'Reemprendiendo el camino': en defensa de lo pequeño
El comercio local estrecha vínculos sociales y contribuye a mantener la economía local. Si dejamos que estos espacios caigan, las ciudades cambiarán. A ciudades dormitorio. Con calles vacías. Con barrios sin personalidad
Cuando era niña, mi tía regentaba un ultramarino. Cada verano pasaba las mañanas en el local. Era una tienda menuda. Donde había de todo. Donde un cosmos aromático se entremezclaba con los productos que albergaba aquel perímetro recoleto. Y donde, por un momento, se convertía en lugar de encuentro y creador de lazos de comunidad en ese pueblo castellano. Era un espacio con identidad propia.
Los sabores de la memoria, decía Marcel Proust en Por el camino de Swann, son aquellas impresiones sensibles cuyos olores transportan a tiempos pasados. A reminiscencias. Historias de vidas. Recuerdos que se han ido apagando como una vela al amanecer. El pez grande se ha comido al pequeño. Los hábitos de compra han cambiado. Ya no queda esa amalgama de efluvios alimenticios.
Las restricciones impuestas durante los últimos meses han acorralado a las tiendas de barrio. Pese a que el comercio de proximidad haya sido —para algunos— la alternativa a adquirir productos de primera necesidad. Alternativa porque, en cierto modo, hemos priorizado la compra en las grandes superficies; ya sea por el cierre de determinadas calles o por las limitaciones de aforo. Pese a que estos sean plataformas éticas y locales, centradas en el impacto social y ambiental que impera en el día a día.
«Desde que empezó la pandemia en marzo tuvimos que hacer un parón», explican a The Objective desde Jabones Kapuy; un proyecto nacido en 2015 tras un viaje familiar a La Gran Sabana (Venezuela). «Allí nos dimos cuenta que los indígenas estaban muy preocupados por el medioambiente y siempre recomendaban utilizar jabones naturales».
Jabones Kapuy es uno de los 440 negocios incluidos en Reemprendiendo el camino. Una iniciativa de Acción Contra el Hambre cuya causa, en palabras de la responsable de emprendimiento de la organización, Ana Alarcón, es «apoyar el comercio local y el emprendimiento inclusivo». «Hemos querido mostrar a la población estos negocios y plantearlos como una opción prioritaria de consumo para, en última instancia, evitar su cierre», añade.
Algunos locales han tenido que reforzar su presencia en internet. Ya sea con la creación de una página web o la interacción horizontal hacia los clientes vía redes sociales. Es el caso de Pepita & Grano, una tienda de productos a granel que apuesta por el «cuidado al planeta mediante tres pilares: la reducción de residuos, la compra responsable y el consumo sostenible. Al comprar en cantidades pequeñas, no desperdicias comida».
Cuando su negocio se vio abocado a aquel cerrojazo, en el que cada dos semanas la esperanza por volver a abrir mermaba de forma ininterrumpida, crearon —con respiración asistida— una página web y ofrecieron la posibilidad de realizar pedidos por teléfono. «Es muy importante solventar la brecha digital, que no sea un obstáculo, ya que ahora mismo es parte esencial en cualquier empresa», afirma Alarcón.
En estos tiempos cambiantes, los mayores lidian no sólo con una dificultad sociosanitaria: la irrupción tecnológica es una barrera que afecta a este sector poblacional. Por suerte, «los tenderos de confianza» se han deslomado para proporcionar a estos fieles y madrugadores clientes un servicio a domicilio. Cuidar y proteger a los más vulnerables ha sido y debería ser prioritario en las circunstancias en las que vivimos.
Añade Proust, en aquella metáfora de la magdalena, que la reminiscencia de los olores evocadores permiten conectar el pasado con el presente. Son las tiendas variadas y menudas las que —en el ahora— han abastecido y puesto su granito de arena en aquella compra de proximidad. En la que la distribución, la economía local y el empleo son vinculantes en el entorno en el que se ubican los establecimientos. Porque las personas hacen barrio, y el barrio a las personas.
Los negocios de barrio no bajan la guardia
La compra de proximidad es sostenible. Son lugares a los que se puede ir a pie o en bicicleta. En defensa de lo pequeño, a la reducción de contaminación se une la calidad del producto y la personalización del servicio. Para Jabones Kapuy, «la recomendación boca a boca es clave en un negocio local, para que pueda impulsarse».
Niki Bambú es una tienda de vajillas biodegradables. Creada el año pasado, la marca nace de una inquietud por y para el medioambiente. «Cuando ya empezábamos a andar un poquito dieron el estado de alarma y se nos cancelaron todas las ferias pendientes del 2020 con las que nos íbamos a dar a conocer. A nosotros nos pilló poniendo el primer pie».
Aún así, Alarcón señala que aquellos negocios que estaban a punto de empezar o llevaban solo varios meses no bajan la guardia. Al revés. «La noticia positiva es que solo una minoría se plantea abandonar su idea de negocio. La mayoría quiere seguir adelante y se interesa en cómo adaptar su plan, incluir todo el elemento digital, la posible venta online, cumplir normativas. Incluso en qué otro tipo de servicio o producto está demandando el mercado para poder ofrecerlo».
El comercio local estrecha vínculos sociales y contribuye a mantener la economía local. Si dejamos que estos espacios caigan, las ciudades cambiarán. A ciudades dormitorio. Con calles vacías. Con barrios sin personalidad, donde no se nos abra el apetito y donde no huela a nada.
Es necesario incorporar planes de contingencia en aquellos lugares con identidad propia que crean comunidad. Haciendo una compra saludable y comprometida, que priorice los productos locales en comercios de a pie. En los que la acera es un punto de encuentro. Donde afloren, de golpe, aquellos aromas que nuestra memoria archivó tiempo atrás.