¿Por qué ya no puedo comprar paracetamol sin receta?
No es nuevo que un paciente tenga que acudir a la farmacia con receta para que le dispensen paracetamol
Muchos hemos recurrido al paracetamol en alguna ocasión para tratar algún dolor de cabeza, articular, por golpes o fiebre elevada. Este conocido medicamento pertenece al grupo terapéutico de los paraaminofenoles, y se caracteriza por sus efectos analgésicos y antipiréticos que calman el dolor y reducen la fiebre, respectivamente.
A diferencia del también muy empleado ibuprofeno, no posee propiedades antiinflamatorias. Esto limita su utilidad para el tratamiento de dolencias que cursen con inflamación como dolor de garganta, esguinces, y artritis, a pesar de las posibles creencias populares.
Este año se ha producido un gran revuelo sobre la aparente nueva necesidad de acudir al médico para conseguir una receta que permita comprar paracetamol en una oficina de farmacia. A continuación, descubriremos cuáles han sido las motivaciones y en qué consisten realmente las nuevas medidas de control sobre este afamado fármaco.
¿Qué peligros puede conllevar el uso de paracetamol?
Aunque el paracetamol goce de una elevada seguridad, avalada por los más de 30 años de experiencia desde el inicio de su aprobación por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, es importante tener en cuenta los peligros de un consumo superior a las dosis recomendadas.
Lo más habitual es tomar un comprimido o sobre (cuya composición en gramos puede variar) cada 8 horas, que coinciden aproximadamente con las tres comidas principales del día. Sin embargo, en dolores más acentuados se puede incrementar el número de tomas. Precisamente en estos casos debemos ceñirnos bien a lo que indique el médico o farmacéutico, o a lo que refleje el prospecto.
Debido a que el paracetamol se convierte en nuestro organismo en otro compuesto que puede ser muy dañino para el hígado, es muy importante saber que la dosis máxima que se puede ingerir dentro del margen de seguridad son 4 gramos. En la práctica equivaldría a tomar cuatro comprimidos de 1 gramo de paracetamol al día. Superada esta cantidad aumentaría de forma significativa la probabilidad de un fallo hepático que podría tener consecuencias fatales.
La importancia de la receta
En realidad, no es nada nuevo que un paciente deba acudir a la farmacia con receta para que le puedan dispensar paracetamol. La necesidad de disponer de la prescripción del médico depende principalmente de la dosificación y del número de comprimidos que contenga la caja.
Las presentaciones con comprimidos o sobres que contengan 500 o 650 miligramos de paracetamol o, de forma general, aquellas que contengan 1 gramo pero con un máximo de 10 comprimidos (salvo alguna excepción concreta), no necesitan receta.
Por el contrario, los medicamentos que contengan más de 10 comprimidos (habitualmente 20 o 40) de 1 gramo de paracetamol sí la requieren conforme a una normativa que entró en vigor en 2017.
¿Qué ha motivado las restricciones en farmacias?
Las cifras recientes indicaban una venta de las presentaciones de paracetamol que requieren prescripción médica muy superior a las recetas que se habían emitido. Este hecho sugería riesgos asociados a un uso indebido, especialmente por emplear dosis superiores a las que realmente son eficaces (500 o 650 miligramos) para la mayoría de dolencias en las que el paracetamol puede ser de ayuda.
Con el objetivo de evitar la aparición de efectos adversos asociados a la toma de dosis elevadas de paracetamol, las autoridades sanitarias decidieron incrementar la restricción a su acceso. De esta forma, no se exige al paciente que a partir de ahora aporte la receta (como si de un nuevo impedimento se tratase). Solo se asegura que lo haga conforme a la normativa que ya estaba vigente desde hace tiempo.
Este mayor control ahora se realiza gracias al nuevo Sistema Español de Verificación de Medicamentos, a pesar de que su objetivo principal es bien distinto al que nos atañe aquí.
Debemos ser racionales con el uso de los medicamentos
Es necesario recalcar que no siempre la mayor dosis de un fármaco va a ser la que controle los síntomas de forma más eficaz y segura. Ejemplos como el del paracetamol y el ibuprofeno evidencian la necesidad de hacer hincapié en conseguir una relación beneficio-riesgo adecuada. ¿Y esto qué implica? Seleccionar una pauta óptima. En otras palabras, una dosis, número de tomas al día y duración del tratamiento que permitan atajar eficazmente la dolencia y minimizar los posibles daños colaterales.
A pesar de ser muy evidente, no hay que dejar de insistir en la importancia de seguir siempre las recomendaciones del médico y farmacéutico para tomar paracetamol y cualquier medicamento a las dosis e intervalos de tiempo adecuados. Para ello, todos debemos ser coherentes y responsables y hacer un uso correcto, independientemente de si se requiere receta médica o no.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.