José Barberán, médico internista: «Estamos abocados a un nuevo confinamiento»
«La solución para que este virus desaparezca es tener inmunidad de rebaño»
Los casos de coronavirus en España se han disparado en las últimas semanas, volviendo a cifras preocupantes muy similares a tiempos de antes del confinamiento. Ahora, con unos 2.000 contagios diarios y los brotes en aumento (580 a fecha del 9 de agosto), España se convierte en el país con más contagios de Europa occidental, según la Universidad Johns Hopkins, que cifra el número de casos positivos en un total de 314.362, seguida por Reino Unido, con 311.461 infectados; Italia, con 250.103, y Francia, con 235.208 casos.
La llegada del verano, las vacaciones y el levantamiento del los confinamientos han llevado a la salida en tropel de la sociedad, sobre todo, de los jóvenes, que han sido señalados por entidades como la OMS y autoridades sanitarias como aceleradores de los rebrotes de coronavirus. De esta forma, el paradigma ahora ha cambiado, y si antes eran las personas mayores las más afectadas, ahora son los jóvenes de entre 15 y 29 años el grupo de edad más damnificado por la enfermedad.
¿Egoístas, irresponsables y peligrosos? Hablamos con el doctor José Barberán, especialista en medicina interna en HM Hospitales con más de 30 años dedicado a los enfermos infecciosos.
Los números de contagios no dejan de crecer, de unos 200 casos tras el confinamiento a 2.000 diarios en estas últimas semanas. Los rastreadores se han convertido en una figura fundamental para poder mantener controlada la pandemia, sin embargo, de acuerdo con las cifras que han facilitado las consejerías de sanidad, España tiene un total de 3.533 rastreadores, uno por cada 12.000 habitantes, cuando se necesitaría más de 8.000. ¿Son los rastreadores la clave para evitar una segunda ola?
No, no son la clave, los rastreadores forman parte de un trabajo para evitar que haya tantos contagios. La clave radica en que la gente tenga sentido común y se proteja para no contagiarse, es decir, se ponga la mascarilla y guarde la distancia social. Los rastreadores son un eslabón más, la clave está en la sociedad.
Los rastreadores forman parte de esta lucha. Cuando en un hospital o en un centro de salud se detecta a un paciente con coronavirus, lo que hacemos los médicos de atención es avisar a salud pública y salud pública pone en marcha un trabajo para detectar a las posibles personas que se han contagiado con este enfermo. Y ahí entran en juego los rastreadores. Pero los rastreadores no son la clave, la clave está en la sociedad, en las personas que deben evitar contagiarse, protegiéndose y guardando la distancia social.
«Si los jóvenes no se conciencian y entienden de la importancia de que no se contagien, estamos abocados a un confinamiento»
Madrid anunció que duplicará el número de rastreadores actuales, de 180 a 360. Sin embargo, sólo ha contratado a 32 nuevos rastreadores para controlar los brotes de coronavirus. En este sentido, hay varias sociedades médicas, como la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y la Sociedad Española de Médicos Generales de Familia, que han denunciado que el número de rastreadores es claramente insuficiente. ¿Qué valoración hace usted?
El rastreo es una labor un poco policial, porque lo que hay que hacer es, una vez identificado el paciente, los médicos avisamos a salud pública, y salud pública manda a los rastreadores, que se ponen en contacto con el paciente y le preguntan por familiares, por amigos, por aquellas personas que tienen contacto físico o relativamente cercano con ese paciente.
¿Pero hay suficiente rastreadores, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid que es donde usted trabaja?
Es que no sé cuál es el número de rastreadores ideal, no vamos a poner un rastreador por paciente, porque no hay ni un médico por paciente, es evidente. Puede que el número ideal sea un rastreador por cada 20 pacientes. Y si en la Comunidad de Madrid aumentamos de 180 a 360 creo que de momento estaría bien. Hay que tener en cuenta el número de infectados, a más contagiados, más rastreadores.
Los casos crecen en España, se habla incluso de segunda ola. ¿Qué ha pasado con lo bien que estábamos hace un mes?
La gente no ha cumplido con la mascarilla y el distanciamiento social. Y si usted mira quién se ha contagiado, son fundamentalmente jóvenes que se creen impunes y se creen que no les va a pasar nada. Y, efectivamente, la mayoría son asintomáticos. Pero, ¿dónde se han contagiado? Fundamentalmente, en sitios de alterne, de copas, cerrados, donde el distanciamiento social no se mantiene y se quitan la mascarilla. Este tipo de locales deberían tener mayor control, no cerrarlos, porque supone un grave aprieto para los dueños, pero la administración debería dar más facilidades, como por ejemplo, si ese local tiene que estar cerrado, quitarle los impuestos, facilitar las cosas a estas personas, no agobiarlas.
«La solución para que este virus desaparezca es tener inmunidad de rebaño, es decir, que el 90% de la población esté inmune»
Ante esta situación, la inconsciencia de los jóvenes, la escasez de rastreadores… ¿Estamos abocados al confinamiento?
No le puedo decir eso, porque va a depender de cómo se comporte la gente, y ahora el comportamiento, sobre todo de los jóvenes, es poco cívico, no cumplen las medidas porque se sienten impunes. Si eso persiste, y los jóvenes no se conciencian y entienden de la importancia de que no se contagien, posiblemente estemos abocados a un confinamiento. Es una labor fundamental concienciar a la juventud, controlar a los locales de ocio nocturno y evitar el botellón.
¿Cree que estamos ante la antesala de una segunda ola o que solo son brotes y no hay que encender las alarmas?
Posiblemente, porque los brotes son cada vez mayores. También hay que tener en cuenta que ahora se están realizando más pruebas PCR y esto puede distorsionar un poco la realidad. Pero lo que estamos viendo es que cada día hay mayor número de infectados y que de seguir así puede haber transmisión comunitaria y vamos camino al confinamiento.
¿Por qué cree que en Madrid hay tan pocos brotes (21 a fecha del 7 de agosto) en comparación con otras comunidades (108 en Andalucía o 122 en Aragón) cuando hay tantos contagios (4.507 a fecha del 7 de agosto)?
En Madrid se hacen muchos PCR y está por delante de otras comunidades en concienciación de la COVID por lo que hemos pasado antes. Antes de la mascarilla obligatoria la gente ya iba con mascarilla, la sociedad ya cumplía. Luego, hay que tener en cuenta que en Aragón y Cataluña están teniendo lugar unos fenómenos que no tienen lugar en Madrid, que son trabajadores temporales que han ido a coger la fruta y que si tenían la COVID la han cogido todos los demás, porque las condiciones de trabajo de estos trabajadores y donde viven no son las mas adecuadas desde el punto de vista higiénico. Dormirán todos en una nave, no tendrán mascarilla, comen todos juntos, y se lo han trasmitido a los locales y lugareños de allí. Y esto es lo que pasa, por ejemplo, en Lérida y en Aragón. Luego, en Barcelona y Andalucía son ciudades costeras, y mucha gente va de vacaciones y puede haber más transmisión. Esto en Madrid, por ejemplo, no ocurre, porque en Madrid los brotes son fundamentalmente familiares y en sitios de ocio.
«La vacuna es la solución para acabar con el virus, los antivacunas no tienen razón de ser»
El pasado 28 de julio, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anunciaba la puesta en marcha de la polémica cartilla COVID-19. ¿Cree que podría ser beneficiosa para el control de la pandemia o por el contrario no tiene ningún sentido y es discriminatoria como denuncian muchas voces?
Depende de cual sea su utilización. Si se utiliza como parte del historial médico y este es protegido, la cartilla sería interesante desde el punto de vista médico, pero estos datos tienen que ser confidenciales. Hacer un uso social de esto no me parece bien porque es discriminatorio.
¿Cuándo podremos contar con una vacuna producida en masa y que llegue a buena parte de la población?
Hay vacunas muy adelantadas y parecen eficaces. Yo creo que probablemente para el año que viene tengamos algunas vacunas, aunque habrá que ver si son verdaderamente eficaces y cuánto dura la inmunidad. Es muy deseable porque es la única forma de quitarnos la mascarilla.
Teniendo en cuenta que elaborar una vacuna lleva entre 6 y 10 años, según expertos, ¿qué riesgos entraña acortar tanto los tiempos como se está haciendo ahora?
Esa duración era la forma de elaborar las vacunas antiguas. Ahora hay otras formas diferentes. Esto está siendo más rápido. La ciencia ha avanzado enormemente.
Encuestas recientes encontraron que solo el 50% de las personas en Estados Unidos están comprometidas a recibir una vacuna. Un dato preocupante si tenemos en cuenta que el virus solo se podrá frenar con ella…
Hay tres hechos fundamentales para ganar la batalla a las enfermedades infecciosas. Uno es la higiene, lavarse las manos, tan elemental como eso; el segundo son las vacunas, hay muchos antivacunas que no tienen razón de ser; y otro hecho importante son los antibióticos. Pero la vacuna es la primera, es fundamental si queremos acabar con el virus.
¿Cómo ve este el futuro a medio y largo plazo? ¿Será muy similar al que ahora vivimos con la gripe común?
Hay algunos aspectos diferentes, la gripe es estacional y la COVID-19 ya ha demostrado que no, además la población occidental ya es inmune ante la gripe, causa cuadros leves. Este virus ha venido para quedarse, la sociedad no se comporta bien en general. La solución para que este virus desaparezca es tener inmunidad de rebaño, es decir, que el 90% de la población esté inmune, que se consigue o pasando la enfermedad, pero hoy día apenas la ha pasado el 10% de la sociedad, o inmunizándose con la vacuna. La vacuna es determinante para acabar con este virus, como ha ocurrido, por ejemplo, con el sarampión o la parotiditis.