Arrival: contactos del tercer tipo
Una peculiar película de ciencia ficción centrada en el lenguaje como sostén político, moral y existencial de la naturaleza humana
“El tiempo pasado y el futuro
Lo que podría haber sido y lo que ha sido
Señalan a un mismo fin, que es siempre el presente”
-T. S. ELIOT, Four Quartets.
Si nos guiásemos por los posters y traillers todo indica que Arrival es una historia sobre extraterrestres y naves espaciales, sobre ese futuro que cineastas, historiadores, escritores y entusiastas han profetizado desde que los humanos dejaron de ser el misterio del siglo: el encuentro entre especies, la prueba de que la Tierra y sus habitantes son solo una pieza más del rompecabezas del universo. Sin embargo, el director canadiense Dennis Villeneuve ha caminado con Arrival hacia el lugar que faltaba en las películas de sci-fi en donde las luces y los ovnis amenazan la mentalidad de una generación; un encuentro del tercer tipo que ya no está condicionado por el improbable físico de los “aliens” o por la tecnología tangible que estos traen con su visita, sino por la comunicación reflexiva entre dos formas de vida que irónicamente plantea los mismos retos que las naciones del mundo cuando se proponen encontrar un punto en común entre sus egos.
Una docena de naves extraterrestres aparecen una mañana en doce puntos del planeta sin relación o vínculo aparente: Rusia, Estados Unidos, Venezuela, China, Australia, todos despiertan con la presencia de una inmensa “pieza” oval desconocida que se sostiene como por inercia a metros del suelo. Los países recurren a la proverbial paranoia que despierta lo desconocido, y en América, una especialista en Lingüística –Louise Banks, interpretada sublimemente por Amy Adams- es la responsable de descifrar el lenguaje de estos seres para responder a la única pregunta que interesa a los gobiernos: ¿Cuál es su propósito en la tierra?
El equipo de élite (Jeremy Renner y Forest Whitaker) liderado por la lingüista se embarca en una carrera que apremia entender a estas formas anómalas apodadas como Abbot y Costello por los especialistas; para los bípedos ellas representan una amenaza evidente de guerra y destrucción. Hasta aquí la premisa de Arrival persigue la de films que no suelen perderse los Óscar en donde la aproximación a la temática espacial, a los extraterrestres, lo desconocido y la inminencia del fin del mundo son los plot points que prueban como la humanidad es capaz de sobrevivir hasta a su ensayo de extinción. Gravity -2013-, Interstellar -2014-, The Martian -2015- son algunos de los ejemplos recientes que encajan en esta categoría, antes clásicos como Contact -1997- o los ecos de Kubrick con 2001: A Space Odyssey -1968- incursionaron en una línea prematura que casi siempre tuvo un enfoque de supervivencia científica muy poco humanista. Arrival , que une características de la estética de Kubrick, la fantasía de Spielberg y el mesianismo de Terrence Malick muestra una cara distinta de los apocalípticos y alarmantes primeros contactos que inquietaban a Mel Gibson en películas como Signs –2002- o que en War of the Worlds asiste a una guerra de mecánicas difícil de aventajar.
Arrival recurre a la comunicación como sostén político, moral y existencial de la naturaleza humana.
En vez de enfocarse en la ciencia y las teorías exactas que pudieran o no explicar el universo Arrival recurre a la comunicación como sostén político, moral y existencial de la naturaleza humana contrarrestando con una empatía poco frecuente en el género para enlazar el tiempo, la muerte y las relaciones vinculantes que se generan en toda “sociedad”, sea esta humana o no.
Basada en el relato “Story of Your Life” de Ted Chiang -1998- en esta producción el valor del lenguaje como arma pacifista se aferra a un leitmotiv narrativo en el cual la comunicación prevalece para el utópico entendimiento entre los Estados, y no solo para comunicarse con los “visitantes”. Con un presupuesto de 50 millones de dólares, en Arrival –filmada en Canadá- las gigantescas naves alienígenas de forma ovoide se inspiraron en un asteroide de poco más de 255 kilómetros de diámetro descubierto en el siglo XIX llamado “Eunomia”.
“El lenguaje es la base de la civilización. Es la pega que une a las personas, la primera arma utilizada en un conflicto”, afirma el personaje de Amy Adams en la película en un papel que tiene suficientes similitudes con otra de las grandes figuras de este género, Jessica Chastain. Adams logra una impecable actuación que mezcla la nostalgia por la pérdida de un ser querido y el cuestionamiento de los principios y los finales como elementos lineales para narrar cómo podría ser el primer contacto con una especie alienígena. La pregunta inaplazable para los científicos y los gobiernos sobre el propósito de otros en la Tierra es sustituida por una sin limitaciones lineales: ¿Qué pasaría si supieras cómo y cuándo vas a morir? ¿Cómo sería tu relación con la vida, el amor, tu familia, amigos, tu sociedad? ¿Cambiarías algo de saber lo que está por venir?
En la película en vez de enfocarse en la destrucción de una especie o en la batalla entre dos el giro viene con una ofrenda poco común, la del lenguaje como facultad redentora. Lo que en principio se aferraba a la metafísica, la física cuántica o las teorías del lenguaje y sus recovecos más oscuros, se desliza por la pendiente del humanismo más radical: si la humanidad fuera capaz de ver el sur y norte, este y oeste, todo en el mismo plano y momento, ¿sería capaz de prevenir lo que está por llegar?
La comunicación y el tiempo: una conversación circular
«He soñado con hacer ciencia ficción desde que tenía diez años», explica el director Denis Villeneuve quien reconoce que «no sabía muy bien cómo adaptar adecuadamente esa historia, porque es muy intelectual, de una forma muy sólida y hermosa, pero, desde un punto de vista dramático, es un poco difícil de articular”. Villeneuve se apoyó en los productores, entre ellos el guionista Eric Heisserer, quien necesitó más de diez años para concebir un relato que le reiteraban era “imposible adaptar”.
Heisserer reconoce que uno de los aspectos del relato original más complicados de plasmar en la película fue la representación del lenguaje de los extraterrestres. En Arrival la comunicación y el tiempo, unidos como un lazo, se dibujan en tinta como una conversación circular completa en donde no debemos esperar a que las palabras salgan de la boca para completar una frase o un pensamiento. Heisserer trabajó junto al diseñador Patrice Vermette y a los asesores científicos Stephen y Christopher Wolfram para crear el alfabeto de los heptodos. El proceso utilizó en gran parte programación y codificación para crear cerca de 100 “logogramas (una “letra” que representa una palabra) únicos, con palabras y frases incorporadas que cuentan con componentes capaces de mutar. El objetivo era crear un “código analítico del logograma” que traducía el idioma mientras se filmaba, es decir que esta traducción simultánea de lenguajes celestes no eran efectos especiales, todo ocurría en tiempo real.
Al imponente proceso de codificación se suma una banda sonora que se mezcla con los conceptos de tiempo y espacio de la película para hacer que las escenas y los flashforwards se queden tarareando en la audiencia al terminar el film. Especialmente concebido por el compositor islandés Jóhann Jóhannsson, en el score se trabajó con diferentes voces como si fuesen instrumentos a la hora de grabar las canciones. “Parece que fue adecuado el emplear la voz como el instrumento principal en una película centrada en el lenguaje y la comunicación” – aclara el músico. “Empleamos básicamente vocales en el canto, sin un significado inherente, generando la sensación de que se va creando lentamente un lenguaje en sí mismo”.
Jóhannsson es el responsable de soundtracks como los de “La Teoría del Todo” y de otras dos películas dirigidas por Denis Villeneuve como “Prisioneros”y “Sicario”.
“Relativismo lingüístico” o la ciencia de la comunicación
En una arista más densa, en la película el tema de la comunicación se resuelve con una hipótesis real que le hace frente al paradigma hegemónico lingüístico: la hipótesis de Sapir-Whorf. Esta sostiene que la relatividad lingüística es una simbiosis de hipótesis sobre las diferentes interpretaciones que los receptores pueden tener del mundo en función de su lengua materna. Dos personas con lenguas primarias muy diferentes entre sí conceptualizarían el mismo fenómeno con visiones distintas, es decir, la lengua de un hablante determina cómo comunica este, mientras que a su vez, el receptor puede entender de otra forma el mismo evento.
En función del lugar al que pertenezcamos, hablaremos unas lenguas u otras y esto determinará la percepción que tengamos de la realidad. La percepción del mundo varía según la cultura en la que se cría la persona y de la visión del mundo que le otorga su idioma.
La soledad del universo
Hay dos posibilidades en este contexto, que estemos solos en el universo o que no lo estamos, ambas plantean interrogantes inquietantes. Desde que Georges Méliès se lanzó a la Luna en 1902–metafóricamente- los humanos han estado rastreando extraterrestres y culturas paralelas. El físico Stephen Hawking ha dicho que “si los extraterrestres nos visitaran, ocurriría lo mismo que cuando Cristóbal Colón desembarcó en América y nada salió bien para los nativos americanos”, pero Arrival recuerda que la naturaleza del tiempo se asemeja a esa teoría en la cual el principio y el final son tan confusos como aquello de que “si hay un principio fue cuando la nada era nada y se volvió algo, y si hay un final será cuando ese algo se vuelva nada”.
En la misma Tierra algunas culturas conciben el tiempo de forma diferente a otras. La metáfora sobre el ser humano y sus conflictos se expone en esta ciencia ficción que resuena en una realidad polarizada -tanto política como social-. Los lugares comunes y la capacidad de ponerse en los zapatos del otro recuerdan que la empatía entre las sociedades reduce a grandes pasos la apatía de los egos.
Villeneuve ya ha sido nominado a los premios de la Academia en el 2010 por su película “Incendies” en la categoría de Mejor Película de Habla no Inglesa. Posteriormente ha estrenado thrillers como “Prisoners” (2013) “El hombre duplicado” (2013) y “Sicario” (2015). Con Arrival ha logrado ocho nominaciones a los Óscar incluyendo la de Mejor Película y Mejor Director. Bradford Young, nominado a mejor cinematografía por esta cinta, sería el primer afroamericano en la historia de este premio que compite en la categoría. Asimismo, Arrival se une al selecto grupo de films de ciencia ficción nominadas a Mejor Película, una lista en donde se encuentra: E.T, Star Wars, La naranja mecánica, District 9, Avatar, Inception y Her, entre otras.
“Recordar es la única manera de detener el tiempo.”
-Jaroslav Seifert