La innovación se mide en número de patentes y España sigue a la cola

Cuando Helen Lee decidió que no estábamos haciendo suficiente para erradicar el VIH en África —donde viven el 70% de los portadores del virus de todo el mundo, según la OMS— llevaba más de una década dirigiendo su departamento de desarrollo al diagnóstico en la Universidad de Cambridge. Allí creó y patentó SAMBA, una pequeña máquina que sin necesidad de refrigeración ni de personal especializado permite hacer pruebas de VIH instantáneas por 15 dólares cada una. En 2011 comenzó a usarla Médicos Sin Fronteras en Malawi, Zimbabue o Uganda. Cinco años después, cuando Helen Lee se subía despacito al escenario del MEO Arena de Lisboa a recoger el premio a la Inventora Europa del Año, ya había servido para diagnosticar a más de 40.000 personas.

José Ángel Ávila soñaba desde pequeño con satélites. Y fueron sus investigaciones sobre ellos las que le convirtieron en 2017 en Inventor Europeo del Año que otorga la Oficina Europea de Patentes. Recibió el premio en el mismo arsenal de Venecia en el que Galileo Galilei ayudaba a los navieros cuando aún era un desconocido profesor. Y allí volvió Galileo 500 años después. Gracias a Ávila y su equipo de la Agencia Espacial Europea que desarrolló las señales que han convertido al sistema Galileo en el GPS europeo. Las patentes de estas señales permitirán a Europa contar con su propio sistema de navegación por satélite.

A Helen Lee y a José Ángel Ávila les separan los países y los años. Pero les une más: la pasión por la ciencia, la búsqueda de la innovación, la confianza en las patentes. Son dos ejemplos de que detrás de cada código largo de cifras y letras poco sexys hay una idea, una historia, un afán de progreso. «Las patentes son imprescindibles para la innovación», asegura Benoît Batistelli, presidente de la Oficina Europa de Patentes, a The Objective en una entrevista en Bruselas.  ¿Cómo le explicamos a los europeos que detrás de las patentes se esconde la innovación y el desarrollo de todo un continente?

«Nosotros en Europa no tenemos petróleo, no tenemos gas. Necesitamos desarrollar una economía competitiva que permita financiar nuestro estado del bienestar. Y la mejor manera de desarrollar la innovación es con patentes. Por dos razones: la primera es que permite blindar los descubrimientos de los investigadores. Desarrollar un nuevo fármaco puede costar 10.000 millones de euros, nadie iba a invertir en esto si no estuviera seguro de que va a poder percibir los beneficios de su investigación. La segunda razón es que una invención ya forjada permite al resto de investigadores mejorarla, avanzar a partir de los descubrimientos ya hechos. Las patentes sirven para contribuir al progreso técnico«.

Por estas dos razones es tan relevante los últimos datos que ha presentado la Oficina Europea de Patentes (OEP) en Bruselas. En el último año se han registrado 165.590 patentes, un 3,9% más que el año anterior. Estas cifras confirman el atractivo de Europa como mercado para la innovación. «Europa se perfile como un mercado líder en las tecnologías de innovación«, señala Batistelli. Porque la OEP no gestiona solo las patentes provenientes de Europa sino de 50 países. De hecho, solo el 47% de las patentes solicitadas provienen de países europeos, es decir unas 78.000. Estados Unidos es el país que más patentes solicita: un 26% del total. Le sigue Alemania con un 15% y Japón con un 13%. Además, este año ha entrado con fuerza arrolladora el gigante chino que en un año ha aumentado su solicitud de patentes en un 16,6%. Su bastión de guerra ha sido Huawei: solo esta empresa ha solicitado más patentes que todos los organismos españoles juntos, 2.400 frente a 1.676.

¿Por qué está España a la cola?

Las 1.676 patentes españolas suponen el 1% de todas las solicitadas este año. Lo que nos coloca en el puesto 16: por encima de países como Canadá, India o Noruega. Sin embargo, al mirar por ratio de habitantes, la caída es estrepitosa. Bajamos casi al último puesto: 27 sobre 30. Por cada millón de habitantes, España solo solicita 34 patentes, Suiza —que lidera el ranking— 884, Francia, 157, Puerto Rico, 83. Estamos por debajo de países como Chipre, Taipei o Estonia.

Sin embargo, España ha sido uno de los países que más ha crecido este año: un 7,4% en comparación con 2016. «Esto es una buena noticia. Se ha crecido mucho después de varios años de estancamiento. Aunque es cierto que aún no estáis al nivel de vuestro potencial económico«, nos explica Batistelli. Una de las causas de esta falta de crecimiento al nivel de otros países es la ausencia de compañías privadas invirtiendo en I+D, según apunta el presidente de la OEP. De los principales organismos que solicitan patentes: los primeros son públicos. El CSIC, la Fundación Tecnalia o la Universidad Autónoma de Barcelona. De empresas privadas destaca Telefónica, Repsol y Seat. «En esta situación, puedes ver el vaso medio lleno o medio vacío, yo soy de los que lo ven lleno. Esta progresión significa que vais por el buen camino pero que aún tenéis mucho margen de mejora».

El campo tecnológico con mayor número de solicitud de patentes de origen español en la OEP este año fue la química fina orgánica, con un crecimiento del 51,6% y un total de 138 solicitudes de patentes, seguido de maquinaria electrónica, equipos, energía y productos farmacéutico.

Dentro de las solicitudes de origen español, Cataluña lidera el ranking con una cuota del 37,6% del total, frente a Madrid que tiene 19,3%. El mayor crecimiento entre las comunidades de mayor extensión se registró en Andalucía, que creció un 52,6%. En el ranking de ciudades lidera Barcelona, con 565 solicitudes de patente frente a Madrid con 326.

Lista completa de países por patentes