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Mónica Ojeda: "Las editoriales más importantes siguen publicando a más autores que autoras"

Mónica Ojeda: «Las editoriales más importantes siguen publicando a más autores que autoras»

La Desfiguración, Nefando, Mandíbula. Títulos que nos hacen pensar en una serie de películas de terror, de film series B, sencillos pero con una carga simbólica poderosa. Estos son los títulos de las novelas de la joven escritora ecuatoriana Mónica Ojeda (Guayaquil, 1988), quien no solo tiene una serie de reconocimientos en su haber desde su primera novela La Desfiguración sino que es una de las seleccionadas de la prestigiosa lista Bogotá 39 – 2017. 

La autora no es complaciente en sus libros, son relatos duros, descarnados, violentos, con gran carga erótica y sexual y con un tópico importante: Internet, ese detalle en la temática que siempre está ahí, como un ojo orwelliano. Mónica Ojeda se ha forjado como narradora con múltiples voces, haciendo más rico el español al mezclar en su narrativa jergas mexicanas, ecuatorianas o españolas. Su narrativa posee una energía que no deja descansar al lector, sus relatos se clavan en imágenes en el cerebro, especialmente si está describiendo una escena violenta o erótica.

Su último libro es Mandíbula (Candaya) en el que vuelve al tema de la violencia, especificamente al bullying.

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Portadas de Nefando y Mandíbula | Imagen de portadas vía Editorial Candaya

Estamos en la semana más feminista del año. Celebramos la reivindicación de los derechos de la mujer y justamente con tu novela Nefando te posicionas como escritora al pertenecer al selecto grupo del Bogotá 39. ¿Cómo ves la situación de visibilidad de las escritoras actualmente?

Creo que hay mucho que hacer todavía en ese aspecto. La misma lista de Bogotá39 lo refleja. Hay más escritores que escritoras, y dudo mucho que sea por una cuestión de calidad. Las editoriales más importantes siguen publicando a más autores que autoras y, además, a nosotras todavía se nos sigue preguntando cómo vemos el panorama de la literatura hecha por mujeres. El día en el que esto deje de ser una pregunta necesaria habremos conseguido no sólo ser visibles, sino que sabremos que ha habido un cambio de pensamiento.

No solo estamos celebrando el Día de la Mujer, también estamos en la era del #MeToo, de donde han salido muchas denuncias de abusos. ¿Cómo crees que las víctimas de abuso se pueden acercar a tus libros donde existe una carga violenta muy visible?

Es una pregunta difícil. Pienso que quienes han sido víctimas de abusos enfrentan su pasado de formas distintas. Hay quienes no quieren pensar ni hablar sobre el tema, mientras que hay quienes sí desean hacerlo. Mis libros trabajan con la violencia y sé que a veces mirarla de frente, tocar el daño, puede ser doloroso o como mínimo incómodo. No tengo idea de cómo «las víctimas», como macrosujeto, podrían acercarse a mi literatura. Pienso que cada subjetividad escarba en sus lecturas aquello que quiere encontrar y lo que no, lo sepulta.

En Nefando narras diversos hechos violentos, abusos, relaciones incestuosas pero hay mucho erotismo en la forma de narrar. ¿Cómo lograste integrar el deseo y el erotismo con la violencia?

Creo que en el erotismo tiene en sí mismo mucha violencia. No veo que sean conceptos antagónicos, sino más bien hermanos, como bien apunta Bataille en El erotismo. Pienso que el deseo es inexplicable y el gesto más tierno puede devenir en un golpe.

En Nefando los personajes crean un videojuego o podría pensarse que cada personaje es un videojuego, hay dibujos, ideogramas, etc. ¿Cuánto ha influido la era digital en la estructura narrativa?

Pienso que me ha influenciado lo mismo que muchas cosas que me rodean y que son parte de mi ecosistema, por decirlo así. En Nefando el internet era esencial porque uno de los temas más importantes de la novela es el abuso infantil y, sin duda, el internet ha cambiado la forma en la que otros abusan de niños. Ha amplificado ese daño mediante el perfeccionamiento de la difusión de pornografía infantil. El videojuego y los dibujos, por otro lado, son parte de un intento de señalar la narrativa existente en otros soportes y sus niveles de expresividad. Entiendo que no sólo se piensa o se cuenta con palabras, pero igual regresamos a ellas.

Hablas de la deep web en Nefando o de las creepypastas en tu nueva novela Mandíbula, ¿Es la web encriptada una metáfora de nuestra intimidad y de la posibilidad de conexión en un mundo que no está envuelto en la visibilidad de las redes sociales?

Pienso que el internet es un espacio en donde extendemos y ampliamos las narrativas que ya existían, aunque con formas distintas, en el pasado. Las creepypastas, por ejemplo, son el equivalente a las leyendas urbanas, pero en la red y difundidas a nivel global. Al final internet es un medio más por el que seguimos plasmando nuestras necesidades, deseos, temores, etc.

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Mónica Ojeda | Foto: Lisbeth Salas vía Editorial Candaya

Este año el máster que cursaste en creación literaria en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona cumple 10 años. El máster es uno de los hilos conductores de Nefando pero cuánto del máster hay en ti cómo escritora, ¿qué tanto de él le debes a tu escritura? ¿Podrías pensar en una Mónica Ojeda autodidacta?

Soy autodidacta, siempre lo he sido, pero ser autodidacta no significa que no aprendas junto a otros y de otros. El Máster en Creación Literaria significó para mí la oportunidad de poner dudas y temas escriturales sobre la mesa y debatirlos con otras personas cuyo trabajo admiro. Un máster no te hace escritor o escritora, pero sí te da la posibilidad de escribir y de leer con otros y esa es una experiencia única.

En la Nefando afirmas que no hay existe la página en blanco. Después de Mandíbula, qué escribirá Mónica Ojeda en esa página en blanco.

Todavía lo estoy rumiando, pero ya tengo la semilla de otra novela. Irá sobre dos hermanas y su padre pasando unos meses solos en las afueras de la ciudad, en una zona rodeada de manglares. Quiero explorar el terror de la naturaleza y su fuerza poética, pero también lo siniestro abriéndose camino en una relación paternofilial. Aún así, lo más probable es que termine escribiendo sobre algo completamente diferente.

 

 

 

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