Innovación frugal: más con menos para un mundo mejor
La innovación frugal lleva décadas solventando grandes retos sociales en países en vías de desarrollo y ahora crece exponencialmente en los países ricos
La COVID-19 [contexto id=»460724″] nos ha cambiado la vida, pero que también ha conseguido dar la vuelta a planteamientos previos. Uno de ellos es que la innovación se diseña en y para países desarrollados y después, si es posible, trata de adaptarse a los países en vías de desarrollo. Esto no sucede en la llamada innovación frugal: un modelo de innovación que tiene su origen en los países pobres.
El concepto de frugal ha tomado fuerza en relación con una palabra hindi: “jugaad” que significa “hacer lo mejor posible con lo que se tiene”. Es un estilo de vida para países como India, donde los recursos escasean para gran parte de la población y donde el ingenio se convierte en la mejor herramienta para solventar problemas.
Jaideep Prabhu ya advirtió (2013) que el jugaad era una salida importante de la crisis económica en los países desarrollados. Así pues, la innovación frugal se entiende como aquellos productos, servicios o una combinación de ellos que son asequibles, sostenibles, fáciles de usar y que han sido creados bajo la escasez de recursos.
En general, las innovaciones frugales se desarrollan en y para contextos de mercado de bajos ingresos y se ve que difieren de las innovaciones de mercados desarrollados.
Y llegamos a 2020. La COVID-19 entra de lleno en nuestro país y la innovación frugal aflora por una falta de materiales sanitarios. Un grupo de más de 17 000 ciudadanos españoles con impresoras 3D en sus casas forman coronavirusmakers.org y consiguen poner en tiempo récord la innovación frugal al servicio de la sanidad pública y de la ciudadanía, fabricando pantallas faciales y reduciendo su precio de venta de unos 30 euros a no más de 3.
Esta vez, ante una crisis de tal magnitud, nos toca aprender de los mejores resolviendo dificultades. Hay países, como el nuestro, que transitan crisis y otros países en el que el estado natural es la propia crisis: la innovación frugal lleva décadas solventando grandes retos sociales en países en vías de desarrollo y ahora crece exponencialmente en los países ricos.
Grandes ejemplos de innovación frugal
Clickmedix es una aplicación desarrollada para paliar el problema de la falta de médicos en zonas rurales de países del hemisferio sur. Allí, las personas que atienden la salud de la población tienen escasos conocimientos en medicina. Esta aplicación permite evaluar y diagnosticar a los pacientes a través de un sencillo cuestionario guiado para hacer las preguntas adecuadas a los pacientes y mostrándoles el tratamiento apropiado (o asesorándoles la derivación al especialista). Es útil para diagnosticar enfermedades como tuberculosis, sida, malaria, diabetes, cáncer y enfermedades cardíacas.
En Uganda, una de cada ocho mujeres muere durante el parto. La falta de medios sanitarios y de profesional cualificado convierte dar a luz en todo un reto. M -Scan nace de una iniciativa previa desarrollada por dos jóvenes estudiantes ugandeses. Se trata de un escáner de ultrasonido de bajo coste que puede ser usado con una tableta o móvil. Así llega a los lugares más alejados y siendo usado sin disponer de conocimientos en tecnología ni en medicina. La aplicación alerta de parámetros sanitarios del bebé como el ritmo cardíaco, el peso, la respiración y el tiempo de gestación.
Los derechos universales también son un bien escaso. Un buen ejemplo para devolverlos es Môh Ni Bah, que significa “¡felicidades!” en una lengua nativa de Costa de Marfil. Allí más de 3 millones de niños no disponen de un registro al nacer, lo que posteriormente les impedirá poder acceder a la escolarización pública u otras ayudas gubernamentales e incluso votar. El proyecto permite a los padres declarar el nacimiento de sus hijos de manera segura y fácil a través de un mensaje de texto.
En este mismo país nace LIFI-Led, unas farolas de led hechas de plástico reciclado que ofrecen conexión a internet y se autoabastecen de energía solar. Esto permite luchar contra la brecha digital que sufren más de 800 millones de ciudadanos rurales en África.
El impacto social de la innovación frugal
El reto pendiente es buscar buenos modelos de medición de impacto social para medir cómo estas innovaciones están transformando la vida de las personas, tanto en España como fuera de ella.
No solo basta con evaluar la evidente diferencia de valor económico, sino aquellos parámetros que generen valor social. Por ejemplo, que personal con baja cualificación sea capaz de realizar su trabajo más eficientemente, que la ciudadanía vuelque sus esfuerzos hacia el bien común, o que las zonas remotas de África dispongan de conectividad pudiendo mejorar el acceso a la educación de millones de niños.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.