Entre la ciencia y el milagro, el eficaz “modelo español” de trasplantes de órganos (II)
Hacemos un recorrido por el exitoso “modelo español”, el sistema líder mundial en trasplante de órganos desde hace 27 años.
Una noche de enero Sara Sánchez Bercedo, de guardia en la oficina madrileña de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), recibió una llamada de Navarra. Ningún paciente en la lista de espera se ajustaba a las características del corazón de un niño que acaba de fallecer. Para estos casos de excepción, existe un convenio con Portugal, Reino Unido, Francia e Italia. Así, un equipo inglés partió rumbo a Navarra y obtuvo el órgano para llevar luego a su país. Sin embargo, a las 3 de la mañana, cuando quisieron emprender el regreso, el piloto advirtió que las alas del avión estaban entumecidas por el frío. Sara preguntó cuáles eran las alternativas hasta que le deslizaron, como última opción, que un señor de la zona tenía un líquido anticongelante que, de vez en cuando, cuando la temperatura era adversa, lo aplicaba. Ella ordenó despertarlo. Diez minutos después, aquel hombre apareció en el aeropuerto y realizó su labor. “Tenemos pequeños héroes. Nadie le pago un euro. Le escribí un carta: «Gracias a ti, hay un niño que está vivo»”, dice la coordinadora.
En este sistema de ciencia y precisión también participan personas anónimas y, en ocasiones, ocurren milagros.
El mejor trabajo del mundo
En cada operativo de donación de órganos se movilizan hasta cien personas, ente quirófanos y aeropuertos, sumada la Guardia Civil, la Policía y personas que la red envuelve en su lógica y requiere para seguir funcionando. “Es muy emotivo ver cómo cada uno colabora con nosotros. Todos reman para ayudarnos. Siempre digo que tengo el mejor trabajo del mundo, donde veo la bondad de la gente”, asegura Sara. Fue esta experta en coordinación quien estaba de guardia el día que la ONT registró, en febrero de 2014, el récord histórico del llamado “modelo español” en el que hubo 16 donantes y 45 trasplantes en 24 horas, y, durante un momento, 6 aviones sobrevolaban España para salvarle la vida a una persona. La ONT tiene un acuerdo con tres líneas comerciales, puede contratar un taxi aéreo o enviar el órgano por carretera. Además de todas las variables que un coordinador debe tener en cuenta para su trabajo, se suma a este listado de responsabilidades una utilización criterios de los de recursos económicos.
En España, 5000 pacientes esperan un llamado que les cambie la vida. Un sábado por la tarde, hace 22 años, Ana Martín recibió el suyo. Llevaba tres años con diálisis, ese proceso que consiste en “limpiar la sangre” de quienes padecen fallas renales. Al día siguiente, a las 8 de la mañana, se presentó en el hospital. Horas después ingresó en el quirófano. Un riñón se trasplantó en Madrid; el otro partió hacia el Clinic de Barcelona. Un mismo donante puede salvar hasta 11 vidas. “Sé que mi donante fue un chico de mi misma edad, 23 años, en un accidente de moto. No sé ni quién es ni como se llama. Allí se sabe todo, pero me parece importante que todo permanezca anónimo. Le agradezco muchísimo a él y a su familia”, dice Ana en una oficina de la Asociación Madrileña para la Lucha contra las Enfermedades Renales (ALCER), donde trabaja. Esta patología silenciosa, que padecen al menos 50000 españoles es producto del estilo desordenado, la obesidad, el sedentarismo, tabaquismo y el alcohol, también está influido por la diabetes y la hipertensión.
–Ana, ¿crees en los milagros?
–Sí. Siempre llegan cuando tienen que llegar.
En 2017 se estrenó la serie de TV Pulsaciones, protagonizada por Juan Diego Botto. La historia de suspense se centraba en la peligrosa investigación de un hecho criminal que un hombre trasplantado llevaba a cabo, ayudado por los recuerdos del hombre que le había donado el órgano. A Ana Martín el programa no le gustó: “No tiene nada que ver con la realidad”. Los hechos verdaderos sorprenden incluso más que la ficción. Por ejemplo, el 57% de los donantes en España tienen más de 60, el 30% más de 70 y el 9% más de 80 años. Incluso una persona que falleció a los 92 años se convirtió en donante de pacientes que hoy gozan de salud.
Estrategias y batallas
La ONT no realiza campañas publicitarias para estimular la donación de órganos. Hay algunos famosos solidarios, como Rafa Nadal, Dani Rovira, Sara Carbonero o Malena Alterio, quienes prestaron su imagen para darle visibilidad al modelo español, pero la estrategia es otra. “No existe ninguna evidencia ni ninguna experiencia en la que con una campaña promocional haya cambiado la forma de pensar de la ciudadanía. Realizar una campaña y evaluar ese impacto está fuera de nuestro alcance. Nuestros recursos están mucho mejor invertidos en la formación de nuestros profesionales”, explica la directora de la organización, Beatriz Domínguez-Gil. Su estrategia es la de un trabajo “por goteo” con los medios de comunicación como modo de acceso a la población para generar confianza en el sistema.
En persona, “face to face”, precisa la máxima autoridad de la ONT, libró una batalla el año pasado. Domínguez-Gil se enfrentó con un equipo estadounidense conducido por el Premio Nobel de Economía Alvin E. Roth. La idea proponía que, a través de la empresa Global Kidney Exchange, un paciente acaudalado que necesitase un riñón resolviese su problema a través de una intervención donde interviniesen dos parejas donante-receptor (una en los Estados Unidos; la segunda, en un país en vías de desarrollo) que buscaría GKE a través de un algoritmo. Tras su localización, pagaría el traslado, la estancia y la hospitalización y diez años de inmunosupresión de la pareja. “Desde una perspectiva económica, se puede considerar una muy buena idea. Desde una perspectiva ética, es inaceptable. Uno, es una compra encubierta porque no hay un pago en cash, pero es un pago en especies. Es una vulneración del principio de no comercialización. Dos, no es un acto humanitario. No es que el país rico quiera ayudar al país pobre. Es una explotación de la situación de vulnerabilidad de esos pacientes y países. Cuando regresan a sus países de origen nadie se hace cargo del receptor, en caso de complicaciones, ni del potencial donante”, dice la doctora, quien preside el Comité de trasplante del Consejo de de Europa.
Las agallas del donante
La escasez de órganos es un problema complejo. En la Argentina, el año pasado se aprobó la denominada “ley Justina”, en homenaje a una niña de 12 años que falleció mientras esperaba un corazón, que establece que los mayores de 18 años, salvo que dejen constancia expresa de lo contrario, son donantes. En algunos casos los familiares directos, en particular los hermanos, ya que con ellos un paciente comparte la misma carga genética, se ofrecen como voluntarios.
Hace minutos apenas salió de la clínica privada madrileña donde se realiza un costoso procedimiento para mitigar los efectos secundarios de la medicación inmunosupresora. Brinda con un zumo verde en un bar, pendiente de su ordenador, después de una hora dentro de una cámara hiperbárica. María Elizalde, periodista argentina radicada en España, fue trasplantada del riñón en 2013, en Buenos Aires, cuando tenía 33 años, poco después de que le detectaran una insuficiencia renal crónica que pronto se agudizó sin posibilidad de realizarse diálisis. En la fase inminentemente previa a su trasplante ya no podía comer y su hermano Federico, que vivía en Río de Janeiro, le ofreció un riñón y tras realizarse incontables analíticas, ambos ingresaron en el quirófano de un prestigioso establecimiento privado porteño. “Al principio estuve muy aislada, en cajita de cristal hasta que todo se acomoda. Cuando me desperté estaba en terapia intensiva… en otro estado. Es como si te enchufaran el cuerpo a una corriente de energía. Me sentía con gozo, con una gratitud. Fue un momento de éxtasis”, recuerda. El resultado fue exitoso.
No existe mejor órgano para una persona que aquel que comparte carga genética, como el de un hermano. “Donar conlleva mucho esfuerzo. Al principio Fede tenía sueño, estaba cansado. Requiere de muchas agallas hacer lo que hizo”, explica María, mientras busca en su móvil una foto de los dos.
Tres meses después del trasplante, María Elizalde regresó a su trabajo y a su ritmo habitual. Tenía miedo de no poder cumplir con los plazos y la rutina laboral, pero nada de eso sucedió: “Me di cuenta de que todo lo que había vivido me hizo más inteligente, más creativa. Además, la donación me templó. Me dio un impulso para querer disfrutar aprovechar la vida. Me siento más valiente ahora. Tengo más coraje. A mí hay pocas cosas que me dan miedo”.
–María, ¿crees en los milagros?
–Sí. Hay un refrán que dice que hay dos formas de mirar la vida: una, decir que los milagros no existen; otra, decir que todo es un milagro. Yo creo en esta última. Que salga el sol, la luna, para mí, todo es un milagro.
Desafíos y un futuro por explorar
Uno de los desafíos de la ONT consiste en vincular al sistema a la salud privada, sumar más hospitales a los 185 hospitales que integran la red. De ese modo, calcula la organización, se podría aumentar la donación entre un 5 y un 10%. Se trabaja ya en un protocolo y en un programa de formación de profesionales de la salud privada.
Otra innovación en el universo de la donación tiene que ver con el trasplante de útero, una intervención polémica que, a la directora de la ONT, le genera algunas dudas. Este procedimiento es una opción para mujeres con infertilidad y consiste en extraer el útero de una persona viva, normalmente del entorno de la paciente, o de una persona fallecida y tras trasplantarlo en la paciente someterla a técnicas de fecundación. Durante este proceso y hasta que se lleva a cabo la gestación la mujer deberá estar sometida a una terapia inmunosupresora. Otro avance sobre el cual aún se está experimentando consiste en trasplantar un órgano junto con precursores hematopoyéticos, más conocidos como trasplante de médula, para que el organismo adopte a ese órgano de inmediato. De este modo se necesitaría menos medicación inmunosupresora.
Un sistema con encastres perfectos
Así como existe un pueblo solidario y conciente de la eficiencia de su sistema sanitario, hay otros rasgos que debe modificar. “Hay tanatofobia, a la gente no le gusta hablar de la muerte. Es importante que lo dejemos dicho a nuestros familiares”, explica Sara Sánchez Bercedo. En el Hospital La Paz, Belén Estébanez Montiel, médica intensivista y coordinadora de trasplantes, acostumbrada a tratar con los seres queridos de un paciente en estado crítico desmitifica completamente esa creencia de que el alma de una persona reside en los órganos. Esta licencia de algunas ficción solo colabora a ahuyentar el sentido común.
En este sistema de encastres perfectos emerge, más que en cualquier otro, la empatía. Sin ella, todo se reduce a una fría una intervención. El cálculo y la exactitud son cruciales, pero hay otros ingredientes que le insuflan algo imposible de explicar desde la ciencia.
–Belén, ¿crees en los milagros?
–No sé si milagros, pero a veces tengo la sensación muy extraña de que hay personas que han elegido para morir conmigo, situaciones en las que se han alineado los astros en una forma muy atípica para que el paciente. Hay pacientes que llevo con nombre y apellido siempre en mi recuerdo.
Lee la primera parte de este reportaje aquí.