Los derechos de 345 millones de mujeres latinoamericanas pasaban por la legalización del aborto en Argentina
Las restrictivas leyes del aborto en América Latina hasta hace poco parecían imposibles de cambiar. Esa región tiene las tasas de aborto y embarazo no planificado más altas de mundo, incluso por encima de África, a pesar de que el 97% de las mujeres (345 millones) vive en países con leyes de aborto restrictivas destinadas a evitar o castigar estos procedimientos.
Las restrictivas leyes del aborto en América Latina parecían imposibles de cambiar hasta hace poco. Esta región tiene las tasas de aborto y embarazo no planificado más altas de mundo, incluso por encima de África, a pesar de que el 97% de las mujeres (345 millones) vive en países con legislaciones restrictivas destinadas a evitar o castigar la interrupción voluntaria del embarazo.
El último informe del Guttmacher Institute sobre Aborto a nivel mundial 2017: Progreso irregular y acceso desigual sostiene que entre 2010 y 2014 hubo en América Latina y el Caribe 96 embarazos no planeados por cada 1.000 habitantes. La organización advierte de que la mayoría de los abortos son el resultado de embarazos no planeados.
La rigidez normativa ante el aborto se debe, en primer lugar, según un análisis de Time, a la intransigencia de la Iglesia Católica, que continúa ejerciendo una fuerte influencia en la vida pública, y a que la mayoría de los principales partidos políticos también mantienen una línea conservadora ante el tema.
Catalina Martínez, directora de América Latina y el Caribe en el Centro de Derechos Reproductivos, entrevistada por la misma revista ha expresado que esta rigidez en la región se debe «primero, a la influencia conservadora de la Iglesia Católica, y segundo, a la forma en que esa influencia se ha extendido y solidificado en los partidos políticos». También añade que en 2018 la proporción de latinoamericanos que se identifican como católicos ha caído del 80% en 1995 al 59% en la actualidad.
Por su parte, el secretario general de Amnistía Internacional ha afirmado que la continua criminalización del aborto ha comprometido el progreso de América Latina en materia de Derechos Humanos y se trata de «una forma extrema de violencia contra las mujeres».
Mientras que en el 2018 los derechos sobre la interrupción voluntaria del embarazo están retrocediendo significativamente en en Estados Unidos (el Senado de Iowa aprobó recientemente una ley que prohíbe a las mujeres abortar más allá de las seis semanas de gestación, el marco más restrictivo del país), en América Latina las cosas están cambiando.
Debate histórico en Argentina
En Argentina este miércoles se ha debatido en Senado, por primera vez en la historia, el proyecto de legalización del aborto aprobado en otra sesión –también histórica– llevada a cabo en la Cámara de Diputados el 14 de junio.
En esa ocasión, tras más de 22 horas de debate, hubo un giro sorpresivo y la votación terminó con 129 votos a favor, 125 en contra y una abstención pero necesitaba de la ratificación del Senado para convertirse en ley. Finalmente este miércoles en la madrugada, el Senado ha rechazado el proyecto con 38 votos en contra, 31 a favor y dos abstenciones, por lo que el aborto en Argentina seguirá siendo un delito penado con la cárcel excepto en el caso de violación o riesgo para la salud de la madre.
Esta decisión la han tomado los senadores a pesar de que es bien sabido que el aborto clandestino es la principal causa de muerte entre las adolescentes del país. Al parecer importan más los abstractos «valores cristianos» que la muerte de estas chicas.
Amnistía Internacional ha aprovechado este miércoles para publicar en la contraportada del New York Times una campaña en la que el texto sobra.
La organización sostiene que el aborto clandestino es la principal causa de muerte materna en 17 de las 24 provincias. Aunque no hay cifras oficiales, diversas ONG calculan que cada año se realizan unos 500.000 abortos clandestinos en Argentina y que un centenar de mujeres muere por esas prácticas. Además, Unicef estima que anualmente nacen casi 3.000 bebés de niñas de entre 10 y 14 años.
Aunque el debate en Argentina habla de cambios, el pronóstico era adverso desde tempranas horas del miércoles para quienes apoyaban la nueva normativa, según el medio local La Nación. Más de la mitad de los senadores (37) habían manifestaron su voluntad de votar en contra de la iniciativa antes del inicio del debate, 26 lo apoyaban, 2 dijeron que se abstendrían. Tras su rechazo, el proyecto no podrá volver a discutirse en el Congreso hasta después del primero de marzo de 2019, cuando empiece el nuevo período legislativo.
Lo senadores Omar Perotti y José Alperovich, del Partido Justicialista (PJ) –continuador del Partido Peronista–, han sido objeto de una campaña –infructuosa– en redes en la que intentaron convencerlos de que votaran «en contra del aborto clandestino”. Perotti ha terminado absteniéndose y Alperovich ha votado en contra.
.@SenadoArgentina @JAlperovichOk @omarperotti tienen la oportunidad de cambiar una legislación que ha castigado a las mujeres por sus decisiones reproductivas y las ha condenado a sufrir. El mundo les observa https://t.co/3sWJhmG8Ct #AbortoLegalYa #SenadoresQueSeaLey
— Amnistía Internacional España (@amnistiaespana) 8 de agosto de 2018
Pero no solo estaba en manos de estos dos la decisión. Según La Nación, si se tiene en cuenta la orientación política, la mayoría de los votos en contra corresponde a Cambiemos y la minoría al kirchnerismo y aliados. Dentro de los votos del PJ, el escenario es parejo con 11 en contra y 12 a favor.
Brasil también se pronuncia
A 2.855 kilómetros de Buenos Aires, donde está el Senado argentino, se encuentra la Corte Suprema de Brasil que también acogió el viernes y el lunes pasado una inédita audiencia pública sobre la despenalización del aborto hasta el tercer mes de gestación (12 semanas), considerado un crimen en la actualidad castigado con hasta tres años de prisión. Más de 60 expertos y defensores de ambas posturas fueron invitados al debate.
En ese inmenso país tampoco se trata de una discusión sencilla ya que es la nación con más católicos del mundo. Además, tiene una creciente presencia de iglesias evangélicas que también rechazan el aborto. Hasta el momento, en Brasil la interrupción voluntaria del embarazo solo es permitida en caso de violación, si hay riesgos para la madre o si el feto desarrolló una malformación congénita del sistema nervioso.
En Brasil en concreto se insta al alto tribunal a que se pronuncie sobre si el Código Penal de 1940, en el que se incluye la criminalización del aborto, respeta los principios de dignidad de la persona humana y los derechos sexuales y reproductivos consagrados en la Constitución de 1988. No hay una fecha prevista para que el Tribunal Supremo Federal (TSF) se pronuncie sobre el recurso.
Brasil y Argentina son el primero y el cuarto país más poblado de la región, respectivamente. Eso significa que los derechos de aborto de dos quintas partes de las mujeres latinoamericanas –126 millones de personas– han sido de debate esta semana. Aunque todavía quede mucha tela que cortar y nuevos debates que hacer.
En 2013 fue sancionada en Uruguay la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). El país fue el primero en legalizar el aborto en América Latina. También está permitido en Cuba y en el caso de México, sólo en Ciudad de México. Otros seis países de la región –Nicaragua, Honduras, El Salvador, República Dominicana, Haití y Surinam– lo prohíben totalmente. A pesar de esto, las cosas están cambiando y desde 2000, 27 de los 28 países han modificado sus leyes para ampliar los derechos.