Cinco años del Acuerdo de París: radiografía de un lustro y del camino que queda por recorrer
El pacto mundial sobre el clima firmado en 2015 busca mantener el calentamiento global muy por debajo de los 2°C, objetivo del que seguimos muy lejos cinco años después
Ya han pasado cinco años desde que en la capital francesa se firmara el célebre Acuerdo de París sobre el clima, un acontecimiento que fue revestido de hito global pero sobre el cual hay todavía demasiadas incógnitas. Un lustro después, los incidentes climáticos extremos siguen multiplicándose y el consenso científico sigue insistiendo: hay que hacer todavía más para parar esta emergencia climática[contexto id=»381816″].
¿Qué ha pasado en estos cinco años? ¿En qué punto estamos? ¿Estamos a tiempo de cumplir con los objetivos? ¿Es mayor la concienciación de la sociedad en torno a la problemática climática? ¿Cuándo dejarán las energías renovables de ser las energías del futuro para ser las del presente?
Muy lejos de bajar temperaturas
La perspectiva de calentamiento del planeta sigue siendo superior a los 3ºC. Por tanto, se aleja de los objetivos del Acuerdo de París, pese a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono durante la pandemia del coronavirus[contexto id=»460724″]. Esto lo dice la ONU, que el sábado 12 de diciembre celebrará una cumbre virtual –coorganizada junto con Francia y Reino Unido– con todos los firmantes de aquel acuerdo rubricado en 2015, entre los que también se encuentra España.
Y es que, a pesar de las restricciones que ha impuesto esta pandemia –provocando que se viaje menos que nunca, sobre todo en avión–, el 2020 será uno de los tres años más cálidos desde que hay registros, ya que desde enero la temperatura media de la Tierra fue en torno a 1,2ºC superior al periodo de referencia de 1850-1900. Las temperaturas siguen batiendo récords todos los años. El resultado: la década 2011-2020 será la más calurosa jamás vista, y los últimos seis años, precisamente desde 2015, los más cálidos que se han registrado, según el informe anual provisional del estado del clima de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
El Acuerdo de París establecía un marco global para evitar un cambio climático peligroso para la vida humana manteniendo el calentamiento global muy por debajo de los 2°C y prosiguiendo los esfuerzos para limitarlo a 1,5°C. ¿Cómo lograr este objetivo, ahora que la perspectiva sigue siendo de 3ºC? No es fácil, pero sí urgente. Para ello se tendrían que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 7,6% por año, cada año desde 2020 a 2030, según la ONU. Unas emisiones que aumentaron de media un 1,5% anual durante la última década, alcanzando un récord absoluto en 2019 –59,1 gigatoneladas, o miles de millones de toneladas, un +2,6% más que en 2018–.
La pandemia, que como decíamos ha provocado una reducción de las emisiones, traerá consigo un dato histórico: aproximadamente un 7% menos de emisiones en 2020 frente a las de 2019. Eso sí, esto tendrá un efecto prácticamente insignificante a largo plazo, por lo que al salir del coronavirus habría que continuar con bajadas drásticas de emisiones a este mismo ritmo. Algo que, sin pandemia, se antoja imposible sin un compromiso real por parte de los países más contaminantes.
Hay que tener en cuenta que una disminución de las emisiones de CO2 no lleva necesaria ni directamente a una reducción de la concentración de CO2 en la atmósfera, que sigue siendo demasiado alta, por lo que esa disminución de emisiones tiene que ser pronunciada y continuada en el tiempo.
La energía que nos mueve sigue siendo fósil
A día de hoy, las energías fósiles –grandes emisoras de CO2– siguen dominando el sector energético global, aunque las renovables estén pisando cada vez más fuerte.
La que reina en especial entre las renovables es la energía solar fotovoltaica, que ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años al pasar de 217 gigavatios (GW) de capacidades instaladas en el mundo en 2015 a 578 GW en 2019, según la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA).
Entre las fósiles, el petróleo es el rey, ya que representó en 2019 el 33% de la mezcla energética mundial, en el primer puesto, según el estudio de referencia de la petrolera británica BP. Otra energía fósil en alza en estos últimos cinco años es el gas natural –que también emite CO2, aunque menos que el petróleo y que el carbón–, especialmente gracias a la demanda al alza de países como China e India.
En 2020, mientras que las energías fósiles se hundían por la pandemia, casi el 90% de las nuevas capacidades de producción se ha creado con energías renovables, impulsadas por la energía solar, eólica e hidroeléctrica, sobre todo en Estados Unidos y China –ambos países, los más contaminantes del mundo–. Por eso oímos hablar tanto a políticos y economistas de transición ecológica y de una «recuperación verde» tras la crisis del coronavirus.
Las energías renovables se convertirán en el año 2025 en la primera fuente de producción eléctrica en el mundo, por delante del carbón, según la según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Esto en 2025; cinco años antes –como decíamos– seguimos moviéndonos a base de energías fósiles.
El compromiso de los gigantes
Cinco años después del Acuerdo de París estamos, como hemos comprobado, todavía lejos de los objetivos marcados por aquel entonces. Por eso, el mundo debe redoblar esfuerzos –especialmente con la pandemia de por medio–, sobre todo por parte de los países más contaminantes del mundo. La mayoría de ellos han comenzado a anunciar nuevos compromisos para poder alcanzar lo acordado en París.
China, responsable de más del 25% de las emisiones mundiales y el país que más contamina a escala global, anunció por sorpresa en septiembre de este año un nuevo propósito: la neutralidad de carbono para 2060.
En el caso de Estados Unidos, que salió del pacto por obra y gracia de Donald Trump[contexto id=»381723″], el presidente electo Joe Biden ya ha avanzado su intención de devolver a la primera potencia mundial al Acuerdo de París. El segundo emisor mundial ha prometido, en voz del que fuera candidato demócrata, fijar el objetivo de neutralidad de carbono para el año 2050.
En el caso de la Unión Europea, que en 2015 se comprometió a reducir sus emisiones de CO2 de al menos 40% para 2030 respecto a 1990, ahora propone aumentar este objetivo al 55%, con el fin de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.
India, otro gran emisor global, no ha anunciado nuevos compromisos, ya que se mantiene en la intención inicial de reducir su intensidad de carbono entre un 33 y un 35% para 2030 con respecto a 2005.
Habrá que seguir de cerca a estos gigantes –y a otros más pequeños– para ver si, tal vez dentro de otros cinco años, estamos más cerca de cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. De momento esta lucha continúa a medio gas.