La mejor profesora del mundo enseña a jóvenes Inuit del Ártico
«La enseñanza representa la forma ideal para conectar a los jóvenes, que tengan la oportunidad de entender sus realidades, y diseñar programas para ayudarles a alcanzar sus objetivos». Estas son las motivaciones de Maggie MacDonnell, una maestra canadiense que acaba de ser elegida como la mejor profesora del mundo al hacerse con el Global Teacher Prize, o más conocido como el Nobel de los profesores, en una gala celebrada en Dubai. Esta profesora ha sido elegida entre 10 finalistas, seleccionados entre 20.000 nominados de 179 países. Ha sido elogiada por «cambiar la vida de sus estudiantes y transformar su comunidad».
«La enseñanza representa la forma ideal para conectar a los jóvenes, que tengan la oportunidad de entender sus realidades, y diseñar programas para ayudarles a alcanzar sus objetivos». Estas son las motivaciones de Maggie MacDonnell, una maestra canadiense que acaba de ser elegida como la mejor profesora del mundo al hacerse con el Global Teacher Prize, o más conocido como el Nobel de los docentes, en una gala celebrada en Dubái. Esta canadiense ha sido elegida entre 10 finalistas, seleccionados entre 20.000 nominados de 179 países. Ha sido elogiada por «cambiar la vida de sus estudiantes y transformar su comunidad».
Durante los últimos seis años, Maggie MacDonnell ha estado trabajando en la comunidad Salluit, un pueblo esquimal enclavado en el Ártico canadiense. Allí viven poco más de 1.300 personas, las temperaturas en invierno alcanzan los menos 25 grados, y solo se puede llegar por aire; no hay forma alguna de hacerlo por carretera. En una región con estas características, el aislamiento y la falta de recursos hace que se convierta en una zona marginada en la que ser profesora es mucho más que un mero trabajo.
Maggie ha tenido que enfrentarse al suicidio de más de diez jóvenes. «Asistir al funeral de mis estudiantes es una de las cosas más duras a las que me he enfrentado nunca», asegura esta canadiense quien también lidia en su día a día con las altas tasas de consumo de alcohol y droga; con embarazos de chicas adolescentes producto, en muchas ocasiones, de las altas tasas de abuso sexual; y con los roles de género que a menudo cargan a las chicas más jóvenes con todas las tareas relativas al hogar.
Uno de los proyectos que se llevó a cabo para atajar la autodestrucción como vía de escape fue la creación de un gimnasio que se ha convertido en centro para jóvenes y adultos de la comunidad local que están intentando adoptar un estilo de vida más saludable. Maggie ha tenido que ver, y mucho, en este tipo de iniciativas. Su manera de trabajo y su implicación en la comunidad han acercado soluciones a los problemas de los estudiantes. Los llamados «actos de bondad» han mejorado drásticamente la asistencia a la escuela. La creación de un comedor comunitario, la formación en la prevención de los suicidios o las caminatas por los parques nacionales para entender la gestión ambiental, han sido algunas de las actividades que han sembrado la vida y sobre todo la esperanza en este pueblo. Ahora, con la dotación de un millón de dólares del premio para proyectos educativos, podrán seguir invirtiendo en bienestar social de esta comunidad esquimal.
Entre los finalistas, un español
David Calle es el profesor youtuber madrileño que ha estado a un paso de llevarse este ‘Nobel de los docentes’. Más de 20 millones de alumnos han visto sus clases en YouTube, y aunque no se ha hecho con el millón de dólares para proyectos educativos, David Calle aseguraba antes de la ceremonia que él «ya había ganado». Ingeniero de profesión, comenzó con la docencia tras quedarse en el paro hace más de diez años; hace cinco comenzó a colgar sus clases en Internet gratis para ayudar a los más jóvenes con las Matemáticas, la Física o la Química. Poco a poco fueron los propios alumnos quienes le pidieron que subiera más, y hoy tiene casi 800.000 suscriptores a su canal. Su proyecto ‘Unicoos’ ha servido para ayudar a muchos con las ciencias y para colocarse entre los diez candidatos a mejor profesor del mundo. Ahí es nada.
En lo que se refiere a la edición de 2016, fue una profesora palestina la que se hizo con este galardón. Hanan Al-Hroub creció en un campo de refugiados y está especializada en el apoyo a niños traumatizados por la violencia. Aún sigue dando clase a sus alumnos de educación primaria, aunque durante el último año ha viajado mucho alrededor del mundo como embajadora de la labor de la enseñanza. “Nuestro trabajo no es solo enseñar conocimiento, también tenemos que ayudarles a aprender a vivir su vida y darles herramientas para que puedan resolver sus problemas”, es una de las lecciones que ha transmitido al mundo Hanan Al-Hroub.