Llega el fin de año más esperado de nuestra historia: ¿cómo debemos despedir 2020?
Nos centramos en los aspectos psicológicos y sanitarios de este fin de año
¿Seguiremos cumpliendo con los ritos tradicionales esta Nochevieja o nos declararemos en huelga por lo mal que se ha portado 2020? Para amantes o detractores de la superstición, desplegamos en estas líneas una completa guía para protegernos y evitar contagios durante las cenas. Eso sí que está en nuestra mano.
“Yo lo hago absolutamente todo. Lo más importante, la maleta en la puerta de casa para viajar mucho, ¡y comer lentejas el día 31 a mediodía para que no falte el dinero! También me he comprado ya unos Calvin Klein rojos a caso hecho. No hay que dejar de cumplir con las tradiciones nunca, de hecho, ¡este año lo haré más!”. Al habla está Leandro Cayuela, periodista de televisión y supersticioso confeso que asegura que los rituales de Nochevieja siempre le han traído suerte.
Como él, cada año muchos españoles preparan con esmero cada detalle: las velas blancas y rojas en la mesa (unos dicen que favorecen la buena salud, otros que recuerdan a quienes ya no están y claman por su cobijo), un buen calzado para pisar bien durante el año que entra (no vale entrar en el nuevo año descalzo o con zapatillas de estar por casa) y, por supuesto, las doce uvas (a gusto del consumidor queda ya pelarlas o no previamente). ¿Por qué algunos nos encomendamos a estos ritos? ¿Cuál es la razón de ser supersticiosos? “Hay muchas cosas en nuestra vida que se escapan de nuestro control porque tienen que ver con eventos naturales, con efectos físicos naturales que no podemos controlar. El ser humano siempre trata de comprender lo que sucede y, en ese sentido, la superstición nos lleva a desarrollar una serie de conductas que nos permiten prever un resultado, creer que tenemos algo de control sobre lo que sucederá. Lo que pasa es que normalmente no tienen mucha coherencia ni una base científica ni tangible. Son ideas que se nos ocurren para hacer un intento de control, no son ideas funcionales”, explica el psicólogo general sanitario Javier Barreiro.
Así que con la superstición tratamos de agarrar lo inasible: ese futuro escurridizo que no se casa con nadie, tal y como nos ha demostrado en este 2020. ¿Seremos más o menos supersticiosos después de la que nos ha caído este año? Según el experto psicólogo, la pandemia puede provocar fenómenos contrarios a este respecto. Por un lado están quienes, como Leandro, reforzarán sus posiciones y redoblarán esfuerzos a la hora de invocar a la suerte con estas tradiciones. Por otro, habrá quien se baje del barco: “Son personas que han intentado hacer de todo y, a pesar de ello, han visto que nada les salía como la superstición marcaba”. Y también habrá quienes, al revés, se acojan a la superstición por vez primera y busquen con ella amparo: “La gente que antes no era supersticiosa puede empezar a serlo porque esta situación que tenemos tan impredecible nos está generando altos niveles de ansiedad, y el cerebro para tratar de eliminar esa ansiedad busca diferentes formas; una de ellas es esta forma de sesgo o superstición para tener una falsa seguridad de control”.
Nuestra salud no puede quedar al azar: cómo cenar lo más seguro posible en época de Covid
Estemos en el grupo que estemos y sea cual fuere nuestra consideración respecto a la suerte, lo que sí tenemos al alcance seguro de nuestra mano es cuidarnos y protegernos durante estas fiestas. Y cuidar y proteger a los nuestros, aunque eso suponga no poder juntarnos este año con quienes más queremos.
El actor de doblaje Álvaro Navarro (su voz les resultaría muy familiar, porque ha interpretado al indio Rajesh en las doce temporadas de The Big Bang Theory o al superhéroe Baymax en Big Hero), lo explica así: “Voy a pasar las fiestas con mi mujer y mi niña pequeña. Mi madre es parapléjica desde hace muchos años y, por tanto, persona de alto riesgo. Por responsabilidad nos quedamos aquí y no vamos a verla, porque las pruebas tampoco te garantizan nada al cien por cien, así que mejor así este año. No puedo saber con certeza si mi hija o nosotros somos asintomáticos”.
Y sí, aunque sea duro, esta es justo la recomendación que nos hace Pedro Gullón, epidemiólogo y médico especialista en medicina preventiva y salud pública, quien aconseja cenar exclusivamente con la gente con la que se convive. De no ser así, al menos debemos hacerlo solo con la gente con la que mantenemos un contacto cercano habitualmente y, en el caso de aquellos estudiantes que vuelvan a casa por Navidad, este es su consejo: “La mayor seguridad sería que viajen lo antes posible y a partir de ahí que hagan una cuarentena de diez días en la que no tengan ningún contacto con otra persona”. Sobre las pruebas disponibles en el mercado, el problema, dice, es que pueden darnos una sensación de falsa seguridad: “Los test de antígenos pueden dar falsos negativos y una PCR lo malo es que el resultado tarda un tiempo”, expone, y continúa: “Pongamos que alguien se la hace el día 21 y si no ha limitado sus contactos sociales durante ese tiempo, quizá el 21 no está contagiando si el resultado es negativo, pero a lo mejor el 24 sí, porque estaba incubando un contacto del día 18, 19 o 20, por ejemplo. Las pruebas con mucha moderación, es mucho más importante que durante los días previos se limiten los contactos sociales y, si se puede estar en cuarentena, mucho mejor”.
Ventura González cultiva cereales y hortalizas en una explotación que mantiene con su familia en Ávila. Ellos cumplen la condición de ‘grupo burbuja’, y por ello van a celebrar las fiestas juntos: “Voy a pasar los días señalados con mis padres, mi hermana y mi pareja, porque son las personas con las que vivo el día a día y trabajo codo con codo. Son las personas con las que el círculo está totalmente cerrado”. ¿Qué recomendaciones concretas da el experto para una cena como la suya, en la que nos juntemos con los nuestros? A pesar de que estemos con nuestro grupo de convivientes, no debemos escatimar en prevención. Ni en imaginación: “Hemos pensado que hay que hacer lo de siempre, y no tiene por qué. Ya antes de empezar a cenar, podemos ser más imaginativos para hacerlo todo lo más seguro posible. Aunque no es una medida aplicable a toda España, en algunas zonas (de clima más benigno) se puede realizar la cena al aire libre. Y si es un interior, que sea lo más ventilado posible, y lo más amplio posible, para poder mantener las distancias”, explica Gullón.
¿Y qué pasa con el objeto del año, las consabidas mascarillas? La recomendación del profesional es que permanezcamos con ellas puestas todo el tiempo que podamos, antes de comer y también durante la sobremesa: “Nada nos da el riesgo cero, pero de este modo vamos aumentando capas de seguridad para tratar de evitar contagios”, asevera. “También tenemos que normalizar que haya gel hidroalcohólico en la mesa por si tocamos algo que luego toque otro comensal, porque aunque la importancia del contacto por superficie es menor de lo que sospechábamos en marzo o en abril, no sobra hacerlo”.
Igual de importante es elegir un sitio con una buena acústica, que no nos obligue a gritar. Y mejor no poner música de fondo, algo que siempre favorece que elevemos los decibelios de nuestra cháchara, con lo que eso conlleva: “Puede contribuir a que esparzamos a un poco más de distancia las partículas al hablar”. ¿Y los villancicos? Si queremos que estén presentes, mejor que cantarlos es escucharlos a un volumen bajito, “en cinta o por Spotify”.
Por último, hay que evitar compartir cubiertos, y debemos servir la comida en cada plato. Por este año, hay que dejar pasar aquello del “cuchará y paso atrás”, tan famoso en algunas regiones del sur de España. Y cuando despunten los primeros segundos de 2021 y nos invada el entusiasmo de despedir al temible 2020, lo ideal es que nos contengamos (sí, una vez más) y brindemos y nos queramos a la distancia: “Los brindis los podemos hacer señalando, no hay por qué chocar los vasos (y, de todos modos, si estamos a una distancia suficiente, tampoco llegaríamos). E intentemos evitar los abrazos, la gente está siendo muy imaginativa con los saludos, sigamos con esa tendencia, que ya tendremos más años para seguir abrazándonos”, concluye el epidemiólogo.