Los niños de nadie, de la Venezuela de Chávez
De mis primeros trabajos hay la remembranza de dos niños durmiendo en la acera a pleno mediodía en Sabana Grande. Era el año 2001. Por aquellos días aún estaba fresca la promesa que fijó Hugo Chávez al decir que trabajaría para acabar con la crisis de los infantes en situación de calle, o se quitaba el nombre.
De mis primeros trabajos tengo la remembranza de dos niños durmiendo en la acera a pleno mediodía en Sabana Grande –una zona del centro-este de Caracas–. Era el año 2001. Por aquellos días aún estaba fresca la promesa que fijó Hugo Chávez al decir que trabajaría para acabar con la crisis de los infantes en situación de calle, o se quitaba el nombre.
Dos décadas después, el número de menores de edad en estas condiciones es mayúsculo, y los grupos son mucho más visibles y comunes que cuando se usaba la pobreza como vitrina de los errores de la “cuarta república”(gobiernos anteriores a Chávez). Una excusa.
La pregunta es qué pasó con esos muchachos después de 18 años. ¿Pudieron salir de su situación de calle o simplemente se sumaron a la estadística de muertes? No lo sabemos.
En cualquier caso, el gran ausente es el Estado. La Ley Orgánica para la Protección del Niño y Adolescente (Lopna) apenas ha quedado como un instrumento para que el inquisidor evite que el fotógrafo muestre la realidad del infante que vive en la calle. Sus principios y objetivos reales no se materializan, aquello de ayudar al menor de edad y protegerlo.
Y ahora hay una nueva generación. En la calle Guaicapuro de El Llanito, en Petare –la favela más grande de la capital venezolana–, a diario sube y baja un grupo de niños, delgados. No están sucios pero llevan consigo paquetes de basura sobre carretillas.
Los que no trabajan solo piden. En estos días de urgencia, pocos tienden la mano y ellos quedan a su suerte. Otros roban para alcanzar una meta: comer.
¿Padres? Unos dicen que ya no viven con ellos y otros quedaron huérfanos por la violencia. Pero el número de niños improvisados le gana a esa absurda visión de padres que los trajeron al mundo porque no los pudieron abortar; una terrible paradoja entre matarlos antes de nacer o matarlos de hambre después que ven la luz.
Son los hijos de nadie en la Venezuela que entró en un retroceso, marcado por el abandono escolar y la forzosa necesidad de trabajar, de “resolverse”, de crecer sobre el asfalto sorteando el fuerte ritmo de la calle.
El reportaje original y completo en Clímax de El Estímulo –medio hermano de The Objective en Venezuela–.