Mi gran amigo robot
Toyota es consciente de la terrible sensación de amargura que aflige a los conductores solitarios y ha decidido ponerle fin. Se puso manos a la obra en sus laboratorios, un par de tornillos por aquí, unas cuantas piezas por allá, un chip con un poco de inteligencia artificial y listo. El resultado: Kirobo mini, el robot especializado en hacernos compañía.
Uno de los mayores temores del ser humano es sentirse solo. Rodeado de personas, pero vacío. Y sobre todo en esos largos trayectos al volante de su coche, con el asfalto extendiéndose hacia el horizonte y el mundo girando alrededor. La música no siempre funciona, algunas canciones están demasiado trilladas. La radio falla más que una escopeta de feria. “Qué aburrimiento, cómo me gustaría hablar con alguien”, cruza un relámpago de pensamiento.
Toyota es consciente de esta terrible sensación de amargura que aflige a los conductores solitarios y ha decidido ponerle fin. Se puso manos a la obra en sus laboratorios, un par de tornillos por aquí, unas cuantas piezas por allá, un chip con un poco de inteligencia artificial y listo. El resultado: Kirobo mini, el robot especializado en hacernos compañía.
Genética de un robot
El pequeño Kirobo tiene un cuerpo de apenas 10 centímetros y 180 gramos, ideal para encajar en cualquier parte. Incluso en el posavasos del coche, que es el lugar para el que se pensó. Está programado para parpadear y hablar con voz aguda. Una cámara y un micrófono hacen las veces de sus ojos y oídos, con los que es capaz de analizar un amplio abanico de expresiones y gestos del conductor. Si estamos enfadados, Kirobo mini lo sabrá y buscará tranquilizarnos. Si estamos contentos, Kirobo mini se unirá a nuestra felicidad. Pura ternura.
Y es que en el fondo, esta diminuta mascota robótica “es como un bebé”, dicen sus creadores. En sus genes se pueden encontrar vestigios de otras criaturas como el Furby, que conquistó -y lo sigue haciendo- millones de corazones en todo el mundo a finales de los años 90. Por entonces la inteligencia artificial no estaba tan desarrollada como en la actualidad, y el cariñoso Furby no destacaba precisamente por mantener apasionantes diálogos. Eso sí, su principal virtud era que iba aprendiendo con el paso del tiempo el idioma con el que le hablara su dueño.
Kirobo mini debe su apariencia a su hermano mayor, Kirobo (a secas). Él fue, ni más ni menos, el primer robot humanoide que viajó al espacio. Todo un astronauta cibernético a bordo de una nave japonesa con destino a la Estación Espacial Internacional, haciéndole compañía a otro astronauta de carne y hueso, Koichi Wakata. Por supuesto, Toyota también andaba detrás del proyecto. Antes de despegar, Kirobo dijo ante los medios: “Un pequeño paso para mí, un gran paso para los robots”.
El menor de los Kirobo, el que nos atañe, tiene su propia memoria para recordar conversaciones que haya mantenido y puede actualizarse gracias a una aplicación que le transfiere datos a través de Bluetooth. Así es capaz de conocer las preferencias del usuario o información sobre los dispositivos que utiliza. Es espontáneo e incluso guasón. Una pena que su batería solo dure dos horas, porque a buen seguro sería un fantástico interlocutor en largas divagaciones filosóficas.
Hecho por y para japoneses
Kirobo mini se venderá únicamente en Japón -dónde si no-. Y es que el país asiático tiene problemas demográficos importantes, con una población envejecida y sin suficiente personal cualificado para atender a los mayores. Los robots se han convertido en auténticos compañeros vitales, ya no solo en los vehículos, sino también en los hogares y en las oficinas.
Respecto al ámbito laboral, la producción de robots industriales en Japón es la segunda más alta de todo el mundo, detrás de Corea del Sur. Hay unas 315 máquinas por cada 10.000 empleados. En las casas pueden verse muchos de ellos conectados a electrodomésticos o encima de los muebles, como si fueran un objeto decorativo más, dispuestos a facilitar las vidas de sus dueños.
https://www.youtube.com/watch?v=G__ruOOlv-Q
Toyota tiene previsto sacar Kirobo mini al mercado nipón el próximo año. Su precio rondará los 350 euros. Se podrá comprar en España, por supuesto, pero por desgracia llegaría importado hablando en japonés. Quienes no conozcamos el idioma, de momento deberemos conformarnos con sus tiernas y anaranjadas miradas. Al menos hasta que aprenda a decir con esa vocecita: “¿Cómo estás colega?”