THE OBJECTIVE
Sanidad

"Nos mandan a la guerra sin armas": testimonios de sanitarios que combaten el coronavirus en España

Hablamos con varios trabajadores de la sanidad que denuncian las condiciones precarias en la primera línea de batalla contra el COVID-19

«Nos mandan a la guerra sin armas»: testimonios de sanitarios que combaten el coronavirus en España

Reuters

Desde que comenzara el estado de alarma por la pandemia del coronavirus[contexto id=»460724″] en España, los ciudadanos salimos en masa a nuestras ventanas y balcones cada tarde a las ocho para aplaudir a los que batallan en primera línea contra el virus. Una convocatoria de aplauso que nació de una cadena de mensajes y que ya se ha convertido en parte de nuestra rutina.

"Nos mandan a la guerra sin armas": testimonios de sanitarios que combaten el coronavirus en España 1
Personal de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid responde al aplauso diario que se ofrece a los sanitarios. | Foto: Mariscal | EFE

Los aplaudidos son los sanitarios–aunque también los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado o los que trabajan en servicios esenciales como supermercados o farmacias–. Esos mismos sanitarios que cada día trabajan en turnos maratonianos y que, en muchos casos, se enfrentan al virus desprovistos de las protecciones adecuadas.

El resultado: más del 12% de los casos conocidos de coronavirus en España corresponde a trabajadores de la sanidad, según datos del Centro Nacional de Epidemiología. Son los más expuestos y sin protección, también los más vulnerables. Esta cifra puede suponer un grave problema si colapsa la sanidad en mitad de esta crisis sin precedentes. Si ellos cayeran, ¿quién podría levantarnos?

Para poner rostro a esta emergencia, aunque sea desde la distancia, hablamos con varios sanitarios repartidos por hospitales y centros de salud de diversas provincias para que nos cuenten cómo es su día a día y cuáles son sus principales preocupaciones. Todos ellos denuncian las condiciones precarias que ponen en peligro su salud y su desempeño en el trabajo.

Las iniciales de todas las fuentes consultadas para la realización de este reportaje son ficticias para salvaguardar su anonimato. Hablar no es fácil en estos tiempos: varios de los sanitarios contactados por este medio han decidido finalmente no participar en el reportaje por presiones de sus superiores o sus administraciones o por miedo a represalias.

Reutilizar batas de usar y tirar a falta de EPIs

«La primera semana tuve que utilizar la misma mascarilla durante varios turnos seguidos porque no quedaban suficientes. Ahora tenemos algunas más, todas bajo llave. Pero te las tienes que ingeniar para que duren todo el turno», cuenta P.R, enfermera en la unidad de hospitalización de Medicina Interna del Hospital General Universitario Morales Meseguer de Murcia, una de las últimas comunidades en sufrir esta crisis pero que ya cuenta con centenares de casos confirmados. Su hospital trata actualmente al mayor número de contagiados por COVID-19 de la región.

«Tampoco contamos con batas suficientes ni son las adecuadas. Deberían ser impermeables, pero como no tenemos, usamos unas batas verdes ultrafinas que, en vez de usar y tirar como se debería hacer, reutilizamos y las aprovechamos lo máximo posible», detalla.

No tienen equipos de protección individual (EPI), que están compuestos por una bata impermeable, mascarilla quirúrgica, guantes y protección ocular antisalpicaduras. Y escasean los gorros, las calzas, las pantallas protectoras para el rostro o las gafas protectoras, entre otros elementos esenciales.

"Nos mandan a la guerra sin armas": testimonios de sanitarios que combaten el coronavirus en España
Un hombre se coloca un EPI en el hospital de emergencia instalado en IFEMA. | Foto: Comunidad de Madrid | Reuters

Ante esta precaria situación, les toca ser creativos: «Nos las hemos ingeniado para hacer impermeables las batas con bolsas de basura, viseras o pantallas protectoras con carpetas, mascarillas de tela, desinfectantes para el material y la ropa a base de lejía diluida, alfombras al salir de cada habitación para desinfectar los zuecos con empapadores con lejía…». En definitiva, sufren una situación muy precaria de recursos a pesar de las donaciones que están recibiendo, confiesa.

L.H. es enfermera del servicio de urgencias del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. En la comunidad más golpeada por la pandemia en España, muchos de los centros sanitarios están al borde del colapso desde hace ya días. «Nuestros superiores nos quieren hacer creer que no es necesaria tanta protección, como por ejemplo una mascarilla FPP3 en zonas donde no se encuentran los aislados por sospechas de COVID-19, en lugar de explicarnos que éstas escasean. A fuerza de reivindicarnos y negarnos a trabajar sin todo el equipo en todas la unidades cada día tenemos más material para protegernos», comenta orgullosa.

También en Madrid, O.L. trabaja como enfermero en la unidad de aislamiento de alto nivel (UAAN) del Hospital Carlos III, donde asegura que «al principio» sí contaban con los recursos necesarios pero que, a medida que pasa el tiempo, se están quedando sin ellos. Ahora tienen que colocar una mascarilla de papel sobre la FPP2 para evitar que se manche y desechan la de papel al salir de la habitación de cada paciente: «La FPP2 tiene que durarnos todo el turno«.

En una unidad como la suya, precisamente centrada en el aislamiento de pacientes, también están bajo mínimos. «En la UAAN teníamos recursos preventivos, gente vigilando la retirada del EPI y protocolos serios. Conforme han ido avanzando los días, los protocolos han ido a peor hasta el día de hoy, que tenemos que reutilizar todo, tanto las gafas como la mascarilla todo el turno», detalla. Además denuncia que los protocolos cambian prácticamente cada 24 horas.

La crisis en Madrid desanima a algunos de los sanitarios repartidos por otras zonas de España. «Vemos cómo está evolucionando todo allí y vemos que aquí la situación se va a desbordar y no disponemos del equipo para protegernos a nosotros mismos», admite C.T. desde el Hospital Universitario San Juan de Alicante, donde realiza su cuarto año de residencia. Este joven denuncia que tampoco cuentan con los famosos EPIs y que las mascarillas ya empiezan a escasear.

Pocos tests y muchas bajas

Esta falta de material se traduce, por lógica, en cada vez más sanitarios contagiados por la exposición al virus. Cuando se confirma un contagio se procede a poner al sanitario, convertido en paciente, en cuarentena. Esto debilita nuestro sistema sanitario y acelera la llegada de un posible colapso. En España el porcentaje de sanitarios contagiados ha superado al de Italia, con un 8% y al de China, un 4%.

La enfermera del Morales Meseguer de Murcia se congratula de que, de momento, «no son muchos los compañeros» que están en cuarentena. Denuncia, eso sí, que no se están realizando las pruebas: «Hay casos de compañeros a los que no se les ha hecho las pruebas por tener unos síntomas mínimos. A otros se les ha obligado a trabajar por no tener síntomas a pesar de haber estado en contacto con algún COVID-19 positivo».

"Nos mandan a la guerra sin armas": testimonios de sanitarios que combaten el coronavirus en España 3
Varias trabajadoras se toman un descanso en el Hospital Severo Ochoa de Leganés, Madrid. | Foto: JAVIER SORIANO | AFP

C.T. es uno de los sanitarios que han estado de baja a la espera de que le realizaran la prueba, que finalmente ha salido negativa. Él se ha reincorporado al trabajo a pesar de tener «síntomas de cualquier catarro con mocos y dolor de cabeza».

El testimonio menos alentador en este sentido llega de L.H., la enfermera de urgencias en el Clínico de Madrid. «Desde que empezó esto cada día están apareciendo nuevas bajas de compañeros que comienzan con síntomas y tienen que hacer cuarentena en su domicilio», cuenta. El refuerzo de personal que vemos en las noticias es, fundamentalmente, para suplir las bajas: «Son los que entran por los que salen», confiesa. La mayoría de las bajas en su hospital son de personal que, como ella, lleva desde el principio combatiendo contra la pandemia. «Cuando trabajábamos sin EPI», especifica.

Ella y sus compañeros han luchado para mejorar sus condiciones. Gracias a eso, ahora cuentan con un EPI diario por profesional que cuidan «como si fuera oro». En cuanto a los tests, cuenta preocupada que no les hacen las pruebas hasta no tener síntomas, sin tener en cuenta si han estado en contacto con un contagiado. «A saber cuántos de nosotros somos asintomáticos», se inquieta.

Enfermeros y auxiliares, los más expuestos

Los enfermeros y los auxiliares son los más expuestos al contagio ya que son los que más contacto tienen con los pacientes. L.H. nos lo explica: «Es un contacto directo con ellos [los contagiados] durante las 24 horas. Administramos medicación, aerosolterapia, cambios de ropa, se realizan aseos, cambio de pañal… todo eso nos hace potencialmente positivos. Por esto es tan necesario el EPI, tenemos que estar bien protegidos, cuidarnos a nosotros para poder cuidarlos a ellos«.

Hay un dato muy esclarecedor que demuestra esto, más allá de la propia experiencia de quienes lo viven: en el caso de las mujeres contagiadas en España, el porcentaje de las sanitarias escala hasta el 17%. La gran mayoría de enfermeras y auxiliares son mujeres.

En este sentido, P.S., la enfermera de Murcia, va más allá y ensalza la sensatez de los enfermeros en una situación en la que lo fácil sería caer en el alarmismo. Eso sí, apunta: «Los enfermeros somos los encargados de realizar las pruebas de coronavirus extrayendo una muestra nasofaríngea y aumentando, por tanto, el riesgo de contagio. Y al no contar con los materiales necesarios para protegernos durante esa prueba, existe un riesgo muy elevado. Algunos compañeros de urgencias que tienen que realizarlas continuamente, cuentan aún con menos materiales que el resto del hospital, estando mucho más desprotegidos que ningún otro profesional».

Sacrificio y servicio público

A pesar de todas estas trabas que –al menos de momento– no se solucionan, los profesionales sanitarios siguen acudiendo a su puesto de trabajo y sacrificándose por contener un goteo de muertes que se cuentan por miles en apenas dos semanas.

Sus turnos duran más de lo habitual y se alargan hasta 12 ó 14 horas en muchos casos. En otros, como en el de la enfermera del Clínico de Madrid, L.H., los horarios siguen siendo similares a los anteriores a la pandemia, pero más intensos: «Si todo va bien, descansamos unos 20 ó 30 minutos para tomar el aire. Sin embargo, si es un turno malo –con mucho trabajo, muchos pacientes llegando en mal estado– no podemos parar«.

La enfermera de Murcia, por su parte, reconoce que los descansos en áreas como la UCI o las urgencias el descanso es «insuficiente». No obstante, este sacrificio que están realizando tanto ella como sus compañeros le hace sentir «orgullo por pertenecer a este gremio». También siente «templanza ante una situación tan inquietante como la que estamos viviendo y responsabilidad por la protección de la salud».

«Que se valore la sanidad pública y el esfuerzo que hacemos todos los días»

Las administraciones están acelerando el paso para mejorar las condiciones de los trabajadores de la sanidad para hacer frente a esta crisis, pero no es suficiente. Esta tesitura viene de lejos, como muchos denuncian, porque no se ha cuidado la sanidad como se debería y porque las privatizaciones han hecho un daño que ahora sufrimos en carne propia y a herida abierta.

«Por favor, que nos den más recursos», implora O.L., el enfermero del Hospital Carlos III. «Ya que no tienen personal que nos cubra si nos contagiamos, al menos que podamos ir protegidos en condiciones», concluye.

"Nos mandan a la guerra sin armas": testimonios de sanitarios que combaten el coronavirus en España 2
Vista del Hospital Universitario de A Coruña. | Foto: MIGUEL RIOPA | AFP

Por su parte, C.T, el residente en Alicante, lanza un mensaje a la población: «Si quieren ayudar, que se queden en casa y no salgan si no es imprescindible».

P.R, la enfermera del Morales Meseguer de Murcia, pone el foco en «la falta de consenso y de organización de los hospitales, de la Región y del Ministerio de Sanidad».

Sobre su labor y la de sus compañeros, P.R dice: «Quiero destacar la voluntad de cambio y de adaptación a los escasos y precarios recursos de los que disponemos para protegernos y proteger a nuestros pacientes y nuestras familias».

L.H., la enfermera del Hospital Clínico, es concisa: «Nos están mandando a la guerra sin armas». Y lanza una petición a futuro: «Queremos que nos tengan en cuenta cuando todo esto acabe, que se valore la sanidad pública y el esfuerzo que hacemos todos los días, que se sepa que trabajamos sin descanso, sin libranzas».

Esta enfermera recuerda también que su profesión es «puramente vocacional». «Es una pena que haya tenido que pasar algo así para empezar a valorarnos, a tratarnos con el respeto que merecemos, a dejar de ser ‘niña’, ‘guapa’ o ‘joven’ para pasar a ser enfermera», se queja. «Solo quiero que se sepa que todo lo que hacemos, lo hacemos con nuestro corazón: que cogemos la mano del que está más débil y le hacemos saber que no está solo, que los escuchamos y aliviamos».

No les dejemos solos a ellos.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D