Bebi Fernández, la activista feminista más incendiaria de las redes sociales
Criminóloga, experta en violencia de género, escritora y ahora también escritora, Bebi Fernández cambia conciencias desde las redes sociales y sus libros.
Criminóloga, experta en violencia de género y escritora, Bebi intenta cambiar conciencias desde las redes sociales y sus libros: dos diarios de prosa poética, una novela y, ahora, dos volúmenes de su colección como editora.
Desde el anonimato que le proporcionan las redes sociales, Bebi Fernández (Alicante, 1992) se ha convertido en una de las voces actuales más combativas del feminismo. Activista, que no influencer, cuenta entre sus filas con cerca de 650.000 seguidores en Twitter y más de 500.000 en Instagram. Criminóloga de formación y escritora de profesión, ha publicado sus diarios en dos volúmenes, Amor y asco e Indomable; debutó como novelista con un descarnado retrato de la prostitución en Memorias de una salvaje; y acaba de iniciarse como editora con su propia colección de libros en Montena, sello de literatura juvenil de Penguin Random House.
En los dos primeros volúmenes, y como ella misma explica, su intención es aprovechar la popularidad que ha alcanzado en las redes sociales para luchar contra el patriarcado y denunciar las opresiones que sufre la mujer: por un lado, mirando al pasado, con una versión comentada de Vindicación de los derechos de la mujer de Mary Wollstonecraft; y por otro, prestando atención al presente, empezando por el poemario Princesas y lobas de Mississippi, álter ego de Marta Fornes. De todo esto y más conversa con The Objective.
“Yo no me considero influencer porque no monetizo mi presencia en la red. Sí influencio de forma social, sobre todo en lo que a mi lucha de género se refiere, pero yo lo que soy es escritora y escribo en red y me manejo en las redes sociales”, comienza aclarando la autora. “Parece que se ha vuelto un término despectivo porque se les achaca un poco que vendan sin culturizar ni aportar nada positivo. Pero yo no creo que sea así”, aclara Bebi, cuya presencia online representa una rubísima e incendiaria Barbie.
Nos da igual que nos llamen exageradas o nos acusen de criticar resoluciones conforme a derecho, porque entendemos que es EL DERECHO MISMO lo que en su génesis no acaba de contemplarnos en sus supuestos. La violencia machista real no se refleja todavía en el imaginario legal.
— Bebi Fernández (@bebi_fernandez) June 22, 2018
“Yo soy activista y el activismo siempre lucha contra algo, quiere mejorar el mundo, pero para eso hay que cambiar lo que está mal y las personas que defienden ese sistema te van a atacar. Yo tengo muchos detractores, especialmente en foros machistas y neonazis, entonces el anonimato me aporta seguridad. Al principio fue algo fortuito, pero ahora ya tiene una funcionalidad que es proteger a mi persona detrás de Bebi de los ataques que sufro”, continúa diciendo. “Yo lo llevo bien y la verdad es que no recibo muchas críticas, pero es curioso que incluso sin observar mi físico me llamen fea, gorda, zorra. La estrategia no varía mucho, pero porque no creo que tengan mucha estrategia”, comenta.
Más allá de los trols, Bebi cree que las redes sociales son una herramienta de valor incalculable para el activismo capaz de transformar la realidad. “Realmente estamos cambiando la sociedad a través de internet. Las redes sociales son un motor educacional para la generación posterior a la mía brutal. Es importante que intentemos manejarlas bien y mandar un mensaje positivo desde la igualdad de género y el feminismo”, afirma la escritora.
En este sentido, defiende los avances logrados y el compromiso de los jóvenes a pesar de que muchos discursos los tachen de superficiales. “Creo que esta generación es maravillosa en cuanto a valores y te pongo un ejemplo. Somos la primera generación en la cual un grupo de amigos se sienta en una mesa y si alguien suelta un comentario racista, misógino o machista, se tapa la boca, pide perdón y todos lo van a entender. En las generaciones anteriores eso está aceptado”, afirma. “Me parece que somos la primera generación en deconstruirse desde la raíz y hasta un límite que es de admirar. Y creo que las redes sociales han tenido un papel fundamental en este proceso”, remata.
¿Pero no es cierto que las agresiones machistas están aumentando entre los jóvenes? Responde la Bebi criminóloga. “Desde la ciencia de la delincuencia hablamos de dos fenómenos que no se ponen de relieve: el silencio criminal y la cifra oculta. Antaño no había tanta información respecto a las dinámicas de violencia de género, sobre todo en pareja, entonces ahora se denuncia más y suben las cifras oficiales y antes se hablaba menos y se denunciaba menos”, explica. “Es cierto que los estudios criminológicos están demostrando que la violencia machista está aumentando entre los jóvenes y puede que sea por la influencia de las redes sociales y la educación violenta. El control del móvil, con quién hablas, todos estos patrones se instalan fuera de las redes, pero se refuerzan gracias a ellas, esto es una problemática real. Tenemos mucho que hacer”.
Bebi Fernández y su obra
Dos escritoras conviven dentro de Bebi: la de internet y la del papel. “En redes soy una persona con un humor muy ácido, empleo la crítica costumbrista, me gusta ser obscena” e incendiaria como ella misma señala en sus perfiles. “En la novela y como editora, en cambio, se ve a la Bebi más seria y profesional”, reconoce. A medio camino quedarían sus dos primeros libros de prosa poética, Amor y Asco (Mueve tu lengua) e Indomable (Montena, Penguin), cuyo mayor atractivo es asistir a la construcción de la mujer que es hoy. “Se observa mi paso por la adolescencia y la juventud y esa deconstrucción feminista que voy gestando. Como me voy dando cuenta de que no puedo vestir de azul, por qué no puedo pedir una lanza y tengo que pedir una flor, paso por un ciclo de maltrato… se nota que son diarios”, asegura.
En Memorias de una salvaje (Planeta) decidió poner el foco es una lacra cuya normalización sobrecoge: la prostitución. La protagonista de su historia es K, una chica de 19 años que se ve obligada a compaginar sus estudios con un trabajo como recepcionista y chica de los recados en un local de alterne clandestino. “Después de graduarme en criminología me especialicé en violencia de género y en criminalidad organizada. Cuando unes ambas cuestiones lo que te da es trata de mujeres para fines de explotación sexual. Es un tema indignante. Cuando uno se documenta ve cómo tenemos esclavas sexuales en pisos y en clubs en nuestras ciudades y no somos capaces de hacer absolutamente nada. Son mujeres que han venido engañadas, que tienen deudas falsas y que son violadas por hombres de a pie y nos da igual. Quería poner voz a esta problemática en concreto porque me parece brutal el silencio que hay alrededor”.
En opinión de Bebi, la solución a la violencia y la desigualdad de género pasa por la educación. “La prostitución y la violencia sexual no responden tanto al impulso sexual como a dinámicas de poder y ejercicio de la violencia: utilizar el cuerpo de la mujer y someterla para sentirte poderoso. Eso es algo con lo que no nace el hombre, se educa, crecemos con eso. Si se forjaran nuevas masculinidades y estos hombres aprendieran a empatizar con estas mujeres no sucedería esto”, explica la escritora, que profundiza en su labor pedagógica como editora.
“La colección tiene una funcionalidad claramente feminista”, asegura mientras adelanta que a lo largo de 2019 publicará dos libros más bajo su sello. En Vindicación de los derechos de la mujer, la escritora revisa y comenta este ensayo fundacional del feminismo desde el presente de una criminóloga experta en género. Sus inquietudes se plasman en las páginas con subrayados, anotaciones y comentarios o una carta dirigida a la propia Wollstonecraft. En Princesas y lobas abre la puerta a una joven creadora en estos tiempos donde el canon literario y la ausencia de mujeres están en pleno debate.
“Ellos que sigan hablando, que nosotras seguiremos escribiendo”, sentencia Bebi. “No es cuestión de discutir, es cuestión de educar a los hombres en nuevas masculinidades y estos viejos ya se callarán. Creo que solo hace falta un poco de radicalismo en el sentido de ir a la raíz de toda opresión: no es que antes no hubiera mujeres escritoras, es que las mujeres estábamos condenadas a una secundariedad social y, por tanto, artística. Esa es mi definición de patriarcado: los hombres ocupan en mayor medida los puestos de poder y de ello se deriva, lógicamente, que las mujeres ocupen los puestos subsidiarios y secundarios. Antes se publicaba a menos mujeres porque no nos dejaban escribir. Y cuando escribíamos se nos tildaba de banales, histéricas o poco importantes. Vaya, parece que es lo mismo que pasa ahora. El patriarcado sigue hoy vigente”, concluye.