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Por qué el coronavirus es también un duro golpe para el feminismo

Hay un mayor riesgo de exposición al virus para las mujeres ya que el 70% del personal de atención médica y servicios sociales del mundo son mujeres

Por qué el coronavirus es también un duro golpe para el feminismo

En España el Covid-19 afecta de manera similar a hombres y a mujeres en lo que a contagios se refiere, un 52 y un 48% respectivamente. Sin embargo, el número de varones que fallecen es casi el doble, según un Informe del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). A pesar de este dato, algunas activistas feministas insisten en la importancia de incorporar un análisis de género en la respuesta para mejorar la efectividad de las intervenciones políticas y de salud para promover objetivos de equidad tras crisis como la causada por pandemias como la del coronavirus[contexto id=»460724″]

Hay cinco ámbitos que muestran que el impacto de cualquier crisis, sea de carácter sanitario o económico, afecta de manera específica y más virulenta a las mujeres. Así lo ha puesto de manifiesto el informe Covid-19 en América Latina y el Caribe: cómo incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la gestión de la respuesta a la crisis de la Organización de Naciones Unidas Mujeres. Así lo ha expuesto María Eugenia Palop, titular de Filosofía del Derecho e investigadora en el Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Casas y en el Instituto de Estudios de Género (IEG) de la Universidad Carlos III de Madrid.

Exposición por trabajo

De acuerdo al estudio de la ONU, hay un mayor riesgo de exposición al virus para las mujeres que para los hombres. Aunque se sabe que la incidencia del Covid-19 es similar en ambos casos, y que la tasa de letalidad es mayor en los varones, en las mujeres la afectación está más vinculada con el tipo de trabajos que realizan. Cerca del 70 % del personal de atención médica y servicios sociales del mundo son mujeres.

En España “el 86% del personal de enfermería, incluidas gerocultoras y auxiliares de geriatría en centros de día y residencias de personas mayores, son mujeres. También lo son el 71% del personal de farmacia, el 93% del personal de limpieza, el 84% de las cajeras de supermercados, y el 88% de las empleadas de hogar”, específica Palop. Esto explica por qué, mientras que en el cómputo general de contagiados en España un 12% son sanitarios, cuando nos centramos en las mujeres ese porcentaje asciende hasta el 17%, según información del Centro Nacional de Epidemiología.

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Tres trabajadoras sanitarias se abrazan en el hospital La Fe en Valencia, mientras escuchan los aplausos en homenaje al trabajo que están realizando ante la crisis del coronavirus. | Valencia Foto: José Jordan | AFP

Otro de los factores que según la ONU coloca a la mujer en una posición inferior ante epidemias o pandemias, son las mayores cotas de precarización económica, lo que se traduce en menores tasas de actividad, mayores tasas de temporalidad y subempleo y una brecha salarial de hasta el 16% de toda Europa. 

El informe también señala que las mujeres tienen mayores dificultades de acceso a las medidas de protección social y suelen tener una mayor sobrecarga de trabajo: remunerado, doméstico y de cuidados

Palop destaca que en momentos de crisis crece el tamaño de la economía informal y doméstica frente a la economía formal o de mercado, lo que afecta con más fuerza a las mujeres. “En el caso de esta crisis no hay duda de que está siendo así con el cierre de colegios, las recomendaciones de teletrabajar, el derecho a reorganizar y reducir la jornada laboral –hasta un 100% si es para cuidar familiares hasta el segundo grado–”, dice. 

Hogares monoparentales

Por otra parte, la preocupación de las activistas se centra muy especialmente en el impacto económico que sufrirán los hogares monoparentales, que en un 82% están encabezados por mujeres que, en más de la mitad de los casos, se encuentran excluidas del mercado laboral o en riesgo de pobreza. Por eso, insiste Palop, en que “es imprescindible que las reducciones de jornada vengan acompañadas de permisos retribuidos”. 

Por su parte, Beatriz Moreno de la Vara investigadora feminista y doctoranda en Ciencias Políticas de la Universidad Complutenense de Madrid se alarma ante los ya múltiples despidos y ceses de contratos concentrados en el sector de la hostelería o de la venta al público debido a los cierres obligatorios por el estado de emergencia. Y aunque esta situación afecta tanto a hombres como a mujeres, reconoce que no se puede olvidar que en el país existe un grueso poblacional femenino que trabaja sin contrato y que, por lo tanto no cuenta con acceso a las prestaciones por desempleo anunciadas por el Gobierno. “Mujeres en situación administrativa irregular que se quedan sin sueldo y, por lo tanto, sin recursos. ¿Qué derechos tienen ellas ante esta crisis?”, se pregunta y sentencia: “La independencia de las mujeres va a ser, sin duda, una víctima invisible de la crisis del coronavirus”. 

Violencia de Género

Otro de los factores preocupantes en momentos como la crisis actual, en el que se ha decretado una cuarentena para superar la epidemia, es que las mujeres tienen mayor riesgo de sufrir violencia de género y doméstica. Moreno de la Vara repara en el riesgo de estar en un confinamiento obligatorio con un agresor. Tal es el caso del asesinato cometido por un hombre a su pareja, una mujer de 35 años, el pasado 20 de marzo en Almassora (Valencia).  Con ese caso se ha elevado a 17 el número de víctimas mortales de la violencia machista en lo que va de año y ha sido el primero desde la declaración del estado de alarma el 14 de marzo.

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Cerca del 70 % del personal de atención médica y servicios sociales del mundo son mujeres. | Foto: José Jordan | AFP

Sobre qué aprendimos de crisis sanitarias anteriores como el ébola en 2014 o el zika en 2015, las activistas consideran que el protagonismo de las mujeres para hacerles frente ha sido sistemáticamente ignorado. “Un elemento común a ambos brotes es no sólo la cuestión de género, sino también la de clase. El ébola y el zika, al igual que el coronavirus, han tenido una incidencia específica en las clases más bajas y/o precarizadas”, destaca Moreno de la Vara. Por su parte Palop invita a hacer frente a las pandemias desde una perspectiva de género que coloque el cuidado de la vida y a quienes nos cuidan como prioridad en la organización de nuestro modelo social y económico. “Cuando la vida está literalmente amenazada es el trabajo de cuidados en su dimensión física, emocional y relacional el único que permite que esta salga adelante, como estamos viendo, y tiene que desprivatizarse, desmercantilizarse y desfeminizarse”, acota. 

Ante la duda de en qué modo la pandemia es un nuevo factor que afectará al feminismo o supondrá un paso atrás en el movimiento, Moreno de la Vara responde que, sin duda, todas las conquistas y logros en el campo de la igualdad de género va a verse comprometidos por los efectos colaterales de la crisis del coronavirus, pero que puede servir para replantear algunos asuntos clave. “Es un momento clave de cuestionamiento de las formas y modos de producción y sobre todo, de reproducción de la vida. Es una oportunidad única para demostrar nuestra capacidad de agencia y luchar, aún con más fuerza, por ganarle el pulso a este sistema expulsivo desde sus propios puntos de quiebre. Es el momento de repensar cómo podemos darle la vuelta a todo y poner, de una vez por todas, la vida en el centro”, afirma. 

Por su parte, Palop puntualiza que los momentos de excepcionalidad sinceran los avances y visibilizan las dificultades estructurales que implican dichos avances y, además, coincide con Moreno de la Vara en que, pase lo que pase, “la agenda feminista ha llegado para quedarse”.

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