esta tarifa, Londres cuenta con una zona denominada «Low Emission Zone», que es la más grande de todo Europa ya que cuenta con 1.500 km². Ahora, Sadiq Khan, el alcalde de Londres, dice que quiere ampliar la zona de bajas emisiones para 2021, con lo que Londres se convertiría en la zona de acceso al tráfico restringido más grande y más poblada del mundo. Eso sí, para ayudar a los ciudadanos aceptar el cambio de su modo de movilidad, el consistorio londinense creará un fondo de 30 millones de euros destinado a los conductores con rentas bajas, para ayudarles a reemplazar sus vehículos.
Berlín, más de 12 años restringiendo la circulación de vehículos contaminantes
El caso de Berlín es bastante longevo. La capital alemana lleva desde 2008 restringiendo la circulación de vehículos contaminantes gracias a su Umweltzonen, una zona de restricción medioambiental de 88 kilómetros cuadrados –Madrid Central solo tenía 4–. Este área está limitada por la línea que establece el tren circular denominado Ringbahn.
Desde el año 2010 sólo pueden acceder a esta zona los turismos, autobuses y camiones provistos de una pegatina verde. Para los vehículos particulares, se otorga este pegatina a los diésel matriculados después del 1 de enero de 2006, y los gasolina posteriores al 1 de enero de 1993, aunque los vehículos sanitarios y militares están exentos de llevar la pegatina. Entrar en la zona restringida con un coche sin distintivo supone una multa de hasta 80 euros.
París, hacia la total prohibición del diésel
El caso de París es más reciente, pero su impulso ecológico es cada vez mayor. El consistorio de la capital francesa prohibió, allá por el año 2015, la circulación a los camiones y autobuses anteriores a 2001. Un año después, la ciudad hizo lo mismo con turismos anteriores a 1997 y con las motos anteriores a 1999, que no pueden circular por la capital durante los días laborables en un horario que va desde las ocho de la mañana a las ocho de la tarde.
Además, en 2016 fue la primera ciudad francesa que exigió que para circular por un área denominada «Zone á Circulation Restrenite» el distintivo Crit’Air que clasifica a los vehículos franceses en diferentes categorías, cada una con un color. Desde junio de 2017, circular en un vehículo sin este distintivo, o hacerlo con uno con el distintivo cinco –el peor clasificado– de lunes a viernes de ocho a ocho, se sanciona con multas que van desde los 68 euros. Por otro lado, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, anunció que sus planes contemplaban la prohibición total de la circulación de vehículos diésel en 2024, año en el que está prevista la celebración de los Juegos Olímpicos en la ciudad. También quiere prohibir los de gasolina a partir de 2030.
Roma, la ciudad eterna que protege su casco histórico
En una ciudad tan histórica como es Roma, un museo al aire libre, las autoridades también han pensado en protegerse de la contaminación. Allí existe la Zona de Tráfico Limitado (ZTL), que abarca la totalidad del centro histórico. Solamente los residentes, los trabajadores de la zona, los vehículos eléctricos y los transportes públicos pueden entrar en la ZTL.
Esta zona está, a su vez, subdividida en tres áreas y cuanto más cerca del centro histórico están, más restrictivas son las normas de entrada. Por ejemplo, en la zona ZTL Casco histórico, de lunes a viernes de seis a seis y de dos a seis de la tarde el sábado, la circulación está prohibida a todos los vehículos particulares que no sean eléctricos.
Eso sí, los vehículos, tanto de gasolina como de diésel, que cumplan la norma Euro 3 –los matriculados a partir del año 2000-, pueden solicitar un permiso para circular por la zona previa tarifa que parte de los 76 euros anuales.
Lisboa, endureciendo medidas
En el caso de Lisboa, las restricciones empezaron 2011, pero la fase más significativa comenzó en 2015, cuando las autoridades de la capital portuguesa cerraron el tráfico de las calles más céntricas a la mayoría de vehículos anteriores al año 2000. Se ponía así en marcha la Zona de Emisiones Reducidas (ZER).
A pesar de que esa ley no incluía los coches de residentes, las motocicletas, los vehículos históricos o de emergencia y los de las fuerzas de seguridad, los medios locales calculaban entonces que más de 100.000 conductores que circulaban por alguna de estas áreas se verían afectados por la medida, con la que no podían circular por estas zonas de lunes a sábado entre las siete de la mañana y las nueve de la noche. La multa a quien no cumpliera se establecía entonces en los 24 euros.
En enero de 2020, el Ayuntamiento de Lisboa anunció que cerraría su centro histórico al tráfico de vehículos particulares a partir de junio. De esta prohibición se salvan los vehículos de los residentes en la zona -Chiado, Baixa, Alfama, Morería-, el comercio, el transporte público, los servicios de urgencias, los taxis y los coches eléctricos. Se amplía, además, el horario de restricción de seis de la mañana a la medianoche.
Ámsterdam, la ciudad de las bicicletas
En los Países Bajos está especialmente extendido el uso de bicicletas, especialmente en Ámsterdam, donde las restricciones a coches viejos también se aplican.
Desde este año 2020 se prohíbe el acceso al centro de la ciudad a los coches y motos diesel con mas de 15 años de antigüedad, aplicándose por fases las restricciones del plan de Acción de Aire Limpio de Amsterdam para que la ciudad esté libre de emisiones para el año 2030. Precisamente para ese año, Ámsterdam tiene previsto prohibir el acceso a todos los vehículos diésel y gasolina, independientemente de su antigüedad. Por ello, han apostado por una serie de restricciones progresivas.
Bruselas, multas altas y restricciones en toda la ciudad
Para terminar, la capital de las capitales: Bruselas. La ciudad belga restringe desde 2018 la circulación de coches contaminantes gracias a una zona de bajas emisiones que abarca 161 kilómetros cuadrados, es decir, toda la ciudad. A lo largo de ese año, sólo se prohibía la entrada a los vehículos diésel homologados bajo la normativa Euro 1, esto es, los matriculados con anterioridad a 1997.
Esta normativa se irá endureciendo gradualmente hasta llegar al año 2025, cuando no podrán acceder a la ciudad los diésel Euro 6 y los vehículos de gasolina Euro 3 y posteriores. La sanción a quien se salte esta normativa puede ascender hasta los 350 euros.
Visto lo visto, en Europa –que empieza en los Pirineos–, no tienen tantos problemas a la hora de restringir la circulación de vehículos contaminantes que complican, y mucho, la lucha contra la emergencia climática.