Quim Torra, un “independentista emocional” para la Generalitat
La designación de Quim Torra para presidir la Generalitat de Catalunya ha sido, con matices, un déjà vu. Nombrado a dedo, apurando los plazos y eligiendo entre los candidatos a un ‘hombre de paja’, con carácter transitorio y perfil soberanista. Hablamos de Quim Torra, pero podría perfectamente ser el relato del nombramiento a dedo de Carles Puigdemont por Artur Mas en enero de 2016.
La designación de Quim Torra para presidir la Generalitat de Catalunya ha sido, con matices, un déjà vu. Nombrado a dedo, apurando los plazos y elegido entre los candidatos como un ‘hombre de paja’, con carácter transitorio, y perfil soberanista. Hablamos de Quim Torra, pero podría perfectamente ser el relato del nombramiento a dedo de Carles Puigdemont por Artur Mas en enero de 2016. Torra se supone que actuará a través de los dictados de Puigdemont pero, ojo, que los ‘hombres de paja’ los carga el diablo y pueden acaban convirtiéndose en líderes y volar por su cuenta, como hizo el propio Puigdemont, quien terminó mirando a Artur Mas por encima del hombro, una vez que la Justicia inhabilitó al expresidente de Convergencia para el ejercicio de la política activa. Quim Torra no tiene por qué ser diferente y quién sabe si no caerá en la misma tentación cuando se acomode en el cargo; después de todo, su mentor está en Alemania y, si regresa a España algún día, lo menos que le va a pasar es que lo inhabiliten para cargo público, si no acaba con sus huesos en la cárcel.
Pero ¿quién es este Quim Torra? Se oyen muchas voces desde el lado constitucionalista que claman al cielo por la designación de un “radical”, “antiespañol”, «extremista» e “independentista” defensor de la república, que mantiene unas buenas relaciones con los antisistema de la CUP.
Es «una persona con uno de los perfiles más sectarios», ha dicho el PSC de él en un comunicado conjunto con el PSOE. Desde el PP, su líder Xavier García Albiol se apresuró a rescatar los tuits de Torra, borrados tras ser propuesto por Puigdemont, en los que desprecia todo lo que huele a españolismo. «Salimos del fuego y caemos en las brasas», decía el portavoz popular escandalizado.
Aquí tenéis el pensamiento del posible nuevo President de la Generalitat. Para él “vergüenza es una palabra que los españoles hemos eliminado de nuestro diccionario” o “solo saben expoliar”. Lo dicho, salimos del fuego y caemos en las brasas. pic.twitter.com/5H3qlZLJh0
— Xavier García Albiol (@Albiol_XG) 10 de mayo de 2018
Y para Ciudadanos, la llegada de Torra es «más de lo mismo«, es decir, el independentismo al poder. Su portavoz, Inés Arrimadas, también se molestó en bucear y encontrar los tuits de la vergüenza, para mostrar el «supremacismo y odio puro» del flamante dirigente catalán.
«Aquí unos ejemplos de lo que piensa Quim Torra, el candidato más radical que ha podido encontrar Puigdemont para alargar el procés y aumentar el conflicto y la fractura social».
Aquí algunos ejemplos de lo que piensa Quim Torra, el candidato más radical que ha podido encontrar Puigdemont para alargar el procés y aumentar el conflicto y la fractura social. Supremacismo y odio puro. Si el Gobierno cree que “esto de Cataluña” está solucionado, se equivoca. pic.twitter.com/Z5qm6X1Ff1
— Inés Arrimadas (@InesArrimadas) 11 de mayo de 2018
En esos tuits que corren por las redes, Torra ha dejado perlas como las siguientes: «Vergüenza es una palabra que los españoles no han eliminado de su diccionario», «los españoles solo saben expoliar» o “los catalanes votamos y los españoles vienen a vigilarnos ¡Fuera de aquí de una vez! Idos, dejadnos vivir en paz».
¿Y qué esperaban, que Puigdemont, huido de la Justicia, eligiera a un constitucionalista? ¿A una persona que comprenda que gobernar Cataluña pasa por respetar las leyes, el Estado de la Autonomías, y plantear la independencia desde cauces legales?
Lo lógico es lo que ha ocurrido. Por eso Quim Torra, intelectual metido a político, que se presentó como independiente en el puesto 11 de la lista de JxCAT en las elecciones de diciembre, es un defensor acérrimo de la república. Se autodefine como un “independiente emocional”. Escritor, ensayista, logró cumplir uno de sus sueños, montar su propia editorial, Acontravent. Es un lector empedernido, de ahí, quizá, lo de “emocional”.
A sus 62 años, este apasionado de las letras y la escultura, nacido un Día de los Inocentes en la localidad gerundense de Blanes, es una de las personas más próximas de Puigdemont. Ambos son amigos desde hace años. Dicen de él, en este caso sus allegados, que tiene un gran sentido del humor, que habla muy bien y que es un estupendo conversador. Seguro que sí. Pero no sólo del buen rollo vive la política, y menos la catalana que lleva años haciendo agua por todas partes, enredada en la maraña del procés.
Abogado de profesión, Torra ha estado siempre muy ligado a las organizaciones independentistas hasta el punto de que presidió durante un tiempo Òmnium Cultural. Precedió en el cargo a Jordi Cuixart, uno de los encarcelados por el procés. También está vinculado a la Asamblea Nacional Catalana – la presidida por Jordi Sànchez, también en prisión – como miembro del consejo permanente de la entidad. Y al Born Centre Cultural, el mercado convertido en símbolo del independentismo que dirigió en la etapa de Xavier Trías como alcalde de Barcelona.
De su actuación como abogado se destaca de él que en 2011 presentó junto al abogado Jordi Cortada una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) contra la sentencia del Tribunal Constitucional que recortaba el Estatuto catalán. Una demanda que fue rechazada al año siguiente.
Como escritor, Torra ganó el premio Carles Rahola por el libro Viaje involuntario a la Cataluña imposible, en 2009. Dirige Revista de Catalunya y son conocidos, sobre todo, los ensayos sobre Cataluña y la independencia, tema recurrente en sus escritos. El último de cuyos títulos – Los últimos 100 metros. La hoja de ruta para ganar la República Catalana, escrito en 2016, atestigua su afán soberanista.
El intelectual, el abogado convertido en político Torra, más allá de mostrar que es un hombre emocional, debe poner a prueba ahora su capacidad para gestionar un Gobierno que necesita ponerse en marcha, recuperar lo perdido, es decir, la confianza empresarial, las inversiones para mejorar la sanidad, la educación, la justicia, las infraestructuras y tantas, y tantas cosas que se han quedado por el camino durante el procés.
No parece que ese sea el camino que vaya a elegir por su condición de ‘hombre de paja’, de testaferro de Puigdemont. Al menos, al principio. Cuando se acomode en el Palau, igual rompe amarras y ‘mata’ al padre. Eso es algo que sólo el tiempo dirá.