Txema de Roa abre las puertas de su casa: la primera residencia LGTBI en España
La primera residencia para personas mayores LGTBI en España será pública y abrirá sus puertas en Móstoles gracias a la donación de un vecino. La Fundación 26 de Diciembre tiene claro el nombre que llevará: la Casa de Txema de Roa.
Txema de Roa tenía 74 años cuando reconoció por primera vez que era homosexual. Durante mucho tiempo, cuidó de su madre enferma, pero, cuando esta murió a los 95 años, Txema se dio cuenta de que, como tantas otras personas mayores LGTBI que habían permanecido escondidas por miedo al rechazo, estaba solo.
Un día escuchó en la radio a Federico Armenteros, presidente de la Fundación Veintiséis de Diciembre (26D), una entidad que, entre otras actividades, ofrece servicios de asistencia a domicilio para ancianos LGTBI que necesitan ayuda y cuidados. Txema se hizo con su contacto pero tenía dudas sobre si abrir las puertas de su casa a las personas del colectivo 26D porque no quería bajo ninguna circunstancia que sus hermanos supieran que era gay. «¿Pero cómo no van a saberlo si nunca has tenido novia y siempre te juntas con hombres?», le respondió Federico Armenteros.
La Fundación Veintiséis de Diciembre le cuidó en su casa durante un mes hasta que el cáncer se lo llevó. A su muerte, Txema de Roa donó su chalet en Parque Coimbra (Móstoles) a la fundación: «La forma que ha tenido de salir oficialmente del armario ha sido dejando su legado a una asociación LGTBI», explica Armenteros. Por esta razón, la primera residencia para mayores LGTBI en España llevará su nombre: la Casa de Txema de Roa.
¿Dónde están los mayores?
El proyecto de abrir una residencia para mayores LGTBI comenzó cuando Federico Armenteros, fundador del colectivo 26 de Diciembre y «maricón», como él suele presentarse, se hizo hace diez años la pregunta «¿dónde están los mayores?». Rápidamente, llegó a la conclusión de que estaban apartados porque los espacios y el ocio LGTBI están hechos para los jóvenes. «Ellos no quieren ir a la discoteca y beber una copa, sino tomarse un cafecito y hablar», comenta Armenteros.
Cuando la Fundación 26D abrió su sede en Lavapiés en 2014, comenzó a observar la realidad de las personas que no tenían recursos: «Veíamos a mucha gente que estaba en situación de calle y que muchas eran LGTBI. Nuestro colectivo está solo», afirma el presidente de la fundación.
De esta manera, los miembros de 26D entablaron contacto con gente mayor LGTBI que vivía sola y le ofrecieron acudir a su domicilio para proporcionarle ayuda y cuidados. La fundación de Federico Armenteros les transmitía confianza y podían seguir siendo ellos mismos. Sin duda, lo preferían antes que ir a los Servicios Sociales por miedo a sentirse juzgados.
La idea de abrir una residencia con perspectiva LGTBI para dar una atención profesionalizada no tardó en aparecer. En abril de 2018, la Comunidad de Madrid cedió a la fundación un edificio en Villaverde para que desarrollara el proyecto, pero, debido a los retrasos en la construcción, la que iba a ser la primera residencia para mayores LGTBI en España pasará a ser la segunda del país. A su vez, gracias a la cesión del chalet de Txema de Roa en Móstoles, el municipio madrileño será el pionero.
Por su parte, la residencia de Villaverde, que llevará el nombre de Josete Masa como homenaje al protagonista de una historia similar a la de Txema de Roa, abrirá sus puertas a lo largo de 2020 y contará con más de 60 plazas.
El miedo a que te llamen «maricón de mierda»
Armenteros explica que la idea es dar recursos al colectivo LGTBI para que se sientan seguros y protegidos. Las personas mayores homosexuales, bisexuales o transexuales tienen miedo a sufrir de nuevo el rechazo que sufrieron en su juventud: «No quieren que les llamen ‘maricón de mierda’ o que les digan que están enfermos por viciosos y menos cuando se encuentran en un momento de enfermedad y son más vulnerables». Federico comenta que, para que acepten a una persona LGTBI en una residencia normativa, tiene que permanecer invisible sin manifestar su orientación sexual o de género.
«Estamos en una sociedad heteronormativa y patriarcal y se repiten los mismos roles. No estamos construyendo algo diverso», asegura el presidente de 26D. Armenteros ilustra esta idea con un ejemplo muy sencillo: las parejas heterosexuales que van de la mano por la calle pasan desapercibidas, pero, si dos hombres caminan juntos y se dan un beso, acaparan todas las miradas.
En Madrid hay más de 70.000 personas LGTBI mayores de 80 años que viven solas, según apunta Federico, y, en su mayoría, son mujeres. «¿Dónde están?», se pregunta de nuevo, «pudriéndose en casa con miedo a salir».
Para lograr que los residentes se sientan a gusto y sean protagonistas de sus vidas, la nueva residencia en Móstoles tendrá que adaptarse a los usuarios y no los usuarios a la residencia, es decir, lo que Armenteros aclara que se denomina metodología integral centrada en la persona o, en otras palabras, «un cambio de mentalidad».
Asimismo, el personal que trabaje en el centro estará formado en diversidad para proporcionar una atención de calidad. «Al igual que para trabajar en un centro especializado en deterioro cognitivo tienes que tener una formación para saber cómo atenderlos», justifica el fundador. «Para dar un trato digno hay que empatizar, hay que saber que existe diversidad», añade.
La oportunidad de vivir en una residencia trans friendly
Kim Pérez es una activista trans, histórica en España. Actualmente tiene 79 años y afirma que, cuando su estado se deteriore y no tenga más remedio que ir a una residencia, viajará de Granada a Móstoles para ir a la Casa de Txema de Roa con preferencia ante cualquier otro centro, según ha contado a The Objective.
Para ella, una residencia convencional puede significar forzar a muchas personas a que vivan en el armario. «Para las personas trans, es la diferencia entre vivir con los que te miran con recelo y con burla y hacen insinuaciones y frases molestas, y vivir, en cambio, en medio de personas entre las que eres comprendida y estás a gusto», considera.
Kim Pérez opina que es una cuestión de sentido común: en una residencia de mayores, la mayoría de personas son homófobas y tránsfobas porque a ninguna se la crio en la diversidad y en la igualdad. Por el contrario, en palabras de la activista, «vivir en una residencia trans friendly o gay friendly es lo mismo que tener la oportunidad de vivir en un paraíso, por muy extraño que parezca». La diferencia entre un suplicio y la dignidad.
Una proyecto público, inclusivo y familiar
La gestión de la Casa de Txema de Roa correrá a cargo de la Fundación 26 de Diciembre. Desde el colectivo se encargarán tanto de los gastos generales como del mantenimiento de las instalaciones; costes que se pueden permitir gracias a los ingresos que reciben a través de cuotas de socios, legados y subvenciones.
El Ayuntamiento de Móstoles, por otro lado, gestionará la cesión de las plazas: tendrán preferencia las personas LGTBI pero, en caso de sobrar algunas, podrían ser ocupadas por personas heterosexuales que deseen ser residentes del centro. Además, la residencia mostoleña será pública, por lo que los usuarios pagarán a la Comunidad de Madrid el 80% de su pensión.
La Casa de Txema de Roa contará con seis plazas, por lo que Federico está convencido de que van a hacer una familia. «No quiere decir que en una familia sea todo maravilloso, pero una familia siempre va a estar contigo cuando lo necesitas, en lo bueno y en lo malo. Es un proyecto muy ilusionante por eso», agrega.
La Fundación 26 de Diciembre, por otro lado, imparte talleres sobre diversidad sexual y de género en las residencias convencionales de mayores. Además de al personal de los centros, los miembros de 26D quieren formar a las personas mayores que viven en ellos, al igual que se hace en otras residencias de Europa. «Es uno de los caballos de batalla que estamos librando», asegura su fundador. Armenteros sostiene que el objetivo es acabar con los roles de género que perjudican a la sociedad en su conjunto: «Hay que romperlos y destruirlos: no tienen valor».
Por el momento, la Casa de Txema de Roa acogerá dentro de poco a seis personas que podrán vivir sus últimos años en un ambiente de respeto y diversidad y, en unos meses, más de 60 lo harán en la residencia Josete Masa en Villaverde. Para Armenteros, esta noticia es una gran conquista para el colectivo LGBTI porque, según explica, «si no eres visible, nadie te va a aceptar».