Byron Bay Train: así es viajar en el primer tren solar del mundo
Este pequeño y viejo tren fue reconvertido en todo un hito sostenible: el primer convoy del mundo que solo depende de la energía solar para funcionar
El tren no puede estar más de moda, especialmente desde que en varios países occidentales se ha impuesto el fenómeno flygskam, en boga gracias a la activista ecologista Greta Thunberg y su empeño en no coger un avión ni para viajar de uno al otro lado del Atlántico. Las cifras de emisiones para elegir el tren frente a otros métodos de transporte son reveladoras: mientras que en un avión se emiten, de media, 285 gramos de CO2 por persona y kilómetro volado, en un tren se emiten 14.
Ahora bien: ¿puede hacerse algo ya de por sí sostenible aún más sostenible? En Byron Bay, un municipio costero del estado de Nueva Gales del Sur, en el sureste de Australia, están convencidos de ello. Por eso crearon lo que se ha erigido como el primer tren solar del mundo. El Byron Bay Train no depende de otra cosa más que de la luz solar para funcionar. Es un viejo tren que antes funcionaba con un motor de diésel y que ahora depende de placas fotovoltaicas y de baterías para marchar, reduciendo casi por completo su huella de carbono.
En sus inicios, este pequeño convoy de dos vagones necesitaba dos motores diésel para recorrer los tres kilómetros de vía que conectaba la ciudad de Byron Bay con su distrito de North Beach. Con el nuevo siglo eso cambió. Concretamente, en el año 2017. Gracias a la ingeniería y a una voluntad sostenible, este mismo convoy solo necesita la luz del sol. ¿Cómo? Gracias a sus baterías y sus paneles solares, que pueden generar hasta 6,6 kW. De esta forma, han logrado convertir un viejo tren de mediados del siglo XX en el primer tren solar del mundo.
Su recorrido puede que sea corto, pero sienta las bases de un transporte más limpio y más verde. Actualmente, la mayoría de trenes del mundo emplean energía eléctrica para funcionar, pero lo de la energía solar eléctrica es toda una novedad.
El Byron Bay Train alcanza una velocidad punta de 115 kilómetros por hora, aunque circula de media a unos 50. No es un tren de alta velocidad, pero tampoco la necesita: para recorrer esos tres kilómetros que separan la ciudad de la playa solo necesita unos 10 minutos. Quienes lo utilizan –son muchos, siempre va lleno– aseguran que es toda una experiencia.
El artífice de este invento es Brian Flannery, el propietario de Byron Bay Railroad Company Ltd –una compañía sin ánimo de lucro–, quien tuvo la idea de rehabilitar esta línea ferroviaria en desuso desde hacía más de una década. Inicialmente, su intención era simplemente recuperar el convoy abandonado y restaurar sus vías, también en desuso. Pero más tarde decidió dar un paso más e incorporar placas solares en el techo de los vagones, respetando siempre la estética de época del tren. Como dato curioso: Flannery se hizo millonario gracias a la industria del carbón. Ahora, gracias a ese dinero, lidera un proyecto pionero en el transporte sostenible. Actualmente, países como Bélgica, Reino Unido o la India han empezado a incorporar energía solar en algunos de sus trenes.
En términos técnicos, el tren cuenta con paneles solares curvos y personalizados que, como hemos mencionado, alcanzan los 6,6 kW, que están ubicados en los techos de los vagones y que alimentan el sistema de almacenamiento de baterías de 77 kilovatios-hora (kWh) a bordo –una capacidad similar a la de un Tesla Model S– capaz de promocionar suficiente espacio de almacenamiento para una quincena de viajes. Las baterías de iones de litio cargadas con energía solar están diseñadas para operar todos los sistemas, incluida la potencia de tracción, la iluminación, los circuitos de control y los compresores de aire.
Por si acaso (y solo por si acaso), el Byron Bay Train dispone de un motor de emergencia, que funciona con diésel, por si el sistema dejara de funcionar o la climatología no permitiera la carga de las baterías. Eso sí, ese motor es «reconocido en la industria como un motor de combustión limpia», aseguran desde Byron Bay. En cualquier caso, en condiciones normales el tren funciona 100% con energía solar.
Los precios de los pasajes van desde los cuatro dólares australianos (2,5 euros) el viaje de ida y vuelta para los menores de 13 años a los ocho dólares australianos (cinco euros) la ida y la vuelta para los adultos. Los menores de cinco años viajan gratis. Y para completar la experiencia, ofrecen además paseos en el tren que incluyen, desde 28 dólares australianos (16 euros), un menú completo con bebida. Y, de regalo, la sensación de estar viajando sin hacer daño al medioambiente.
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