¿Cada cuánto deberías lavar las toallas de tu baño?
Las toallas sucios tienen todo tipos de microbios y es imposible mantenerse plenamente aislado de ellos. Con todo, limpiando las toallas con frecuencia puedes combatirlos y evitar, así, el riesgo a sufrir infecciones. Porque, nada más lejos de la realidad, las toallas son un nido de bacterias y cada vez que te secas con ellas estás trasladándolas a tu cuerpo. Aunque, también es cierto, la mayor parte de las bacterias son inofensivas: a fin de cuentas, proceden de tu cuerpo.
Las toallas sucias tienen todo tipo de microbios y es imposible mantenerse plenamente aislado de ellos. Con todo, limpiando las toallas con frecuencia puedes combatirlos y evitar, así, el riesgo de sufrir infecciones. Porque, nada más lejos de la realidad, las toallas son un nido de bacterias y cada vez que te secas con ellas estás trasladándolas a tu cuerpo.
Aun así, se hace complicado vivir con tranquilidad sabiendo que las toallas son un hábitat perfecto para los gérmenes por estar húmedas, ser absorbentes y permanecer en lugares cálidos, por no mencionar que no suelen recibir la luz del sol. Podríamos decir incluso que el baño no es el lugar más adecuado para una toalla, pero es para el que está destinado. Charles Gerba, microbiólogo de la Universidad de Arizona, asegura que en ellas conviven bacterias que pueden acarrearnos infecciones y enfermedades.
De acuerdo con uno de sus últimos estudios, el 90% de las toallas examinadas presentaban bacterias coliformes, que suelen encontrarse en grandes cantidades en las heces humanas y animales. Asimismo, el 14% tenían la conocida bacteria E. Coli. Gerba reconoce a Newsweek que, cuando no nos lavamos las manos a conciencia y luego las pasamos por la toalla, dejamos bacterias que son peligrosas para nuestro organismo. “Después de dos días, secarse la cara con la toalla de mano supone recibir más E.coli que metiendo la cabeza en el inodoro”, dice el experto en la revista Neewsweek.
Emily Martin, profesora asociada de Epidemiología en la Universidad de Michigan, resta importancia a las apreciaciones de Gerba. “Nuestros cuerpos están adaptados para ser capaces de vivir en un entorno rodeado de microbios”, explica. Con todo, el riesgo de contagio de enfermedades a través de las toallas es real.
Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine desveló que el brote de SARM –Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, una cepa bacteriana que se ha hecho resistente a muchos antibióticos– que afectó a todo un equipo de fútbol americano de Los Ángeles en 2003 se pudo deber a que compartían toallas en los vestuarios.
Así, la solución pasaría por lavar las toallas con mayor frecuencia y en condiciones más severas. Gerba sostiene que lo deseable sería lavar las toallas cada dos días, más si cabe si están al alcance de niños pequeños. Además, sería necesario lavarlas en agua caliente y con detergentes de oxígeno activo para minimizar riesgos. Otra especialista, la directora de microbiología en el Presbyterian de Nueva York, sostiene que mientras se sequen bien y se utilicen con higiene, basta con lavar las toallas una vez por semana.