COVID-19: ¿Por qué es importante una nueva dosis para las personas inmunodeprimidas?
A medida que avanza la vacunación en todo el mundo, los datos que van apareciendo muestran que las personas inmunodeprimidas no están necesariamente tan bien protegidas por las dos primeras dosis
Varios países, entre ellos Estados Unidos y el Reino Unido, se están movilizando para poner una tercera dosis de la vacuna de la COVID-19 a disposición de las personas inmunodeprimidas.
Pero, ¿por qué las personas con sistemas inmunitarios más débiles están al frente de la cola para recibir una tercera dosis?
A medida que avanza la vacunación en todo el mundo, los datos que van apareciendo muestran que las personas inmunodeprimidas no están necesariamente tan bien protegidas por las dos primeras dosis.
Por lo tanto, para estas personas una tercera dosis, más pronto que tarde, podría ser especialmente beneficiosa.
En primer lugar, ¿quién está inmunodeprimido?
Las personas inmunodeprimidas padecen unas condiciones denominadas inmunodeficiencias, en las que una parte de su sistema inmunitario no funciona tan bien como debería.
Alrededor del 2,8% de los adultos en Estados Unidos están inmunodeprimidos. Es de suponer que la tasa sea similar en otros países.
Las inmunodeficiencias se dividen a grandes rasgos en dos categorías:
- Las inmunodeficiencias primarias son condiciones muy raras, a menudo heredadas, causadas por mutaciones en nuestro ADN.
- Las inmunodeficiencias secundarias son más comunes y se adquieren después del nacimiento. Entre los factores que pueden causar una inmunodeficiencia secundaria se encuentran la desnutrición, ciertas infecciones, el cáncer y algunos tratamientos farmacológicos.
Las inmunodeficiencias varían en gravedad dependiendo de la parte del sistema inmunitario que falte o del grado de función que se pierda.
El extremo moderado a grave del espectro incluye formas graves de inmunodeficiencias primarias, la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) no tratada, los receptores de trasplantes de órganos o de médula ósea y las personas tratadas con quimioterapia o dosis elevadas de fármacos inmunosupresores.
Sabemos que las personas gravemente inmunodeprimidas son susceptibles de padecer una mayor gravedad y una enfermedad prolongada con COVID-19.
¿En qué medida funcionan las vacunas de la covid-19 en personas inmunodeprimidas?
Una prepublicación (un estudio que aún debe someterse a la revisión por pares) del Reino Unido muestra que las vacunas de Pfizer y AstraZeneca tienen una eficacia del 73% y el 74,6% para prevenir la COVID-19 sintomática en personas inmunodeprimidas, respectivamente.
Sin embargo, varios estudios publicados y prepublicados informan de que las personas gravemente inmunodeprimidas presentan tasas muy elevadas de infecciones «de ruptura» (en las que las personas se infectan a pesar de estar totalmente vacunadas). Esto indica claramente que las vacunas COVID-19[contexto id=»460724″] no están funcionando de forma óptima en este grupo.
Algunas personas con inmunodeficiencias primarias pueden generar respuestas inmunitarias a las vacunas COVID-19, pero estas tienden a ser menores que las que observamos en las personas sanas. Esta disminución de la inmunidad podría dar lugar a un aumento de las infecciones de ruptura.
Normalmente, tras una dosis de la vacuna de Pfizer, casi el 100% de las personas sanas produce niveles detectables de anticuerpos contra el virus.
Pero en un ensayo con receptores de trasplantes de órganos, solo el 4% de las personas generaron una respuesta inmunitaria detectable tras una dosis, que aumentó al 40% tras dos dosis y al 68% tras tres dosis.
Así que es probable que una tercera dosis proporcione un beneficio significativo a los pacientes gravemente inmunodeprimidos.
Cabe subrayar que las personas inmunodeprimidas ya reciben dosis adicionales de algunas vacunas.
Por ejemplo, se recomienda que las personas que han recibido un trasplante de médula ósea reciban dos dosis de la vacuna contra la gripe en el primer año después del trasplante, en lugar de la dosis única habitual.
¿Qué pasa con las terceras dosis en otras personas?
Además de las inmunodeficiencias clásicas, el envejecimiento puede provocar un discreto déficit inmunitario. A su vez, las personas mayores son más susceptibles a algunas infecciones, incluida la COVID-19.
Los estudios con la vacuna de Pfizer muestran que las respuestas inmunitarias son menores en las personas mayores en comparación con las personas más jóvenes. Pfizer ha compartido los primeros datos que muestran que una tercera dosis de su vacuna puede aumentar la inmunidad en personas de 65 a 85 años.
Algunos países han empezando a ofrecer terceras dosis a las personas mayores. Por ejemplo, Israel empezó a suministrar terceras dosis a mayores de 60 años a finales de julio (antes de abrir los refuerzos a grupos de edad más jóvenes durante agosto).
Sin embargo, las dosis dobles e incluso únicas de las vacunas de Pfizer o AstraZeneca protegen muy eficazmente contra la enfermedad grave con COVID-19 entre las personas mayores. Así que todavía no está claro si esto se necesita urgentemente.
Una tercera dosis para todas las edades podría utilizarse en última instancia para generar una inmunidad óptima contra la COVID-19. Algunos estudios previos sugieren que la inmunidad puede disminuir modestamente unos tres meses después de la segunda dosis.
Pfizer ha compartido datos preliminares que muestran que una tercera dosis puede reforzar la inmunidad en personas sanas.
Sin embargo, el despliegue de terceras dosis a un mayor número de personas en los países con mayores ingresos tiene implicaciones para la equidad de la vacuna. El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha liderado los llamamientos para que se suspendan las terceras dosis generalizadas hasta que más personas de los países menos desarrollados puedan acceder a las vacunas.
Sin embargo, precisó que las personas inmunodeprimidas deberían tener acceso a una tercera dosis.
¿Y qué pasa con las variantes?
Una tercera dosis de una vacuna específica para una variante también podría ser una opción en el futuro. Estas vacunas pueden ofrecer una versión actualizada del “antígeno” del virus –el objetivo que nuestro sistema inmunitario aprende a reconocer en la superficie del virus– para reenfocar nuestro sistema inmunitario hacia nuevas cepas como la delta.
Este enfoque sería similar a la actualización anual de la vacuna contra la gripe. Pfizer, Moderna y otros fabricantes tienen vacunas frente a la COVID-19 específicas para la variante en pruebas clínicas.
Incluso con una tercera dosis, otras medidas seguirán siendo importantes para proteger de la COVID-19 a las personas inmunodeprimidas. Entre ellas se encuentran el “blindaje” (permanecer en casa y minimizar el contacto personal), el tratamiento de sustitución de inmunoglobulina (que sustituye los anticuerpos necesarios para combatir la enfermedad) y una alta aceptación de la vacuna entre el resto de la comunidad.
Pero está claro que una tercera dosis sería especialmente beneficiosa para este grupo.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.