El futuro verde ferroviario: los trenes de hidrógeno reinarán en nuestras vías
El hidrógeno, a diferencia de los combustibles fósiles a base de carbono, no genera dióxido de carbono (CO2), por lo que es un serio candidato a convertirse en la fuente energética del futuro
El tren, que es uno de los medios de transporte más sostenibles y respetuosos con el medioambiente, busca reinventarse para ser aún más sostenible si cabe. Hace unas semanas hablábamos en estas páginas del Byron Bay, el primer tren solar del mundo. Un paso adelante en la eliminación de la huella de carbono pero que, como vimos, tiene sus limitaciones técnicas.
Hay una alternativa de energía limpia a la solar que parece estar cogiendo fuerza en la industria. Hablamos del hidrógeno, que genera energía eléctrica para la propulsión y que, a diferencia de los combustibles fósiles a base de carbono, no produce dióxido de carbono (CO2), lo que lo ha convertido en un serio candidato a convertirse en la fuente energética del futuro –si queremos cuidar ese futuro–.
Hace unos días llegaba al sector la buena nueva de que Siemens Energy y Siemens Mobility habían firmado un acuerdo para desarrollar y ofrecer conjuntamente sistemas de hidrógeno para trenes y así promover el empleo de esta fuente de energía tanto en Alemania, sede de la compañía, como en toda Europa.
Una clara apuesta de futuro
Esta apuesta es una clara inversión de futuro y es que, en los próximos veinte años, miles de trenes de unidades múltiples diésel-eléctricos serán reemplazados sucesivamente por alternativas que cuidan el medioambiente en toda la red ferroviaria europea.
A día de hoy, los trenes propulsados por diésel siguen funcionando en las rutas ferroviarias no electrificadas. Una realidad obsoleta. En el camino de la descarbonización nos topamos con otra energía, otra tecnología, que ya está empezando a utilizarse y que funciona gracias a un sistema de accionamientos de batería e hidrógeno, respetuosos con el medioambiente, que pueden utilizarse como reemplazo de las unidades diésel.
Antes de este gran acuerdo anunciado por Siemens, ya otras compañías han doblado su apuesta por esta energía para sus trenes. Es el caso del Coradia iLint, un tren diseñado por la corporación francesa Alstom, que en pleno pico de la pandemia de coronavirus inauguró sus primeros trenes impulsados por hidrógeno en Alemania.
Presentaban así el primer tren de pasajeros del mundo que funciona con una celda de combustible de hidrógeno, que genera energía eléctrica para la propulsión. El camino no había sido sencillo. La presentación oficial llegaba tras 530 días de pruebas, en las que habían recorrido más de 180.000 kilómetros por el estado germano de Baja Sajonia.
Vapor y agua, nada más
Pero, ¿cómo funciona exactamente esta tecnología? Los trenes de hidrógeno están equipados con celdas de combustible que producen electricidad a través de una combinación de hidrógeno y oxígeno. Este proceso químico emite vapor y agua, y nada más. Nada de malos humos.
El exceso de energía se almacena en baterías de iones de litio a bordo del tren –parecidas a las que hay en el Byron Bay, que obtiene su energía del sol–. Además, la energía liberada durante el proceso de frenado también es almacenada en estas baterías.
Gracias a estos mecanismos, los convoyes están completamente libres de emisiones y, además, se desplazan de manera casi totalmente silenciosa. El Coradia iLint presenta varias innovaciones en su funcionamiento, como la conversión de electricidad limpia, el almacenamiento flexible de energía en baterías y la gestión inteligente de la potencia motriz y la energía disponible. Además, este tren está diseñado específicamente para su uso en líneas no electrificadas, por lo que permite alternativas limpias y sostenibles en vías antiguas que albergaban trenes propulsados por diésel.
A través de este sistema de hidrógeno, los trenes Coradia iLint pueden recorrer unos 1.000 kilómetros solamente con un tanque de hidrógeno, que se recarga en 15 minutos, lo que constituye una autonomía similar a la que tienen los trenes propulsados por gasóleo.
Esta tecnología, que empieza a implementarse ahora, lleva un largo recorrido tanto en los despachos como en las vías. Allá por 2014, la francesa Alstom firmó una carta de intenciones con cuatro estados federados alemanes –Baja Sajonia, Renania del Norte-Westfalia, Hesse y Baden-Wurtenberg– para la adquisición de 50 trenes. Tras este acuerdo, a finales de 2017, se firmó el primer contrato con la autoridad de transporte de Baja Sajonia, la empresa LNVG, que se convertía en la primera en apostar e invertir en la tecnología de hidrógeno. El contrato establecía entonces la adquisición de 14 trenes Coradia iLint.
Ahora que los dos primeros trenes impulsados con hidrógeno han comenzado a funcionar la región, la compañía asegura que los 12 restantes comenzarán a rodar en 2022, por lo que sustituirán por completo la actual flora de diésel. Todo el transporte ferroviario de Baja-Sajonia estará libre de emisiones por entonces, y parece esta circunstancia llegará para quedarse, pues el contrato con Alstom incluye 30 años de mantenimiento, además del suministro de energía.
España se apunta también al hidrógeno
Más allá de Alemania, otros países –como el Reino Unido, los Países Bajos, Dinamarca, Noruega, Italia y Canadá– han expresado su interés por esta tecnología. Y también España, un país donde el sector ferroviario cobra una especial relevancia. Talgo, principal productora de Renfe en España –pero que exporta a muchos otros países–, acaba de presentar su primer prototipo de un sistema de pila de combustible de hidrógeno, una solución modular que podría empezar a implementarse en un corto plazo con el fin de sustituir a las locomotoras diésel.
La naturaleza modular de este tecnología permite que pueda instalarse en todo tipo de trenes, por lo que una vez superadas las pruebas pertinentes –que en este caso se espera que comiencen en el cuarto trimestre de 2021 en Extremadura– podría comenzar a funcionar en convoyes ya existentes. Concretamente, el primer prototipo con pila de combustible de Talgo está pensado para trenes de Cercanías y Media Distancia.
Con este movimiento, España se apunta al tren de hidrógeno, que tiene visos de reinar en las vías de España, Europa y el mundo. Una alternativa que se estudia ya a gran escala. Por ejemplo, el administrador ADIF está en conversaciones con distintas empresas del sector para la implantación de esta tecnología en las vías menos transitadas, así como en aquellas donde no exista catenaria. Todo un territorio inexplorado que podrá impulsarse ahora gracias al hidrógeno.