El calentamiento global es una realidad. El aumento de la temperatura está provocando, entre otras cuestiones, el deshielo de los polos y el aumento del nivel de los océanos. Y aunque algunas medidas a medio plazo pueden ayudar a suavizar las consecuencias del cambio climático, otros problemas que se están produciendo en la actualidad requieren de una intervención inmediata.
En Suiza temen que el deshielo de los Alpes acabe mermando su economía. El pasado diciembre fue el más seco y el más caluroso desde 1864 y preocupa que el turismo de montaña, uno de sus principales sectores económicos, se resienta. Por eso, un grupo de científicos ha sacado adelante un plan ingenioso para proteger sus glaciares.
El próximo verano, un equipo de la Universidad de Utrecht liderado por Hans Oerlemans verterá grandes cantidades de nieve artificial sobre un pequeño glaciar a los pies del Diavolezzafirn, en el sureste del país, con el fin de crear una delgada capa que tenga la capacidad de reflejar la luz solar. De este modo, los científicos pretenden evitar que el calor de los rayos del Sol se filtre en la nieve y provoque el derretimiento de las capas más profundas. El proyecto, que en primer lugar se probará a pequeña escala, tiene un coste de 100.000 dólares. Si tuviera éxito, podría aplicarse la misma técnica para la preservación del emblemático glaciar de Morteratsch, un tesoro de la naturaleza y uno de los lugares más valorados por los esquiadores de todo el mundo.
Las expectativas de este proyecto son tan altas que la financiación se ha obtenido de empresas privadas interesadas en no perder su negocio por culpa del calentamiento global. Porque el descenso de la nieve está siendo tan veloz que se estima que este glaciar se está reduciendo a un ritmo de 30 metros por año.
Además, el éxito de esta iniciativa está prácticamente asegurado. Se ha demostrado en el pasado con otros materiales altamente reflectantes que el método funciona. El problema principal radica, sin embargo, en que los costes de materiales como la lana son demasiado elevados. En este sentido, la nieve artificial sería una solución. De acuerdo con los cálculos de Oerlemans, bastaría con poner en marcha 4.000 máquinas de nieve durante todo un año para hacer crecer el glaciar Morteratsch hasta 800 metros en dos décadas.
Estas máquinas se utilizan normalmente en estaciones de esquí para asegurarse que la calidad y la cantidad de nieve disponible para el deporte es la adecuada. No obstante, esta técnica plantea dos problemas. El primero, que solo funciona en aquellos lugares donde las temperaturas son suficientemente bajas a lo largo de todo el año, incluyendo el verano, como para conservar el agua bajo cero. Y el segundo, que no es sencillo encontrar en todos los lugares una fuente de recursos de agua lo suficientemente importante y lo suficientemente económica como para producir una cantidad tan grande de nieve.
El equipo de Oerlemans es consciente de que su idea es ambiciosa, de que puede fracasar. Pero también sabe que si sale adelante según lo previsto, el gobierno suizo puede interesarse por esta propuesta e invertir dinero en ella. A fin de cuentas, se calcula que el sector turístico de la confederación centroeuropea genera cerca de 30.000 millones de francos suizos cada año, unos 28.000 millones de euros. Esto supone el 5% del Producto Interior Bruto del país.
